Capítulo 22

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Estábamos sentados en el comedor, Eitan, había pedido una pizza de camino a la casa, cuando llegamos la pizza ya estaba ahí. Mientras comíamos, no podía evitar que los tres me miraran.

— ¿De qué quieres hablar, Nina?— me preguntó Eitan

—Quiero que me digas todo lo referente a Boston, todo.

— ¿Todo?

—Sí, todo.

— ¿Qué es lo que quieres saber en especifico?

— ¿Quién nos va a recoger cuando lleguemos a Boston? ¿Dónde vamos a vivir?, ¿Vamos a seguir siendo Harris?, ¿Dónde está la base de operaciones?, quiero saber hasta el más mínimo detalle.

—En la carta viene especificado todo, Dissarno es sumamente cuidadoso en esto. Nos dio unas instrucciones. En el paquete donde venia la carta, también venían unas llaves. En el estacionamiento del aeropuerto encontraremos una camioneta. La dirección viene anotada con letra secreta en la carta. Puedes comprobarlo—me pasó la carta con la dirección visible.

Al ver la dirección, me quedé sorprendida, no podía creer que fuera precisamente esa.

—Dime que es una jodida broma, Eitan

Negó con la cabeza.

—No, esa es la dirección

— ¡Maldita sea!

— ¿Qué pasa?— comentó Annie —Nina, es sólo una simple dirección

—No, lo es— intervino Eitan

— ¿Qué es lo que hay ahí?— preguntó Michel.

—Esa dirección, que nos está dando Dissarno, es la misma donde estaba el internado—respondí

Eran demasiadas pistas, como fuera una coincidencia, tenía el ligero presentimiento, de que Dissarno o alguien cercano a él, sabía que nosotros éramos los únicos Stevenson, con vida.

—Ya son muchas coincidencias, sé que algo está tramando y creo que será algo grande. Si no, por qué Dissarno compraría un terreno tan grande y alejado de la cuidad.

— ¿Es grande?

—Demasiado, a lo que recuerdo son varias hectáreas, porque eran los edificios de las habitaciones, el de la escuela, las canchas, estacionamiento, jardines, era bastante grande, pero después del incendio lo único que quedaron fueron los edificios quemados. Lo que no capto es porque ahí, si Dissarno tiene la posibilidad de comprar cualquier terreno que le plazca en la ciudad, fue a comprar este precisamente.

— ¿Alguna otra pregunta, Nina?— me preguntó Eitan mirándome a los ojos fijamente.

Negué con la cabeza, pero mi semblante era triste.

—No te preocupes—tomó mi mano—todo saldrá bien. Si nos apegamos al plan, pronto pagará por todo— apretó mi mano

—Gracias, Eitan— sonreí.

Lo único que necesitaba era un consuelo. Sí, era fuerte, pero comenzaba a quebrarme. Dejar toda una vida de tranquilidad y comodidad, a la que estaba acostumbrándome, no sería sencillo. Pero esto, tenía que terminar de una vez por todas.

Todo el tiempo estuvimos con el enemigo y nunca nos dimos cuenta.

*****

— ¿Cuántos trajes llevas?— le pregunté a Adam, ayudándolo a empacar.

—Llevo cuatro. Sólo estaré dos días Nina, no me iré para siempre— se acercó a mí y tomó mi cintura.

—Uno nunca sabe si los puedes llegar a necesitar.

—Me encanta que te preocupes por mí— me besó con ternura.

—Es lo que las esposas hacen, ¿no?

—Sí y para mi fortuna tengo a la mejor.

Mi sonrisa desapareció en dos segundos, cambiando mi alegre rostro por uno entristecido.

— ¿Qué te pasa?, ¿Por qué ese cambio de ánimo?

No podía decirle la verdad

—Te extrañaré— era una mentira, lo extrañaría, aunque él sólo se fuera dos días, cuando regrese yo ya no estaré.

—Sólo me voy dos días.

—Sí, pero para mí serán eternos— le dije

—Para mí también lo serán.

— ¿Estás listo?— le pregunté

—Sí— tomó la maleta

Bajé, tomé las llaves del Cadillac del plato sobre la mesa, donde las teníamos, de las avente a Adam y las atrapó

—Manejas tú— expresé al aventárselas.

—Muy bien Señora, sus deseos son órdenes.

Me subí, él metió a maleta a la cajuela y se metió en el asiento del piloto. Nos fuimos con rumbo al aeropuerto de San Francisco. Después de un poco más de una hora de camino llegamos al aeropuerto, estacionó el coche y entramos tomados de la mano a la sala de espera. Nos sentamos, él me abrazó

—Te extrañaré— besé su mejilla

—Yo también— besó mi frente y me abrazó con fuerza.

Los minutos transcurrieron y escuché la voz de una mujer decir que el vuelo ya estaba listo.

"A todos los pasajero del vuelo 213 con destino a Nueva York, favor de abordar por la puerta número 3, a todos los pasajeros del vuelo 213 con rumbo a Nueva York, favor de abordar por la puerta número 3"

—Creo que ya es hora— se levantó

—Que tengas un excelente vuelo— lo abracé de nuevo, esa vez, no quería soltarlo.

—Te amo Nina, nunca lo olvides— me besó apasionadamente

Lo sentí como una despedida, la despedida que necesitaba para no sentirme culpable

— ¿Por qué suena como si no te fuera a ver en mucho tiempo?

Él sonrió

—Te veo en dos días, estaremos en contacto por mensajes de texto y correos electrónicos.

Le sonreí levemente apenas se notaba que era una sonrisa.

—Oye— levantó mi rostro tomando mi barbilla —No te pongas triste, es poco tiempo.

—Lo sé, te amo

—Y yo a ti— me besó nuevamente. Se fue, lo vi desaparecer que lo llevaba hacia la puerta en donde abordaría su vuelo.

Sentí la necesidad de correr detrás de él, abrazarlo, contarle toda la verdad y no irme a Boston, pero era inevitable, todo estaba planeado y no podía retractarme, no en ese momento. Adam se giró, me dijo adiós con sus manos, yo hice lo mismo y siguió caminando, hasta que no lo vi más.

—Adiós Adam, te amo y nunca lo olvides—expresé en voz baja, como un susurro.

Esperaba, anhelaba, que pudiera perdonarme, pero tenía que hacerlo. No permitiría que Dissarno le hiciera algo a él o alguien más, ya no. 

Mentiras EstafadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora