Capítulo 20

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Desperté a la mañana siguiente, me levanté de la cama para irme a bañar. Mientras tomé mi ducha, sentí desaparecer todo los problemas de mis hombros, era como si todo se borrara, como si nada más existiera. Salí, Adam, ya estaba despierto, sacaba un traje del armario y poniéndolo sobre la cama, la cual, estaba tendida.

— ¿Cómo amaneciste?

Me acerqué, le di un beso en los labios

—De maravilla, ¿y tú?

—No tengo palabras para describirlo, él día de ayer fue grandioso— besó mi mejilla —me iré a bañar—sonrió picaramente

—Te bañas bien— me reí

—Trataré, pero ocupo a alguien que me ayude para tallarme la espalda— rió

—Lástima. No puedo ayudarlo, señor Jones. Que tenga suerte—abrí el armario para sacar un vestido.

—Que chistosa— su tono fue sarcástico

Salió de la habitación. Saqué un vestido azul marino, bastante formal, me lo puse. Sequé el cabello, me hice media cola y ondulé las puntas de mi cabello suelto, después me maquille dándole énfasis como siempre a mis ojos. Saqué las zapatillas que combinaban con el vestido y bajé a hacer el desayuno. Preparé un poco de pan francés, huevo revuelto y jugo de naranja, cuando Adam bajó estaba sirviendo el jugo en los vasos.

—Que bien huele— se acercó a donde estaba.

—Gracias, hoy me bañé y me puse perfume— dije en tono de broma

—Que chistosa amaneciste el día de hoy. Sabes a lo que me refiero

—Sí, lo sé—me acerqué para acomodarle el nudo de la corbata.

—Te ayudo— tomó los platos y los llevó al comedor, tomé los vasos con el jugo.

Nos sentamos en la mesa y comenzamos a desayunar.

Estábamos en el elevador con rumbos a nuestras oficinas, íbamos tomados de la mano y sonreíamos con dos adolescentes. Sin duda, extrañaría estos pequeños momentos con él.

Llegamos a mi piso.

—Te veo luego— besó mis labios tiernamente.

Sonreí y salí.

Caminé hasta mi oficina. María, no estaba, debía estar en el baño, así que me lleve una sorpresa al encontrar a Eitan sentado en mi silla.

—Hola, hermanita— me saludó al verme.

— ¿Qué pasa Eitan? —arqué una ceja.

— ¿Por qué preguntas?

—Porque tu no sueles aparecerte en mi oficina al menos que pase algo u ocupes algo.

Se paró de la silla y caminó por la habitación, me acerqué al escritorio, dejé mi bolsa, encendí mi computadora y me senté.

— ¿Por qué estas tan alterado?

—Es Dissarno

— ¿Qué pasa con él?

Respiró profundo, se pasó la mano por el cabello, se acercó a mi escritorio y le pego un puñetazo al escritorio.

—El viaje se adelantó, salimos mañana.

— ¡Maldición!— expresé en voz baja —dime que es una maldita broma.

—No lo es. Lain llamó ayer, nos quiere a más tardar el miércoles en Boston

— ¿Para qué si Dissarno llega al país el sábado?

Negó con la cabeza.

—Llega el jueves y quiere a todo el equipo para recibirlo.

—No puede ser.

—Nosotros ya tenemos listo todo. ¿Cómo le harás tú?, ¿le vas a decir a Adam lo que está pasando?

—No, sabes que no puedo decirle nada

— ¿Te has puesto a pensar cuanto sufrirá cuando se entere que te fuiste y que tal vez no regreses en un largo tiempo?

—Sí, y es por eso que no quiero decirle, porque sé que hará lo imposible para que me quede y tengo que ir, porque si no voy, tal vez les pase algo a ustedes. Dissarno me quiere a mí y los usa a ustedes para tenerme a mi allá.

—Esa es tu decisión

— ¿A qué horas salimos?

—A las 8, pero pasaré por ti a las 6

—Está bien. Ocupo un favor

— ¿Qué ocupas?

— ¿Traes tu Mustang?

—Si

Tomé mi bolsa

—Vámonos

— ¿A dónde?

Me quedé callada.

—Sólo vámonos, te digo de camino. 

Mentiras EstafadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora