Capítulo 10

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Un albino caminaba a paso nervioso por los senderos de Karmaland. Se dirigía a la casa de su mejor amigo: Vegetta. No sabía por qué se encontraba en ese estado, pero no podía evitar sentirse así.

Al llegar, por alguna razón tomó una gran bocanada de aire, y al exhalarla, tocó la "puerta" de la mansión del de ojos violeta. No pasaron muchos minutos cuando un sorprendido Vegetta mostró su presencia al abrir la entrada principal de su casa.

—Willy, ¿qué haces aquí? —Preguntó el dueño de la mansión.

—Quería hablar contigo. ¿Puedo pasar?

—Claro, entra —le respondió, cediéndole el paso al de boina verde.

Caminaron en silencio hacia el hogar de Vegetta. Willy se sentía algo extraño. No sabía el porqué, pero era una sensación un tanto inexplicable.

Se adentraron en la sala de estar y se sentaron en un sillón.

—Bien, ¿de qué quieres hablar? —Preguntó Vegetta, inquisitivo.

—Es sobre Rubius. ¿Has visto cómo se encontraba hoy en la montaña? Anda muy raro. Ya sé que he dicho que hay que entender que la situación que atraviesa no es nada sencilla, pero hay algo más allá de eso; puedo sentirlo —empezó a contar Willy.

—No sabría decirte, compañero. Después de todo, tú mismo fuiste el que me aclaró que había que darle su espacio —le contestó su amigo.

—Lo sé, pero no me vas a decir que no sientes que hay algo extraño en todo esto.

—No te voy a mentir; presiento que lo que me dices es correcto. Su actitud era demasiado rara como para que sea solo una etapa depresiva.

—Deberíamos de hablar con él; aunque sea, para desmentir nuestros presentimientos. No quiero estarle tanto encima pero, solamente necesito una charla; con eso me conformo.

—Tienes razón; podríamos tratar de conversar con Rubius. No voy a aguantar más sus comentarios distantes; quiero que comprenda que se puede desahogar con nosotros.

Willy asintió ante lo que opinó su amigo. De repente, se perdió entre sus pensamientos. Se encontraba muy preocupado por todo lo que estaba sucediendo últimamente. Eran muchas cosas para procesar y resolver, pero la verdad es que se estaba complicando.

Vegetta notó el cambio de actitud de su visitante, así que apoyó su mano en el hombro de su amigo, provocando que este saliera de su propio mundo. El de ojos violetas le dedicó una sonrisa, y su compañero le devolvió el gesto.

—¿Todo bien, chiqui? —Preguntó con tono delicado.

El de boina verde se sobresaltó ante esto. Hacía mucho que no lo llamaba por ese apodo.

—Sí, todo correcto —mintió. Su tono de voz fue nervioso. Nada estaba bien.

—Willy, sabes que no puedes engañarme. Te conozco bastante bien; así que, como tu mejor amigo, te pido que me expliques qué es lo que te está afectando.

El albino suspiró y asintió, para luego, responder:

—Es que toda esta situación me está abrumando. Nunca creí que iba a ser tan difícil. Rubius anda muy mal desde hace varios días. No sabemos cómo ayudarlo, y él tampoco nos está permitiendo que hagamos eso. Y ahora resulta que se identificó una concentración de algo muy extraño en las montañas; según ellos, magia. Y trato de estar lo más calmado posible para no dificultar las cosas, pero ya estoy en mi límite, Vegetta.

Almas unidas (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora