Capítulo 13

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—A ver si entendí; Merlon les dijo que debíamos volver a hacer una búsqueda en aquellas montañas a las que fuimos hace unos días, porque tiene la sensación de que algo raro está pasando en Karmaland —dijo Luzu, sin entender mucho la situación.

—Correcto —afirmó Fargan.

—¿Y se puede saber a qué se deben estas sensaciones extrañas? —Preguntó Lolito, también confundido.

—Últimamente han habido robos un tanto extraños. La mayoría de las cosas robadas fueron materiales y objetos para encantamientos y pociones. Lo raro de esto es que fueron realizados entre la fecha en la que se identificó una «concentración de magia» en las montañas que hay a la lejanía —explicó Alexby.

—La verdad es que sí es bastante extraño —opinó Vegetta.

—Yo creo que deberíamos de realizarla. Algo se nos tuvo que haber pasado por alto. Es imposible que no haya ningún indicio —propuso Willy.

—Concuerdo con él. Mi intuición me dice que aquí hay algo que no huele nada bien —coincidió Auron.

—Sí; hay algo más detrás de todo esto. De eso estoy seguro —concordó Luzu.

—De acuerdo. ¿Cuándo la haremos entonces? —Preguntó Fargan, entusiasmado.

—Podríamos hacerla mañana. Dudo que alguno de ustedes tenga algo importante que hacer con sus vidas, y sé que a todos nosotros nos gusta un poco salir de la rutina —propuso Alex.

Todos estuvieron de acuerdo ante la propuesta del más bajo del grupo.

Una vez organizado el plan, cada uno siguió su camino. Lolito y Auron se fueron juntos, ya que ambos no tenían nada que hacer, y se divertían mucho cuando se reunían, así que decidieron pasar un día solo los dos.

—Son demasiadas cosas para resolver, ¿no crees? —Comentó Lolito repentinamente.

—Sí. Hay bastantes cosas para analizar, y no se me da nada bien resolver tantas situaciones juntas —coincidió Auron.

—Es algo estresante, pero dicen que todo tiene una solución ¿no?

—Sí, pero es más difícil encontrarla cuando hay varios problemas acumulados.

De repente, un mensaje le llegó a Auron. Miró el intercomunicador sin mucho interés. Solo quería estar un momento relajado y pasar una tarde divirtiéndose junto a su amigo; ¿era mucho pedir? Pero aquel desinterés se esfumó cuando leyó el mensaje. Este fue enviado por su asistente del hospital.

—Lolito, debo irme un segundo. Tengo un paciente en el hospital.

—No te preocupes, te acompaño. De todos modos, no tengo nada que hacer.

—De acuerdo.

—¿Quién es aquel paciente al que tienes que atender?

—Uno de los problemas que debemos resolver lo más pronto posible.

[...]

Rubius se hallaba sentado en una de las sillas que había en la sala de espera del hospital. Su semblante demostraba incomodidad y angustia. Nunca le habían gustado los hospitales, pero algo le estaba sucediendo, y prefería averiguar qué era a tener que esperar a que el problema se resuelva solo. Además, Mangel lo obligó a ir, así que no tenía mucha opción.

Mantenía su cabeza gacha ante el agobio que sentía al estar allí. No quería que miradas curiosas se posaran en él. Ojos que reflejaran lástima, o se preguntaran la razón por la que estaba ahí. Además, sabía quién lo iba a atender, ya que la recepcionista se lo había contado.

Almas unidas (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora