Epílogo

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22 de febrero de 2017

Miraba a Adam jugar con Dabria Victoria. Era su cumpleaños número tres. Recordaba con claridad, el día de su nacimiento.

—Ven cariño— ella vino corriendo hacia mí.

—Hola, mami. Papi no me deja que lo atrape.

La cargué.

—Tu papi nunca dejan que le ganen— sentía los ojos de Adam mirándome—Sácale la lengua a tu papi— susurré en su oído.

Ella hizo lo que le dije. Él la miró y también hizo lo mismo.

—Mami

Adam se acercó a nosotros, nos abrazó y nos dio un beso, a ella en la frente y a mí en los labios.

—Te voy a bañar para irnos a la casa de tu tío Eitan.

La bañé, la peiné con una media cola de caballo, de la cual caían sus hermosos risos, en su cabello castaño casi rubio. Un vestido color índigo, con mallas blancas, una pequeña gabardina negra y sus zapatos del mismo color. Su atuendo hacía resaltar su color de ojos. Los mismos que los de mi padre, azules.

Comencé a arreglarme, ella se fue a su recámara y trajo una muñeca, se sentó sobre mi cama y comenzó a jugar. Al terminar de arreglarme, entró Adam a la habitación.

— ¿Están listas, mis princesas? —preguntó

—Sí, papi— Dabria Victoria se bajó y se fue corriendo hacia él

—Te ves hermosa— le dijo Adam al cargarla —Serás una de las mujeres más lindas del mundo, claro, sacaste la belleza de tu madre.

Reí mientras me pintaba los labios.

—Vámonos— le dije a Adam.

Bajamos juntos las escaleras y nos fuimos a la casa de Eitan en el Cadillac. Él seguía viviendo donde mismo, nada más que ahora, vivía solo, ya que Annie y Michel se fueron a vivir solos después de casarse formalmente. Ellos eran padres de un niño de un año.

—Hola, tío Eitan— saludó mi pequeña niña al llegar.

— ¡Qué bonita te ves!— la cargó, le dio un fuerte abrazo y un beso.

—Gracias— ella sonrió

Eitan la bajó y ella se fue corriendo

—Con cuidado, Dabria Victoria.

—Tranquila, está todo seguro— me dijo Eitan

—Me da gusto verte— lo abracé

Pasamos, nos salimos al jardín. Ahí estaban todos, Annie, Michel, incluso Nicholas y Rachel se unieron a la celebración junto con su hijo, quien era un año más grande que Victoria y era ahijado de Adam y mío. También estaba la prometida de Eitan, Aideé, a la cual conoció cuando fue a cerrar un trato para la construcción de un centro comercial en Oregón, quedó flechado y estaban a unos meses de casarse.

El pastel se encontraba en la mesa, le tomamos fotos, sopló las velas de su. Lo partimos. Mientras los niños jugaban, los adultos platicábamos.

— ¡Qué rápido pasa el tiempo!— comentó Annie sosteniendo a Richard en sus brazos.

Sonreí

—Todavía nos recuerdo en Los Angeles, robando documentos para poder descubrir la verdad sobre lo qué les pasó a mis padres—comenté

—Eso ya pasó, somos personas diferentes, ahora—intervino mi hermano

—Tienes razón, pero es parte de la historia de mi vida y aunque ya haya quedado atrás, no será tan fácil olvidar porque todo eso es parte de mí y es lo que me hizo ser quien soy—respondí

—Una mujer fuerte, emprendedora, soñadora, luchadora por sus sueños e ideales, pero sobre todo una gran esposa y una excelente mamá— expresó Adam al abrazarme y darme un beso.

—Ya se van a poner de cursis— comentó Michel

Todos nos reímos fuertemente. Sólo miraba a los niños jugar y no iba a dejar que nada le pasara a mi hija. Victoria no sufriría lo que yo, ella tendría una vida feliz con sus dos padres, pero me equivoqué.

Escuchamos un grito.

Harry llegó corriendo. Busqué a Dabria Victoria con la mirada, pero no la encontré.

— ¡VICTORIA! —grité, pero nadie respondió

— ¿Qué pasó? —le pregunté a mi ahijado

—Llegó un señor y nos jaló, yo grité y se llevó a Victoria.

Adam y yo nos miramos.

Fue Lain, estaba segura que fue él. Juró vengarse y lo había hecho con lo que más me dolería, mi pequeña hija.

Adam sacó su teléfono celular y le enseñó una fotografía al niño.

— ¿Fue este señor?

El hijo de Nicholas asintió

—Maldita sea, Adam—comencé a llorar de coraje e impotencia.

Eitan y Nicholas comenzaron a hacer algunas llamadas.

—Lo encontraremos. Te lo prometo.

Veinte años después

—Nina, hemos encontrado a Lain—dijo Eitan entusiasmado.

Lo buscamos hasta por debajo de las piedras. Supo cómo desparecer muy bien. Escuchar esas palabras de Eitan me dio esperanza de volver a ver a mi hija.

—Está en México—intervino Annie—Se hace llamar Amir y es un magnate del acero, bastante importante. No hay fotos de él por ningún lado, por eso fue difícil encontrarlo.

—Ese maldito bastardo, pagará por llevarse a mi hija.

Eitan me miró preocupado, algo pasaba.

— ¿Qué ha pasado, Eitan?

—Encontramos a Lain, pero está muerto. 

Nota de la autora:

Gracias infinitas por llegar hasta este punto. Espero que la historia haya sido de tu grado y te haya emocionado tanto leerla, como a mí escribirla. Esperen pronto su tercera parte, Peligrosa Belleza, que se enfocará en la vida de Dabría Victoria y Lain.

Recuerden votar, recomendarla y comentar sus partes favoritas.

Los quiere hasta el infinito, Deya. 

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