Capítulo 14

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—¿Con quién estás hablando, Rubius?

Lolito entró repentinamente al consultorio. Se encontraba realmente confundido. Se cruzó con Auron por los pasillos y le preguntó si podía ir a ver a Rubius, a lo que su amigo le respondió que sí. Cuando se dirigió a la sala, pudo oír claramente al de pelo blanco conversando con alguien, pero al entrar no vio a nadie. Su vista se clavó en Rubius y su mirada reflejaba inquisición, esperando a que su amigo le diera una respuesta.

Rubius y Mangel se miraron. El de gorra intentaba buscar algún tipo de ayuda por parte del otro, pero el de cabello castaño tampoco sabía qué excusa podía decir.

—Rubius, no hay nadie aquí, y no me creo que estuvieras hablando solo. ¿Qué sucede?

Lolito lo observaba con el ceño fruncido y Rubius no sabía qué responderle.

Suspiró, rendido, al no ocurrírsele alguna excusa lo bastante creíble. Mangel clavó su mirada en su amigo al saber lo que iba a contarle al pelirrojo.

—Estaba..., hablando con Mangel —murmuró por lo bajo.

—¿Qué?

—Era Mangel con el que charlaba hace unos momentos —dijo ahora más alto para que su amigo lo escuchase.

Lolito se quedó atónito ante la respuesta. Mangel también se sintió perplejo ante lo dicho por su compañero. El de cabello castaño fijó de nuevo su mirada en él, desconcertado.

—Rubius, si esto es una broma no me gusta para nada —rio levemente Lolito.

—No es una broma.

Rubius agachó la cabeza, apenado.

—No me mientas. Sabes muy bien que no me gustan las mentiras.

—No te estoy mintiendo...

Su comentario fue interrumpido por el grito que liberó el pelirrojo.

—¡Sí lo estás! ¿En serio piensas que voy a creer que estás hablando con un fantasma? —exclamó.

—Lolito, te estoy diciendo la verdad.

—Rubius, he soportado todos tus dilemas, y he seguido apoyándote a pesar que estuvieras aislado de todos nosotros; pero esto no lo voy a soportar —comentó Lolito, para luego largarse rápidamente de la sala.

En el rostro de Rubius algunas lágrimas descendían con lentitud. No quiso hacer sentir de aquella manera a su amigo, pero no supo qué explicación le podría haber dado. Y lo admitía, sonaba como una verdadera locura aquello, pero, ¿qué pudo haber dicho?

Al ver que Rubius comenzó a llorar, Mangel lo abrazó, lo que hizo que las lágrimas descendieran con más rapidez.

De pronto, Auron entró nuevamente al consultorio, extrañado al haberse cruzado de nuevo con Lolito por los pasillos, quien había caminado por ellos con semblante furioso.

—¿Qué ha pasado? —Preguntó Auron, pues no entendía lo que sucedió.

—No te preocupes; solo tuvimos una pequeña discusión —contestó el de pelo blanco, mientras quitaba las lágrimas que yacían en sus mejillas.

—Rubius, soy psicólogo y también un mentiroso profesional. Si vas a querer engañarme hazlo mejor.

El de gorra agachó la cabeza otra vez al obtener aquella respuesta. No quería explicarle la discusión que tuvo con Lolito ya que Auron lo dijo: era psicólogo, y si le contaba iba a pensar que estaba loco.

Al ver que no obtuvo una explicación, Auron suspiró y, luego, dijo:

—Sin embargo, sé que no me contarás lo sucedido, y como tampoco es de mi incumbencia, no insistiré.

Almas unidas (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora