Capítulo 54

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Dissarno me subió a un coche con los vidrios polarizados, una cuadra después de arrancar, llegó la policía. Él lo dijo, un paso adelante.

— ¿Cómo lo supiste?

— ¿Qué?

—Que llegaría la policía.

— ¿Me crees estúpido? Tengo cámaras en la toda la bodega, vi como hablaban tú y Adam, lo escuché todo.

— ¿Por qué haces esto?

—Tú ya sabes la respuesta, sabes lo que quiero. Es simple y sencillo.

—Pero la policía está detrás de ti, no lo conseguirás.

—Claro que sí, tengo mi mejor arma. Tú.

— ¿Cómo lo harás?

—Iremos a la empresa, me darás los papeles en los cuales tú me sedes la empresa

—Te recuerdo que la empresa, está a nombre de los Jones.

—Sí, pero te aviso que los papeles que Lain, le hizo firmar a Adam, son derechos que me seden el control total de la empresa. Falta tu firma, así que a eso vamos a Tecno—Construction Company, por esos papeles que son mi boleto para salir de aquí y la culminación de mi venganza.

—Estás loco, Dissarno.

—Sólo recupero que lo que es mío.

—La empresa nunca fue tuya.

—No voy a discutir contigo, sobrina. Estoy de buenas, al fin recuperaré lo que me pertenece, después de años de sufrimiento.

—Sufrimiento que trasformaste en odio, eres un enfermo. Gracias a ti, soy huérfana, viví en la calle y me metí a este mundo.

—Tengo que aceptar que el destino supo muy bien cómo jugar sus cartas. Me atrajo a ustedes, todo el tiempo estuvieron a la sombra del asesino de su padre y sin saberlo.

—Eres un desquiciado— lo miré con odio.

—No me importa lo que pienses, pronto tendré lo que me pertenece y ustedes no podrán hacer algo para evitarlo.

Dissarno manejaba a toda velocidad, se pasaba las señales de alto, pasaba de carril en carril, arrastrando todo a su paso, hasta que llegamos a la empresa. Para mi mala suerte, en la empresa, no había ningún alma. Se metió en el estacionamiento. Aparcó, bajó del coche y me abrió la puerta, obligándome a bajar.

—Camina— me aventó al sacarme del auto–A la oficina dónde tú tienes los papeles

—Yo no tengo esos papeles—me negué a seguir caminando. Él me tomó del brazo, apretándome con fuerza.

—Alguien los debe de tener.

—No sé, quien los tiene— traté de sonar desesperada, que fuera creíble.

La verdad era que sabía quién tenía esa hoja, Eitan, pero no sabía el lugar exacto en dónde se encontraba.

—La buscaremos en la oficina de tu querido esposo— sonó sarcástico —Seguro él la tiene. Vamos, camina— me empujó, pero me negué a cooperar. Sacó su arma y me apuntó—Camina—arqueó una ceja. Hice lo que me dijo.

Entramos al elevador, presioné el botón con rumbo a la oficina de Adam en el piso 20. Sentía la mirada fría de él.

¿Cómo una persona así podía ser mi familiar?

¿Cómo él era hermano de mi papá?

De pequeña pedí conocer a mi tío, pero retiraba ese deseo. Me arrepentía de haberlo pedido.

Mentiras EstafadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora