Capítulo 18

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El vapor inundaba el baño y el agua tibia se deslizaba sobre su cuerpo lánguido.

Nick pudo ver su silueta a través de la mampara. Se despojó de la única prenda que llevaba y entró a la ducha.

-Cecile...- murmuró tomándola por detrás.

Estrecharla por la espalda siempre le resultaba más sencillo. Le recordaba más Julian y eso facilitaba aquel ingrato trabajo.

-Nicky...amor...- susurró ella dejando que las manos de él se aferraran a sus senos.

Era la parte más difícil: tomarla como lo hacía con Julian. Intentar reencontrarlo en aquel cuerpecito desabrido y sin gracia, en aquella humanidad que debía su existencia al hombre que más odiaba.

Ensayó con ella los mecánicos gestos del amor que parecían complacerla. Se sintió afortunado de que Cecile confundiese su prisa con frenesí. Todo acabó muy rápido, con la caricia del agua tibia aportando el calor ausente entre los dos. A Nick, como siempre, le pareció una eternidad.


-Desearía que no tuviésemos que regresar mañana- dijo ella mientras yacían en la cama- me gusta California...California contigo.

Nick dejó que sus finos y largos dedos se entrelazaran con los de ella. Acercó su pequeña mano hasta su boca y la besó. El anillo de compromiso que lucía desde hacía una semana brilló a la luz de los últimos rayos del atardecer. Apenas podía creer que hubiese llegado tan lejos en tan poco tiempo.

-En New York podrás ocuparte de los detalles de la fiesta de compromiso...¿no te entusiasma, cariño?- dijo él.

-No es eso...- respondió Cecile- es sólo que no comprendo por qué papá y tú están empecinados en que sea tan grande. Yo me conformaría con una cena familiar.

-No me culpes...- protestó él- soy el yerno, el recién llegado. Tengo que congraciarme con tu padre. Debo apoyar todas sus mociones- dijo riendo.

-Tonto...papá te adora y lo sabes, Nicky.

Era cierto. Su flamante suegro lo apreciaba...al menos tanto como John era capaz de apreciar a alguien. Bendijo la elección de Cecile otorgando a Nick un lugar bastante similar al que aspiraba que tuviese su propio hijo. No sólo trabajaba para Elite, también empezaba a conocer sus secretos. Deslices impositivos, dinero no declarado y desvíos a cuentas en paraísos fiscales eran sólo algunas de las evidencias que Nick comenzaba a acopiar para cuando llegase el momento de dar el golpe final.

-Será una fiesta maravillosa- continuó él con fingido entusiasmo- ¿Por qué negarle un pequeño gusto a tu padre? Además, es lo menos que merece la princesa de los Casablancas.

Giró con un movimiento rápido hasta quedar sobre ella. Hubiese debido besar su boca pero la perspectiva le pareció desagradable y eligió su cuello. Ella rió, dichosa.

Suegro y yerno deseaban una celebración a lo grande pero por distintas razones. John para tener ocasión de ostentar, exhibir su fortuna, buen gusto y contactos frente a la parte de la buena sociedad que aún lo rechazaba. Nick por su lado sólo quería que el evento fuese tan grande como inolvidable, en especial para Cecile, que tendría ocasión de llevarlo como una flecha envenenada clavada en su memoria cuando el compromiso, regiamente anunciado, se rompiese. O cuando quizá, la plantase frente al altar. Ya decidiría qué humillación pública reservaría para ella.

Tenía ideas para aquella familia. Muchas ideas alimentadas a base del odio y el resentimiento inoculados durante casi toda una vida. Por años había pergeñado las formas más eficientes de devolver el dolor que alguna vez le había sido infligido. Sopesar posibilidades se había vuelto uno de sus pasatiempos. Y ahora, podía vislumbrar su victoria. Estaba lejos, muy lejos de sospechar que todo aquel daño se volvería contra el que más amaba.

NémesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora