Capítulo 20

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Unas semanas después, Nick lucía orgulloso la cadena con el colgante en forma de telaraña. Nunca se separaba de ella, la había convertido en su talismán. Le gustaba sujetarla entre sus dedos cuando se sentía nervioso.

Esa tarde, su hermana pareció notarla.

-¿Qué es esa porquería que llevas al cuello?

Aquella observación desagradable no hizo mella en su fascinación por la joya.

-¿No te gusta, Alessandra? Me la obsequió Jules.

"La vulgaridad de los Casablancas puede verse a la distancia" pensó ella y por poco se traiciona diciéndolo en voz alta.

-Él lleva la complementaria...- prosiguió Nick, emocionado.

-Que es una mosca envuelta en telaraña...- dijo ella riendo.

-No, idiota...- respondió deformando su cara en una mueca- él lleva la araña y aquí está su hogar. ¿No es genial?

Alessandra estalló en una sonora carcajada.

-Puedes llamarlo cursi. Anda, hazlo. No me importa- dijo en tono de broma.

Pero ella no reía de la posible cursilería contenida en aquel gesto. "Pues que se prepare para perder su hogar", se dijo satisfecha.

Había sido un día largo en que los hermanos no se habían encontrado para bromear.

Nick había reunido mucha evidencia impositiva que incriminaba a Elite y a su dueño. Le confió una copia a su hermana y él conservó la otra. En cuanto abandonara esa familia, un juego iría a parar a la prensa. El otro a los tribunales.

-No veo la hora de que esto termine, Alessandra...- dijo agotado.

-Lo tomas como un trabajo cuando debería ser un placer- respondió ella- un manjar que disfrutas a bocados.

-No...no pienses que no me da gusto- explicó temeroso de traicionar la memoria de una hermana y las expectativas de la otra- pero después de todo este tiempo, lo único que deseo es estar en paz con Jules, seguir nuestra vida...

Por un momento, Alessandra sintió pena por su hermano. "Qué mala suerte", se dijo al pensar que, de entre todos los jóvenes con quienes pudo cruzarse, lo hizo con Julian.

-Nick, hermanito...

Avanzó hacia donde él estaba sentado y se inclinó para rodear desde atrás sus hombros. El joven dejó que su mejilla reposara en los siempre protectores brazos de su hermana mayor.

-¿No has pensado que...que tal vez eres demasiado joven para atarte así a alguien?

Por primera vez, sintió deseos de que el lazo de su hermano con Julian acabase antes de que el escándalo estallara. No le importaba que el hijo de ese hombre sufriera pero ahora...ahora Nick estaba de por medio.

-Atarme así, ¿cómo?

-Tan intensamente- dijo ella y su tono se tornó mucho más serio.

-¿Eso es malo?

-A tu edad puede ser algo inconveniente, ¿no crees?

-¿Por qué lo dices, Alessandra? Mamá tenía mi edad cuando se casó con papá y todavía lo llora.

-Lo sé, lo sé...

-Y tú siempre me has dicho que no debía quedarme solo en la vida. Que una vez que vengáramos la memoria de Celine debía buscar mi camino. Pues ya ves, lo encontré antes.

-Lo sé, mi niño...lo sé...es sólo que...no quiero que nada malo te pase...

-¿Y qué podría pasarme? A su lado, creo que no podría pedir más- dijo recordando las noches compartidas, el placer de verlo rendirse al sueño confiadamente entre sus brazos, la vida diaria en su compañía, los proyectos para el futuro. ¿Podía ser dañino algo que lo hacía sentirse tan bien y completo?

-Sí, pero Nick...

-Mira Alessandra, desde el día en que nos conocimos, no hemos vuelto a separarnos. Ni deseamos hacerlo. Eso debe significar algo, ¿no crees?

Su hermana suspiró mirando al suelo.

-¿Qué pasaría si te dijese que...

Estaba a punto de hacerlo. El amor había destruido a Celine, ella lo había visto. Y no permitiría que su influjo ensombreciera ahora la vida de su hermano. Se lo diría...y él sabría qué hacer. Lo convencería de ser necesario. No traicionaría a su propia sangre. Estaba segura de que Nick sabría sobreponerse a la noticia y continuar con sus planes, pese a todo y pese a Julian.

-¿Si me dijeras qué?- interrumpió Nick.

-Si te dijera que Julian es...

-¿Sólo un amor de juventud?- completó él- ¿Que soy muy joven para saber lo que es amar a alguien?

-No es eso, Nick...

Pero él ya no la escuchaba, empecinado en la defensa de sus sentimientos.

-¿Alguna vez sentiste que...que harías lo que fuese para proteger a alguien de todo lo malo? Que lo harías...incluso si esa persona está lejos de ti o ni siquiera te corresponde. ¿Alguna vez pensaste que tu vida es mejor de lo que lo ha sido nunca sólo porque alguien es parte de ella? ¿Comprendes lo que quiero decir, hermana? ¿Comprendes lo que es pensar en la felicidad de alguien más antes que en la propia?

Alessandra lo miró con una mezcla de pena y ternura.

-Claro que comprendo- respondió sin mirarlo.

Entonces supo que debía seguir callando.


-¡Papá!- recriminaba Cecile- ¡Eres injusto! ¿¡Cómo puedes hacer algo así!?

-No te traerá más que problemas. Además, ¿a qué viene este repentino entusiasmo por tu hermano menor? ¿Cuándo fue la última vez que lo viste? ¿Un año atrás, dos?

-¡Jules es tu hijo y mi hermano! ¡Y este será mi compromiso!- dijo sonando extrañamente terminante.

-No permitiré que venga aquí a dar espectáculos en un día tan especial- respondió imaginándolo ebrio- No permitiré que venga con sus aires bohemios y su mirada despectiva a decirnos cómo debemos vivir.

-Jules tiene una vida normal y un trabajo corriente hace varios años. Jamás te molesta. Deja de juzgarlo por algo que pasó cuando estaba en la secundaria. No puedes reprochárselo para siempre.

-Tampoco estoy dispuesto a tener que avergonzarme por su causa. Y menos en una ocasión como esta.

-Pues tampoco voy a comprometerme sin él.

John cerró los ojos y los alzó cielo, rogando secretamente por paciencia.

-¿No quieres invitar también a Jeanette, su madre?- preguntó socarrón.

-Pues debería. Mientras fue tu esposa, ella siempre fue muy buena conmigo. Todavía conservo los obsequios que me traía de Dinamarca, incluso después de que ustedes se divorciaron.

-Pues permíteme recordarte que tu madre la detesta. Todavía cree que terminé nuestro matrimonio para casarme con ella. ¿Es necesario hacerle esto el día de tu compromiso?

Cecile lo pensó un momento. Aún recordaba los inextinguibles reproches de su madre.

-De acuerdo...- concedió- pero Jules no tiene nada que ver con esto. Es injusto que viva expulsado de la familia.

-Hija...tu hermano vive dónde y cómo quiere vivir. He hecho todo cuanto estaba a mi alcance para que no permanezca lejos de nosotros. Pero así lo ha querido. Y en atención a todos los problemas que ha causado, creo que es una noble y sabia decisión.

-A mí no me rechazará...

-Puede que no, Cecile. Pero si en verdad me aprecias y deseas que este día sea tan feliz para mí como lo será para ti, entonces no lo invites. No pido otra cosa.

-Papá, ¿¡cómo puedes...

-Cecile, te lo ruego...- dijo el hombre tomándola por las mejillas.

-¡Papá!- protestó.

-Te arrepentirás si lo haces, yo sé lo que te digo, cariño.

-De acuerdo, papá- aceptó resignada.

NémesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora