Capítulo 14

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Desperté al lado de Adam, abrazada a él, como ya era costumbre desde el día en que nos casamos. Pasamos la noche en la que era mi recamara, el reloj marcaba las 6 de la mañana. Comencé a mover a Adam, para que se despertara. Teníamos que ir a nuestra casa para bañarnos y cambiarnos de ropa.

—Adam, despierta tenemos que irnos— le dije

—Los mejores amaneceres son los que tengo a tu lado— me dio un tierno beso en los labios.

—Anda, levántate

Se levantó y con la ropa que traíamos puesta nos fuimos, cada quien se fue en su coche. Antes de arrancar le escribí un mensaje a Eitan.

"Voy de regreso a casa con Adam. Ni creas que he olvidado que tu y yo tenemos una plática pendiente, acerca de ya sabes quién"

Podía ver un hermoso amanecer que se formaba en el horizonte. La ciudad de San Francisco se veía bellísima a primera hora de la mañana. Llegué a casa, estacioné el coche, para irme a bañar, cuando yo llegue él ya estaba bañado.

—Me iré a bañar

Asintió

—Yo preparé el desayuno— terminó de colocar su corbata

— ¿Harás el desayuno? —arqueé una ceja

— ¿Tiene algo de malo? —sonrió

Negué con la cabeza

—Me parece algo condescendiente de tu parte, creo que me iré más seguido.

Reí

—Eso no lo digas ni de broma— cambió su sonrisa por una expresión seria.

—Sabes que no lo digo con mala intensión—me acerqué a él, me tomó de la cintura

—Lo sé

Le acomodé la corbata, le di un casto besó en los labios y me fui a bañar.

Era increíble como una simple ducha podía relajarme tanto, al punto de casi llegar a olvidar mis problemas.

Salí de bañarme, tomé mi vestido blanco ajustado, me sequé el cabello y lo peiné en una cola de caballo, me maquillé, como ya era costumbre dándole énfasis a mis ojos, tomé mi saco negro y mi bolso, me puse las zapatillas negras y bajé a la cocina.

—Huele delicioso chef Jones— comenté al entrar a la cocina

Él soltó una carcajada

—Se ve magnifica, señora Jones

—Gracias—le besé la mejilla— ¿Qué hizo de desayunar?

—Preparé huevos revueltos, pan tostado y jugo de naranja. Tiene que alimentarse bien, señora Jones, hoy la consentiré con la comida.

—Harás que suba de peso.

—No me importa, así tendré más de donde agarrar

— ¡Que chistoso!— le expresé en tono sarcástico al darle un leve empujón

—Sí, lo soy— rió

Le ayudé a servir el desayuno. Nos sentamos en el comedor, comenzamos a desayunar, miré la comida, se veía deliciosa, al verla sentí bastante hambre, raro, pero debía ser por no haber comido casi nada ayer.

—Vaya que si tenías hambre— Adam rió

Reí también.

Recogió los platos, para él lavarlos, fui a lavarme los dientes.

— ¿Lista para irse, señora Jones?— me preguntó Adam al recargarse en su brazo derecho en el umbral de la puerta del baño.

—Por supuesto, vámonos.

Adam tomó las llaves de su Lamborghini

— ¿Adam?

— ¿Si?

—Me sentiría un poco más tranquila si nos vamos en el Cadillac

— ¿Por qué?

—Con Dissarno andando por ahí, vigilándonos me sentiría más segura en un coche, menos ostentoso.

Asintió

—Nos iremos en tu coche— dejó las llaves de su coche y tomó las del mío.

Nos fuimos en el Cadillac a la oficina. Quería vivir tranquila a lado de Adam, como una persona normal, ¿por qué todo tenía que ser tan complicado?

Todo el camino hacia la oficina, estuve seria, callada, ausente, ahogada en mis propios pensamientos, los cuales fueron interrumpidos por Adam cuando me sacó de ellos.

— ¿En qué tanto piensas Nina?

Lo escuché a lo lejos, pero no logré reaccionar, hasta que gritó

— ¡Nina!

Fue cuando reaccioné

— ¿Qué?

— ¿Estás aquí o en otro lugar?

—Pienso, Adam

— ¿En qué piensas? —me miró por 2 segundos y regresó la vista al frente

—En lo que viene, en lo que ha sido mi vida. Pienso en sin fin de posibilidades de lo que puede pasar.

—Algo se nos ocurrirá—tomó mi mano que tenía sobre mi pierna.

— ¿Adam?

— ¿Si, Nina?

—Quiero que me prometas algo

— ¿Qué quieres que te prometa?

—Cuando llegué ese sobre y me tenga que ir, te mantendrás alejado de todo.

—Nina, yo...

Respiró profundo

— ¡Prométemelo, Adam!— expresé con voz fuerte, casi gritándole

Él estaba callado

—Adam, por favor— sonó casi como una suplica

Él miraba hacia el frente, manejando entre el tráfico que había, no recibía respuesta, sabía que se negaría a dármela, ya que era incapaz de prometer algo que no estaba dispuesto a cumplir.

— ¡Adam!

—Está bien, Adam Jones, no se meterá en esto.

No supe por qué habló sobre él en tercera persona, pero por lo menos prometió que no se metería en eso. Sonreí tan levemente, que apenas se notaba que era una sonrisa. Seguí viendo por la ventana del coche a la gente y los coches pasar, cada una sumergida en su propio mundo, con sus problemas.

— ¡Oye!— me señaló Adam

Me giré hacia él

—No quiero que te preocupes. Todo saldrá bien y pronto Dissarno saldrá de nuestras vidas

—Suenas tan seguro de ello.

—Es porque así será.

Entonces, conecté todo. Adam Jones, tramaba algo, pero en ese momento no quise decirle o reclamarle. Sólo quería disfrutar los pocos días que me quedaban con él, porque para ser sincera, la carta y los problemas, estaban más cerca de lo que parecía. 

Mentiras EstafadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora