Capítulo 23

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No podía dejar de pensar en las palabras que Adam dijo con su partida: "Sólo serán dos días". Para él lo eran, para mí, no. Cuando el regresara de su viaje a Nueva York, ya no estaría en nuestra casa.

Estaba recostada en mi vieja cama, mirando hacia el techo, esperando la respuesta de un ser divino a todas mis preguntas y dudas, cuando alguien tocó a mi puerta.

Era Eitan.

— ¿Estas lista?— preguntó al entrar.

—Sí—respondí con poco ánimo.

—Bien, el taxi no tarda en llegar

—Está bien, tú sólo avísame cuando llegue.

Él asintió y cerró la puerta.

*****

Estábamos sentados en la sala de espera, solo quería que esa voz nos dijera que teníamos que abordar, aunque que algo en mi quería que ese vuelo se cancelara, pero era imposible.

Estaba tan sumida en mis pensamientos, cuando escuché a esa voz: "Pasajeros del vuelo 189, con destino a Boston, favor de abordar por la puerta 5, pasajeros del vuelo 189, con destino a Boston, favor de abordar por la puerta 5".

—Comienza el juego.

Nos levantamos

Le dimos nuestros boletos y pasamos por el túnel hasta llegar al avión y buscar nuestros lugares, nos sentamos. Cuando todos los pasajeros abordaron, la sobrecargo, nos comenzó a dar las instrucciones, después de verla contonearse un rato, el piloto dio la orden para abrocháramos el cinturón de seguridad, porque íbamos a despegar.

Estando en el aire, a varios pies de altura. No dejaba de pensar en todo lo que había pasado y lo que estaba por venir. Cerré los ojos y caí en un profundo sueño.

Sentí como unas manos agitaron mi hombro, cuando desperté vi a Eitan

—Despierta, ya vamos a aterrizar. Abróchate el cinturón—

Soñolienta, lo hice.

Estaba nerviosa. Volver a ver a Dissarno, me ponía así. Teníamos cerca de tres años sin verlo.

Bajamos del avión. Buscamos nuestras maletas y nos dirigimos a la salida. En ese lapso me sentí observada, supe en ese momento que nos vigilaban.

Estando en el estacionamiento, Eitan le quitó el seguro a la camioneta, pero nos indicó que prestáramos atención en donde sonaría.

—Escuchen muy bien donde va a sonar.

Escuchamos que al fondo sonó una camioneta. Nos acercamos, él volvió a presionar el botón y esa era la camioneta.

—Esto debe de ser una broma— expresó Annie

— ¿Por qué lo dices?— le pregunté

—Como se le ocurre a Dissarno darnos una Escalade 2013 color negro, sabiendo que están detrás de él.

—Por favor, conoces a Dissarno, a él solo le gusta lo mejor y a estas alturas ya se las habrá arreglado para que no lo atrapen— indicó Eitan

—No te preocupes todo va a salir bien, recuerda que tenemos un plan— le dijo Michel al darle un abrazo y un beso en la frente a Annie.

— ¿Qué estamos esperando? Hay que subirnos o ¿esperaremos a que nos atrapen? —comentó Eitan.

Annie abrió los ojos como platos.

—Es broma— le dijo Eitan

—Sí, claro— respondió ella en tono sarcástico.

Pasó a un lado de él y chocó su hombro al subirse a la parte trasera de la camioneta.

Los chicos subieron las maletas. Estando en la camioneta, vi por el espejo retrovisor como Eitan le aventó las llaves a Michel, eso indicaba que él manejaría

Abrieron las puertas y se subieron

— ¿Están listos? —preguntó Michel antes de arrancar.

Asentimos.

—Es tiempo de jugar— arrancó la camioneta y nos dirigimos a la nueva guarida.

Cruzamos la ciudad para poder llegar. Sólo veía a la gente pasar por la ventana, como siempre, cada quien sumergido en sus problemas.

Llegamos al lugar. Nos recibieron varios chicos, cuyas caras no reconocí, supuse que eran nuevos. Nos trataron de tal forma, que me sentí como una superestrella llegando a un hotel, cuando te dan un trato preferencial. Nos llevaron a una sección en donde estaban los dormitorios, el lugar seguía siendo tan grande, como lo recordaba. Nos comenzaron a dar explicaciones, de donde estaba cada sección. Cuando al fin llegamos a las recámaras nos dijeron que estaba dividida entre hombre y mujeres. Dissarno no quería que hubiera intimidad, para que no hubiera embarazos que pudieran arruinar sus planes. Me tocó dormir con Annie en la habitación. Dejamos las cosas y me fui a dar un recorrido por el lugar para familiarizarme. Aunque el lugar fue el internado, en el cual, estuvimos Eitan y yo, las cosas habían cambiado y necesitaba ver los lugares estratégicos que nos pudieran servir.

Dando mi recorrido, solo veía como los demás me miraban y seguían con sus labores, me veían como bicho raro, como si no encajara. Recordé la primera vez que llegué a la guarida, cuando Annie y Michel nos llevaron a presentarnos con Dissarno, todos nos miraban como si no fuéramos a encajar, pero terminamos siendo completamente necesarios para su equipo.

A lo lejos puede ver como Eitan platicaba con Jerry, estaban poniéndose al tanto después de no verse en largo tiempo. Aunque siempre se veían, nunca platicaban más que de asuntos estrictamente laborales y confidenciales.

Sentada en un tronco, debajo de un árbol, pude divisar como varias camionetas, se acercaron. Debían ser más personas.

Las camionetas se estacionaron a unos cuantos metros de distancia de mí. Me paré y caminé para tener una mejor vista, pero sin que ellos me vieran. De ellas bajaron más personas, de las cuales no conocí a ninguna. Hasta que bajó la última persona. Era un hombre, alto, de cabello castaño, piel bronceada, ojos castaños y expresivos y una maldita alma negra. Lo conocía de sobra.

Al ver quién era, salí de mi escondite, él me sonrió.

—Nina—lo escuché pronunciar mi nombre. 

Mentiras EstafadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora