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SI HABÍA UN SENTIMIENTO QUE PUDIERA DESCRIBIR COMO SE SENTÍA VENUS ERA CULPABILIDAD. Ella sabía que si habían atacado la Madriguera era porque ella le había dicho a Draco donde pasaría las Navidades.
Y aunque no culpaba al chico si se encontraba muy molesta con él.
Habían sido unas Navidades muy extrañas. Los últimos días del año se habían ocupado de arreglar todo lo posible todos los daños que causaron la explosión que gracias a Bill y a Fleur que apagaron el fuego rápido no fueron muchos.
Todavía se podía apreciar las marcas de los dedos de Ella en el cuello de Venus, la cual no se había separado ni un segundo de Tonks.
Al igual que Ginny que había estado durmiendo con Venus todas las noches.
Harry y los demás utilizaron polvos flu para volver al colegio, pero Remus y Tonks decidieron que Venus iría con ellos por medio de aparición ya que querían hablar con la ojimiel.
Venus abrazó con fuerza a Molly, era como recibir un abrazó de una madre.
—Muchas gracias por dejarme pasar las Navidades aquí —dijo Venus con tristeza.
—Sabes que siempre es un placer tenerte en casa —dijo Molly peinando el desordenado pelo de Venus.
Se había vuelto una costumbre para la mujer, intentar ordenar el caos que Venus tenía como pelo.
—También siento mucho lo del incidente con mi madre —artículo bajando la cabeza.
Arthur Weasley colocó una mano sobre el hombro de la muchacha.
—No tienes que disculparte de nada —negó el hombro con una sonrisa—. Está casa también es la tuya.
—Esperamos verte este verano por aquí —dijo Molly con una sonrisa y besando la frente de Venus—, y por favor, tened mucho cuidado.
—Tendré un ojo puesto sobre Ron y Ginny, no os preocupéis.
—También lo decimos por ti, Venus. Ten mucho cuidado —dijo Molly con preocupación.
—Lo tendré —dijo con una sonrisa agradecida.
Venus se separó de la pareja de pelirrojos y tomó la mano de Tonks. Con una última sonrisa desaparecieron de la Madriguera para aparecer en el hogareño pueblo de Hogsmeade.
Todavía nevaba cuando Venus piso Hogsmeade, hacia muchísimo más frio que en la Madriguera, Venus hubiera deseado haberse puesto el sweater que la señora Weasley le había hecho. Remus observó a la ojimiel frotarse las manos, las cuales estaban envueltas en los guantes que él le había regalado por Navidad, contra sus brazos. El hombre se quitó su bufanda y con sumo cariño la envolvió alrededor del cuello de Venus.
