Capítulo I

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Las calles de la ciudad estaban desiertas a esa hora y él caminaba con dificultad, sin disimular siquiera lo que estaba sintiendo. Le dolía el cuerpo, sí, pero no podía dejar de sonreír. Sabía que había tomado la decisión correcta, pues al menos éste último año de preparatoria lo pasaría como un chico normal. Las ansias de huir de su familia siempre habían estado presentes, pero con cada escape de rebeldía, venía también un castigo severo.
El viento de otoño soplaba sobre su rostro y Killua no podía ocultar su euforia; era la primera vez en mucho tiempo que se sentía libre.

Llegó al edificio y entró por la puerta principal de manera triunfal, mientras miraba todo a su alrededor sin perder detalle; los árboles, la cancha de fútbol, los pájaros volando a medida que pasaba junto a ellos. Todo era maravilloso y lo llenaba de alegría.
Ubicó su salón en el tablero de anuncios que estaba cerca de la puerta, y se dispuso a encontrarlo para familiarizarse con el lugar, disfrutando en la soledad de la mañana. No había podido asistir a ninguno de los tours o reuniones que se habían hecho para recibir a los alumnos nuevos, pero eso no era un problema para él. Estaría bien de cualquier manera.

El salón de clases era grande y luminoso, y aunque los muebles se veían bastante antiguos y simples, estaban bien cuidados. Mirando todos los pupitres alineados, se preguntó dónde sería mejor sentarse. No quería llamar la atención pero sabía que de todas maneras lo mirarían por su cabello, así que caminó hasta el fondo y se sentó en el último lugar, el menos visible, junto a la ventana.
La luz del sol entraba por la ventana y daba justo en la madera vieja del pupitre, haciendo que se viera dorada. Podía ver los árboles moverse con el viento desde allí, y una parte del patio desierto: la vista era hermosa. Apoyó los brazos sobre la mesa y sosteniendo su cabeza entre sus manos suspiró aliviado. Todo estaría bien.

Un golpe lo despertó bruscamente de su sueño. Ni siquiera se había dado cuenta de cuándo se había quedado dormido, así que miró alrededor, confundido. Un chico alto y de cabello rubio estaba frente a él.

—Ese es mi lugar, nerd.

—¿Huh? —masculló algo aturdido aún.

—No te hagas el idiota. ¡Quítate! —le gritó enojado mientras lo empujaba de nuevo.

Killua sabía de sobra cómo eran estas cosas.

—Tu nombre no está escrito aquí, así que busca otro lugar o...

No alcanzó a terminar la frase cuando un fuerte golpe lo tiró de la silla. Todos sus compañeros de clase guardaron silencio y se voltearon a mirarlo.

Sin saber cómo reaccionar, se tocó la mejilla, mientras bajaba la vista, avergonzado. No quería llamar la atención, al menos no en su primer día, pero al parecer ya estaba perdido.

—¡¿No me escuchaste imbécil?! —gritó el matón mientras lo agarraba por el cuello de la camisa— ¡Quítate!

Killua se levantó lentamente, y tomando sus cosas dejó libre el lugar para que el chico se sentara. Miró alrededor nerviosamente buscando otro asiento, pero todos estaban ocupados ya, y sus compañeros de clase comenzaron a darle la espalda y a evitar su mirada.

Nadie lo conocía, así que no había forma de que quisieran ayudarlo y meterse en problemas gracias a él.

Sin saber qué hacer, se apoyó en la pared del fondo del salón y esperó a que llegara el maestro. Sus expectativas habían sido demasiado altas.

Unos minutos más tarde, que en realidad le parecieron horas, el maestro entró a la sala de clases, y deteniéndose a medio camino de su escritorio lo miró con curiosidad.

—Oh, tú debes ser el nuevo —dijo alegremente chasqueando los dedos—. Por favor ven al frente de la clase y preséntate.

Killua caminó hacia allí mientras todos a su alrededor lo miraban murmurando y riendo, y se plantó frente a todos como si nada hubiera pasado.

La Luz de tus Ojos - Gonkillu AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora