Capítulo 44

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EMILIO

Mis lágrimas estaban empapando mis mejillas

"Por favor, ya no me pegues, te juro que no le diré a nadie" Le dije a Eduardo, el hombre que siempre me maltrataba todas las noches

Ya no quería recordar, mis pensamientos estaban llenos de gritos, recordaba sus manos que estrellaban contra mi cuerpo, recordaba el como entraba a mi cuarto cada noche importandole poco que mamá estuviera en casa o no

"Escuchame Emilio" tomó mis mejillas apretandolas con fuerza "No quiero que le digas nada a tu madre, por que al que van a regañar es a ti, ¿quieres eso? ¿Quieres que tu madre te pegue? Yo negaba, con lágrimas en los ojos mientras suspiraba y me sobaba el cuerpo

"Hey Emi, no debes de llorar, mira no pasó nada" Mi padre sonreía de manera amistosa, mostrandome que no habia pasado nada solo por caerme

El lugar que hace años habia resguardado mis sueños estaba destruido al igual que el resto de el lugar. Todo con polvo y ceniza, las paredes estaban pintadas con letras de grafiti y no habia vidrios en las ventanas, no quedaba ningún rastro de que un niño hubiera habitado ahí, recuerdo que mamá se había apresurado en guardar todo y gran parte de las cosas que estaban en la casa, la base de la que alguna vez fue mi cama estaba oxidada, había un arcoiris pintado en la pared, pero debido a los graffitis y el polvo, se veía opaco y por todas partes habia basura tanto papeles hechos bolita, envolturas de dulces, hojas de árboles, tierra y ceniza, estaba obscuro y daba algo de frio estar ahi aun cuando, en sí, Veracruz es un lugar con mucha sensación térmica

Mis lágrimas empapaban cada vez mas mis mejillas, los recuerdos llegaban sin que yo pudiera detenerlos, el recuerdo de mamá llegando con ese señor a la casa hacia que tuviera escalofríos, de repente, la idea de que alguien vagabundo pudiera dormir ahi asaltó en mi mente y apresure mi recorrido lleno de curiosidad, llegue a otra habitación, la que seguramente era la que mamá y papá ocupaban para dormir, el recuerdo de cuando mi padre vivía llegó a mi mente, cuando era feliz y mi vida tenía todos los colores habidos y por haber, recuerdo que los días que papá no iba a trabajar y las mañanas estaban lluviosas, mamá hacia hot cakes con una bebida de chocolate e íbamos a la habitación para ver películas y simplemente pasarla bien los tres, en esa habitación. Mi mente me hizo una mala jugada al imaginar que todo estaba en orden y tres personas estaban felices y recostadas en la cama con la televisión prendida y una cobija de Los increíbles mientras que afuera llovía
En la habitación también la base de la cama estaba oxidada, las puertas de el enorme armario que estaba ahí estaban rotas, ese armario en el que sientos de veces me escondí de ese enfermo, buscando que ahí tuviera refugio, cosa que siempre era incierta, ninguna ya que Eduardo siempre lograba tocar con violencia mi cuerpo. Ninguna parte de la casa tenía ventanas y todo tenía polvo

Me obligue a salir de esa habitación, por que sabia que le lloraría mas a mi niñez, le lloraría a los buenos momentos que pase con mis padres y le lloraría aun mas a aquel horrible hombre que me arruinó la vida, me sentía impotente, a la vez, me hubiera gustado que mi madre no le hubiera echo nada, para encontrarmelo con el pasar de los años y hacerle lo mismo que él me había echo, para amenazarlo y capaz hasta matarlo, los niños no se tocan y aquellas personas que lo hacen, están enfermas de la cabeza

Al bajar las escaleras, me dispuse a observar lo que restaba de la cocina y la sala, los sillones estaban quemados por completo, varias sillas estaban tiradas al rededor de la cocina, lo que restaba de un refrigerador estaba igual o peor de oxidado que las bases de las camas, había mucha tierra de por medio y me fue imposible no recordar el momento en el que mamá me habia dicho que mi padre habia fallecido, me dolió el pecho el solo imaginar a un pequeño niño de 5 años llorandole a su padre, se supone que a esa edad es cuando mas necesitas a tus padres, cuando mas quieres verlos juntos, todos los niños sueñan con tener a sus padres juntos para que los vean crecer, para que los guíen y los apoyen cuando creen que nadie está para ellos.
Me salí por fin de la casa, limpiando mis lágrimas y pidiendole al cielo que me ayudará a superar lo que sucedió hace 10 años

Mi Ángel GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora