Capítulo 6

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Estaba en casa recostada en el Jacuzzi, mientras Adam trabajaba en el estudio. Seguramente estaba viendo los archivos de la USB. Cuando salimos de la empresa, se la di. Le dije que la encontré en el restaurante y olvidé dársela. Creyó en esa mentira, o por lo menos, fingió hacerlo.

Miraba la hermosa vista de la ciudad. Sentí como Adam, se acercó. Estaba serio.

—Hola—sonreí— ¿Te pasa algo? —lo noté distante—Adam, contéstame

Fue cuando reaccionó

— ¿Qué pasa? —preguntó algo confundido

—Te estoy hablando y no me contestas

—Lo siento, Nina. Estoy algo distraído.

— ¿Qué estabas haciendo ahí adentro que saliste así?

—No te preocupes, asuntos de trabajo— Se acercó al Jacuzzi y se puso detrás de mi, por la parte externa. Comenzó a darme un masaje en la espalda, fue por un par de minutos, después paró.

— ¿Por qué paras? —le pregunté

—Es mejor si te lo doy estando ahí dentro— se quitó la ropa y se metió.

Estando dentro siguió.

—Eres muy bueno en esto

— ¿De verdad?

—Sí

— ¿Quiero hacerte una pregunta?

—Dime

— ¿Alguna vez me has mentido?

Respiré profundo y exhalé

En ese momento supe, que sabía la verdad. Entonces debatí, entre ser sincera o continuar con la mentira.

—No, Adam—continué con las mentiras— a excepción de las mentiras que tuve que decir para acercarme a ti. Lo único que te he ocultado es que yo era Nina Stevenson, es todo.

Odiaba hacerlo, pero no quería decirle, hasta con exactitud qué rayos decían los archivos en la USB sobre mí.

Se quedó serio. Paró de hacerme el masaje, me giró hacia él, me miró a los ojos.

— ¿Segura?

—Sí—soné lo bastante segura.

*********

Estaba recostada en la habitación con Adam, él dormía profundamente, parecía un niño pequeño e indefenso. Tomé mi celular y salí al pasillo para marcarle a Eitan, caminé hasta las escaleras, quería estar lo más lejos posible de la entrada de la habitación. Era casi media noche, al segundo tono contestó.

— ¿Qué quieres Nina? —respondió de mala gana—¿te pasó algo?— preguntó soñoliento

— ¿Estabas dormido?

— ¿Tu qué crees?— sonó sarcástico

—Necesito que le pidas a Annie el programa para hackear contraseñas y me lo lleves mañana a la oficina.

— ¿Para qué lo ocupas?

—No preguntes y sólo llévamelo mañana y te lo explicaré con calma.

—Está bien. Lo que usted diga jefa—rió— ¿sabes? Desde que te casaste con el jefe, eres más mandona.

—Yo no soy mandona— le grité

Él solamente rió

—No le encuentro gracia— le dije

—Tú no, pero yo sí

—Te veo mañana, Eitan

—Descansa, pero con el marido que tienes, dudo que duermas por la noche— rió de nuevo

Reí también

—Adiós— colgué

Me fui a acostar a la cama de nuevo, me tapé y abracé a Adam con fuerza, le di un beso en los labios, despertó al instante

— ¿Por qué haces eso?

— ¿No puedo besar a mi esposo?

—Claro que puedes besarme las veces que quieras— sonrió

—Te amo, quiero que lo recuerdes siempre

—Yo también, te amo— me abrazó con más fuerza. 

Mentiras EstafadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora