Capítulo 51

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Desperté amarrada de manos y pies, tirada en un colchón viejo. No reconocí el lugar, parecía una especie de bodega abandonada. No sabía cuánto tiempo había pasado. Como pude me senté. Escuché pasos dirigiéndose hacia mí. Era Marie.

—Hasta que despierta su majestad, ¿dormiste bien, Bella Durmiente?— expresó en tono sarcástico.

— ¿Qué hago aquí?

— ¿No lo recuerdas? Lain y yo te trajimos, eres nuestro pequeño encargo, así que no me des problemas, si no te ira mal.

La miré con recelo

—No me hagas enojar, que no me caes nada bien. Nunca te soporté, ¿sabes lo difícil que fue tener que ser amable para ti? Fue horrible, lo peor de mi vida

—Pensé que lo peor de tu vida, fue caer en las drogas y ser una drogadicta al igual que Lain.

—Eres una..— levantó la mano para pegarme

— ¿Qué haces?— le gritó Lain al entrar —No la toques, a ella el jefe la quieren sin ningún rasguño. Así que mucho cuidado en como la tratas, te quedarás aquí con ella, voy con el jefe— se fue.

— ¿Por qué haces esto? —le pregunté cuando estuvimos solas

Arqueó una ceja

—Por el dinero, tú no te mereces tener lo que tienes. ¡Qué fácil! Te casas con un empresario multimillonario y te das los lujos de princesa, ¡qué buena vida te conseguiste!

—No sabes lo que dices. Soy como tú, una estafadora, una ladrona.

—No te creo

—Pregúntale a Lain, él sabe de lo que estoy hablando. Además sé muchas cosas que tú no sabes, Gretchen.

— ¿Cómo sabes mi nombre?

—Ya te lo dije. No eres la única con secretos y doble vida Gretchen Scheider.

Ella se quedó callada y mejor se fue de la habitación. Me quedé sola, de nuevo. Analicé la habitación, buscando alguna ventana, salida o algo que me pudiera servir, pero no lo encontré. Todo estaba en silencio, a lo lejos pude escuchar un barco, lo que me hizo pensar que estaba cerca de la costa. Anhelaba que Adam, estuviera buscándome.

Estando encerrada aquí. Todo pasaba muy lentamente, no sabía si los segundos eran minutos, menos si estos se volvían horas. Era frustrante, esperaba que no se dieran cuenta de mi condición, si eso pasaba las consecuencias serian desastrosas.

Escuché como abrieron la puerta, era Marie, traía una silla, la puso frente a mí, se sentó y me miró fijamente.

—Luces tan indefensa, eres una cosa insignificante.

Sonreí de manera perversa.

—Si me soltaras, sabrías que no soy lo que luzco

—No voy a caer en tu juego.

— ¿Por qué haces esto, realmente? Si en verdad es por el dinero, te puedo dar mucho más de lo que Lain te paga.

—Ustedes los ricos, siempre pensando en su absurdo y estúpido dinero. Nada de lo que tú puedas ofrecerme se compara con lo que ganaré con Lain—se paró, me dio una cachetada y se sentó, de nuevo —Estoy de buenas, creo que te contaré una pequeña historia. Una noche fría de enero vino al mundo una pequeña princesa en la ciudad de Berlín, pero su familia decidió mudarse a un país desconocido en busca de una mejor vida para todos los integrantes. Ella tenía sólo seis años cuando se mudaron a ese país, pero dos años después unos desgraciados mataron a sus padres, todo porque ellos se reusaban a darles el dinero que con mucho esfuerzo habían ganado trabajando para unos ricos que los sobreexplotaban por un sueldo mínimo. Después de eso, se llevaron a la dulce niñita a un orfanato, en el cual la trataban muy mal, pasó el tiempo. La niña se convirtió en una jovencita, cuando tenía quince años, en una noche lluviosa, se escapó, para nunca volver. Vivió en la calle y cuando estaba sin fuerzas para seguir, conoció a una persona que la ayudó a salir adelante.

La miré sin expresión. Sabía que la niña de la historia era ella.

—Creo que sabes quién es la niña de la historia y el héroe que la salvó

— ¿Héroe?— bufé —ese infeliz no tiene nada de héroe.

—Estas celosa, porque él es perfecto.

—Te tiene segada.

—Tú no entiendes nada. No sabes cómo sufrí viviendo en la calle, no lo entiendes en lo más mínimo. Tu siempre fuiste rica, tus padres siempre te dieron todo lo que querías.

—Te equivocas. Entiendo tu dolor, más de lo que te imaginas. A mis padres también los mataron. Lo hizo un desarmado ansioso de poder, quedé huérfana cuando tenía 11 años

—Tú no viviste en la calle, tenías a toda una familia a tu alrededor que te quería y te apoyaba en lo que tú querías hacer.

—Claro que no. No sé qué es lo que te haya dicho Lain acerca de mí, pero él no tiene la más mínima idea de todo lo que he sufrido en estos 11 años. Yo también tengo mi historia.

Escuché una voz muy familiar, era Dissarno, quien venía seguido de Lain y Adam, disfrazado de Adam Steven.

— No tienes idea de cómo me gustaría escuchar tu historia, para saber de una vez por todas como diablos tú y tu hermano escaparon de ese incendio hace años— comentó Dissarno.

— ¿Qué?— fingí confusión.

—No te hagas la desentendida, que no te queda, Nina. Sabes perfectamente de lo que estoy hablando. Eres una Stevenson, o mejor dicho una Dissarno. Sí, Nina. Sé toda la verdad.

Mentiras EstafadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora