Capítulo 42

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JOAQUÍN

-El último en llegar, es un huevo podrido.- dijo Diego acomodandose las dos correas de la mochila en la espalda

-¿Un que?- le preguntó Emilio riendo bajo-. Pareces un niño chiquito

-Lo es.- le respondió Carlos preparandose para correr

-¿Y las maletas?- pregunté acomodando mis tenis

-Mamá dijo que las dejáramos en el autobús, de aqui nos vamos a ir para Veracruz.- Diego elevó los hombros

-¿Y si nos caemos? Esta muy empinado.- preguntó Carlos con temor viendo hacia donde eran las aguas termales

-Pues te levantas.- contestó Diego con obviedad

Ya habiamos llegado a las aguas termales que habia ducho Miriam, en el lugar no habia señales de tener albercas o turismo, el autobús se estacionó en un lugar lleno de tierra, con árboles y plantas de por medio, parecía un barranco y teníamos que tener algo de cuidado para no caer, sin embargo, al ir caminando, el piso se veía con pavimento y era mas confiable el caminar, razón por lo que a Diego se le había ocurrido que corrieramos hasta llegar a la rampa que conducía a la entrada de el balneario

-Bueno, van a correr quieran o no.- nos dijo mi amigo viendo a Carlos, Emilio y a mi, quienes no estábamos muy confiados de iniciar la supuesta carrera

-Pues ya que el que no arriesga no gana.- me prepraré

-Y que vamos a ganar?- me imitó Carlos

-Diversión y la sonrisa bonita de Joaquin.- contestó Emilio, quien me me volteo a ver, su sonrojo se hizo presente

-Hay romeo, luego lo enamoras, tenemos que correr por que nos van a regañar.- comentó Diego haciendo que su sonrojo se hiciera aun mas notable

-Va, a la una..- comenzó a contar Emilio haciendo que los tres nos pusiéramos en dirección a el frente

-Dos, tres.- terminó de decir Diego y fue el primero en salir corriendo-. ¡El último en llegar es un huevo podrido!.- gritó, empecé a correr yo, viendo que detrás mío venia Emilio y al último Carlos

-Mejor el que se caiga paga las entradas.- gritó Emilio y me arrebasó

El recorrido era muy largo, yo no veía la entrada que habia dicho Diego, mis tres amigos corrían de vez en cuando arrebasandome y gritando tonterías portandoles poco que la demás gente que iba bajando los mirara raro, después de un rato y un gran tramo corrido, llegamos a una rampa con barandal que parecía el final por que ahi estaban Miriam y varios familiares que ya empezaba a identificar, quienes al ver que llegué corriendo y con la respiración muy agitada me miraron raro, el primero en llegar fuí yo, después Carlos, en tercero Emilio y al final Diego, que venía sacudiendoce las manos

-¿Te caiste?- preguntó Carlos con la respiración agitada y a nada de reírse

-No, sentí que el suelo estaba muy solo y dije ¿por que no darle un abrazo?- le sonrió con sarcasmo mientras se sacudía el pantalón-. Me caí justo antes de llegar

Los tres reímos, diciéndole a cada rato que él tenía que pagar las entradas, cosa que era incierta, ya que suponíamos que era un precio algo elevado por los cuatro y Miriam había pedido dinero para que ella pagara

La tarde pasó entre risas, en estar en una piscina donde el agua, estaba increíblemente caliente y no queríamos ni salir por que de lo contrario, daba una oleada de aire que hacia temblar hasta los huesos, también pasaron dos o tres peleas tontas de parte de Diego y Carlos, algo que era ya muy normal y que Emilio y yo sabíamos que estaban jugando simplemente. Jugamos el resto de la tarde entre nosostros y con los sobrinos de Diego, deseaba que los momentos junto a mis amigos jamás terminarán, de vez en cuando me ponía a pensar en que pasaría el día en el Carlos y yo tuviéramos que regresar a Miami, sin duda yo estaría hablado todo el día, a todas horas, con Emilio y obviamente que con Diego, los cuatro empezabamos a ser ese grupito que jamás se separaba

Mi Ángel GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora