Mentiras Estafadas

Capítulo 39

Entrenaba un poco antes de irme, le daba patadas a un costal, cuando escuché una voz que salió de las sombras.

—Eres la única persona que conozco, que en vez de estarse preparando para regresar a su casa, está entrenando.

Paré. Era Adam

—Un último entrenamiento no está de más—sonreí

—Tienes razón—se acercó — ¿puedo entrenar contigo?

Era mi oportunidad para confesarle que sabía la verdad.

Asentí

—Si te venzo, no llores—reí

—No lo haré— expresó con voz retadora.

Comenzamos a luchar. Estuve consiente de no dejarme golpear en el vientre. Lo pateé, él se defendió interponiendo sus brazos. Me tomó por sorpresa, dejándome inmóvil por la espalda.

—Sé todo—confesé en voz baja.

Supuse que no lo esperaba, porque me soltó. Le di una patada en la pierna, tirándolo al suelo. Me senté a horcajadas sobre él, teniendo una mano en el cuello. Era yo, la que lo tenía inmóvil.

— ¿Qué diablos haces aquí, Jones?

—Yo soy Steven, no tu esposo.

Hice más presión en la mano que tenía sobre su cuello

— ¿Vas a hablar?

—Está bien, pero aquí no—respondió con dificultad

—Vamos al bosque, ahí podemos hablar sin que alguien nos moleste.

Me levanté y me adelanté.

—Te espero en el lago en cinco minutos.

Salí de la sala de entrenamiento. Corrí por el bosque con rumbo al lago.

Estando ahí me senté en la orilla, esperando a que llegara.

Pasados los minutos, llegó

— ¿Cómo lo supiste?—preguntó sentándose a un lado mío

—No soy una idiota como muchos piensan—arqueé una ceja— ¿Qué estás haciendo aquí?

—Estoy aquí para protegerte.

—Sabes que me puedo cuidar sola

—No estaba tan seguro, hasta que te vi aquí, entrenando—exhaló exasperado—no podía estar tranquilo con mi conciencia dejándote ir, sólo así, sabiendo que estarías en peligro y más si yo sabía exactamente dónde estabas.

— ¿Cómo te involucraste?

—Nicholas me...

Lo interrumpí

— ¿Nicholas te ayudó?

—Sí

— ¿Él sabe sobre esto?

—Sí, él fue quién me ayudó a entrar.

— ¿Cómo?

—Teníamos varios meses detrás de la pista de Dissarno y habíamos estado haciendo asaltos y estafas ficticias que llamaran la atención de él.

— ¿Así fue cómo se enteró de Adam?

—Exacto

— ¿Sabes todo lo que sufrí creyendo que estabas lejos y que me odiabas por haberte dejado?— le grité al pararme

—Sí, Annie me lo dijo—se levantó —tranquilízate, ya sabes que soy yo— me abrazó con fuerza, para que no le diera algún golpe —me tienes aquí, sabes que nunca te dejaré— acarició mi mejilla, reposé mi rostro en su pecho, con su mano izquierda acarició mi cabello y me dio un beso en la frente —Recuerda, hasta que la muerte nos separe—

—Temo que eso sea pronto, recuerda lo que trama Dissarno.

—No te preocupes, Eitan tiene un plan.

Sabía que Eitan había ideado algo en cuanto supo los planes del jefe.

Lo abracé con más fuerza

— ¿Hay algo que no entiendo todavía? —preguntó él

— ¿Qué? —lo miré fijamente

—Si sabes defenderte muy bien y sabes desarmar a un hombre en 13 segundos, ¿Por qué no pudiste defenderte de aquel borracho?

Sólo sonreí

—Quise, pero no pude. Quería partirle la cara, pero hubieran sospechado, me hubieran echado del bar y habrían llamado a la policía, eran muchas cosas en contra; por suerte estabas cerca y me defendiste.

—Y así fue como todo comenzó.

Me tomó del rostro

—Te amo nunca lo olvides, sabes por qué hago las cosas— le dije

—Lo sé, pero ahora somos uno y las cosas las podemos solucionar ambos

—Esta es mi guerra, no la tuya.

—Era tu guerra, pero ahora estoy metido hasta el cuello en esto.

—Tengo que vengar la muerte de mi padre.

—Lo sé, pero no quiero que nada te pase.

—Y nada me pasará. No te preocupes tengo mis razones para ser cuidadosa y precavida.

—Sé que te dije que no te besaría hasta que me lo pidieras, pero no soporto más sin estar sin uno de tus besos— tomó mi mejilla y me besó salvaje. Me recargué en uno de los arboles, ahí comenzó a besarme con más fuerza, con sus manos comenzó a recorrer mi cuerpo —te amo

—Y yo a ti, pero este no es el momento, ni el lugar— paramos.

—Será mejor irnos, antes de que comiencen a sospechar.

Asintió

*****

—Recuerda lo que te dije— Dissarno me tomó del brazo antes de subirme a la camioneta para irnos todos al aeropuerto.

—No te preocupes, no lo olvidaré— me solté con fuerza. Subí a la camioneta y azoté la puerta al cerrar.

Lo último que pude ver fue a Dissarno por el espejo lateral, estaba parado mirándonos fijamente. Él supo que lo miraba, porque leí sus labios: "te vigilaré, Nina". Mantuve mi vista al frente, no quise seguir mirándolo. Me concentré en lo que realmente importaba; regresaba a casa, pero seguíamos sin estar a salvo.