Prólogo

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Adam me miró fijamente, con odio y repulsión. Le sostuve la mirada, en ningún momento la bajé.

— ¿Cómo pudiste hacerlo? —preguntó —¿Por qué me ocultaste esa parte tan importante?

—Por tu seguridad. Si te lo decía, tu vida corría un grave peligro

— ¿No crees que es más peligroso que no lo sepa?

Negué con la cabeza.

—Deberías de haberme dicho que trabajaste para Dissarno—le dio un golpe a la pared—Maldita sea, Nina—pasó su mano por el cabello. Se notaba frustrado.

—Entiende, Adam. Nada de esto es sencillo para mí. Nunca lo ha sido y nunca lo será. Ponte en mi lugar, ¿Tú que hubieras hecho?

—Te hubiera dicho. Es lo primero que haría. Por dios, Nina, estamos casados ahora, en las buenas y en las malas, ¿lo recuerdas?

—No me harás cambiar de opinión. Tú no lo conoces, no sabes como es. Dissarno es un hombre peligroso. Te lo oculté porque te amo y quiero que estés a salvo.

—Creo que será mejor darnos un tiempo. Nos casamos demasiado pronto, no sabíamos nada el uno de otro.

— ¿De qué estás hablando?

No me miró.

— ¿Me estás pidiendo el divorcio?

No respondió. Su imagen poco a poco comenzó a volverse negra. En su lugar quedó el rostro del hombre que asesinó a mis padres y me enseñó a ser quien era, Dissarno.

—Te dije que regresaría, Nina. Nunca podrán desaparecer de mi radar. Siempre los encontraré, aunque se escondan.

Entonces desperté.

Mentiras EstafadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora