Capítulo 49

31 2 0
                                    



La fiesta salió como lo había planeado. Fue todo un éxito, despedimos a todos los invitados y nos quedamos los cinco en la sala de estar. Les ofrecí café y comenzamos a platicar.

— ¿Qué es lo que tienes que decirnos? —preguntó Eitan

— ¿Eitan recuerdas lo que me dijiste?

— ¿Sobre qué?

—Sobre el parentesco que hay entre papá y Dissarno.

— ¿Qué hay con eso?

—Adam me dijo que confirmó que Dissarno es el hermano de papá

— ¡Maldita sea, ya lo sabes!—Eitan pasó su mano por el cabello. Me levanté y me paré frente a él

— ¿Ya lo sabías? —lo empujé del hombro— ¿Por qué no me dijiste?

—No quería preocuparte, le puede hacer daño a tu bebé—se paró, caminó hacia Adam—y si eso pasa, será tu culpa— lo empujó, pero no se movió ni un poco.

—Cálmate, Eitan— le gritó Michel

—No entienden

—Claro que te entendemos— intervino Annie al hacerle un gesto a Michel para que lo agarrara.

Michel lo tomó con fuerza de los brazos, evitando así que fuera a hacer algo estúpido. Lo sentó en el sillón, aún agarrándolo y con calma comenzamos a platicar.

— ¿Qué es lo que te pasa?— le preguntó Annie.


Miré fijamente su comportamiento agresivo, siempre se debía a algo. Eran las consecuencias de diferentes acciones acumuladas, las cuales explotaban, como en esta ocasión.

—Algo tienes—me senté a un lado de él— ¿Qué es lo que está pasando?—le toqué la rodilla, él se calmó y Michel lo soltó.

—Son muchas cosas Nina. El regreso de Dissarno, tu embarazo, el parentesco de Dissarno con papá y lo que me tiene a más no poder es...— Se quedó callado, no continuo, miraba fijamente a Adam y él también lo hacía. Algo me ocultaban

— ¿Qué demonios me ocultan ustedes dos?— me paré rápidamente

—Nada Nina— me tomó de los hombros para que me relajara, pero no lo consiguió.

—Maldita sea, díganme ¿Qué es lo que esconden?— les grité. Sentí una punzada muy fuerte en el vientre — ¡Ay!— grité

— ¿Qué te pasa?— gritó Annie

—Me duele aquí— señalé mi vientre, me mareé y caí, por suerte Adam reaccionó rápido y me sostuvo entre sus brazos —Todo estará bien— fue lo último que recuerdo antes de cerrar los ojos y perder el conocimiento.

Entre sueños escuché como platicaban entre ellos, pude notar preocupación en sus voces.

—Tenemos que llevarla al hospital.

—No reacciona.

Cuando desperté estaba en una habitación blanca, escuchaba un pitido y tenia conectada una intravenosa. A mi lado estaba Adam, sentado en una silla, dormido, sostenía mi mano con la suya. Al ver ese gesto la apreté. Él despertó.

— ¿Cómo estás? —preguntó. Noté una sonrisa de alivio en su rostro.

— ¿Qué fue lo que pasó? —Lo último que recordaba era haberme desmayado por el dolor que sentí en el vientre.

—Te desmayaste

— ¿Y por eso estoy en el hospital?

—Cuando te recostamos en el sillón, te dimos a oler alcohol pero no reaccionaste, te trajimos de inmediato aquí al hospital.

— ¿Hace cuanto fue eso?

—Ayer

— ¿Qué fue lo que dijo el médico?

No me respondió, porque alguien entró a la habitación. Eran el doctor, un hombre de unos cuarenta años, su nombre, Pedro Mena.

—Veo que ya despertó, señora Jones, ¿Cómo se siente?

—Un poco mareada

—Es normal— dijo mientras revisaba mis signos vitales.

—Ya sabe que no tiene que estar expuesta a reacciones muy fuertes por su estado—hizo una revisión de rutina —le puede hacer daño al bebe, además de que no es sano para su salud.

—Lo sé, doctor

—Tiene que estar en reposo y alimentarse sanamente.

Comenzó a darme una serie de recomendaciones de las cuales Adam prestó mucha atención, pero yo seguía pensando en que es lo que Eitan y él me ocultaban, lo más probable era que Nicholas estuviera involucrado, tenía que preguntarle.

— ¿Quedó claro, señora Jones?

—Por supuesto, Doctor— le mentí, tenía que hacerlo, ya que no presté ni la más mínima atención a lo que dijo.

El doctor salió, entonces entraron Eitan, Annie y Michel

—Vaya susto que nos diste, Nina

—Lo siento—me disculpé

— ¿Está todo bien?

—Sí —contestó Adam —el bebe está muy saludable.

—Que bueno.

—Me alegra que no te haya pasado nada malo. Nos diste un buen susto— me abrazó

******

Estaba recostada en la cama. Adam me mantenía en reposo, no me dejaba hacer nada en absoluto. Después de las recomendaciones que dio el médico, me cuidaba y me mantenía en reposo total, ni siquiera me dejaba ir a trabajar, pero era la excusa ideal para poder ir a averiguar por mi propia cuenta que era lo que ellos no me quisieron decir. Así que luego de que Adam se fuera esperé 30 minutos y como no regresó, me levanté de la cama, me bañé, me cambié, me puse los jeans que no me quedaban ajustados, una blusa color rosa y unos tenis, de mi armario tomé una peluca y una bolsa, tomé los lentes de sol del tocador, bajé, tomé las llaves del Cadillac y salí de la casa a toda marcha. Mi primera parada la oficina de Nicholas.

Mentiras EstafadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora