Capítulo 40

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Fenrir miraba el horizonte, sentado en una silla. No veía a nada en particular, solo perdía su mirada en aquel panorama nevado y helado de afuera, saboreando aquellos últimos minutos de tranquilidad. De pronto, dirigió su vista hacia el sol y miró la hora en su reloj.

—Bueno, creo que les he dejado suficiente tiempo para disfrutar de sus vidas. Ya es el momento de comenzar.

Se levantó de su silla y se adentró en su casa. Caminaba lentamente, sin ningún tipo de prisa o apuro. Cruzó su sala hasta dar finalmente con el pasillo, el cual lo guiaba al resto de habitaciones. Una vez dio con su dormitorio, ingresó en él y se dirigió directamente a su mesa de luz. Abrió uno de los cajones y allí dio con lo que buscaba: un libro. Sonrió, triunfante, y se lo llevó, acelerando el paso, para luego salir de su casa nuevamente. Miraba a su alrededor, en un intento de asegurarse que no hubiese nadie que pudiese observar lo que estaba a punto de hacer.

Se topó con un pilar improvisado y buscó entre sus bolsillos. Cuando dio con ello, lo sacó, dejando ver entre sus manos una bonita gema violeta, una pieza prácticamente imposible de encontrar.

—Según aquí esto «concentrará la energía oscura». Bien, comprobemos si es cierto.

Dejó la gema encima del pilar y retrocedió unos pasos. Abrió el libro que llevaba consigo y hojeó las páginas hasta dar con la que buscaba.

Ånder, stige, for i dag skal jeg gi deg muligheten til å stige før oss uansett hvor du er. Jeg gir deg muligheten til å bringe mørke, kaos og ødeleggelse gjennom stedet, uten frykt for en fremtid som vil få deg til å stoppe. Bli med meg, o lojale ånder, som i den fysiske verden, jeg bønnfaller deg.

Tomó unos pocos segundos a que finalmente sucediese algo, sin embargo, un fuerte rayo oscuro golpeó la gema y esta empezó a levitar por sí sola, transformándose en un violeta más oscuro. Liberó unos pequeños rayos, para parar después de unos segundos. No obstante, el cielo se oscureció de repente, ennegreciendo a toda la aldea en el transcurso. Las nubes eran anormalmente negras, logrando que pareciera que fuera de noche, pero no era así; apenas y daban las 17:00 de la tarde.

Creyendo que solo había sido eso lo que sucedió, Fenrir miró a su alrededor, notablamente confundido. Sin embargo, cuando un repentino silencio inundó todo, unos cráteres comenzaron a formarse en la tierra, de los cuales salían una clase de monstruos oscuros. Semejaban ser espíritus, puesto a que se movían de una manera muy rápida y aterradora. Al paso en el que iban, no tardaron en llegar a la aldea, destruyendo todo a su paso. Rompieron casas, negocios, e incluso lastimaron a personas que se cruzaban en su camino. Eran completamente imparables.

Una sonrisa maliciosa apareció en el rostro de Fenrir. Por fin, su plan iba a dar comienzo. Era cuestión de tiempo a que aquellos héroes mostraran su presencia ante él, intentando de detener el mal que había causado.

—Traté de hacer esto civilizadamente, Rubius, pero debido a tu comportamiento tuve que realizar esto antes —comentó para sí mismo, en un tono de burla y travieso—. Veámos qué clase de «Elegido» se supone que eres.—Sentenció firmemente.

(...)

Todos en la aldea escucharon el primer rayo caer. Salieron de sus casas y vieron cómo el oscuro cielo ennegrecía a Karmaland. El grupo de amigos se reunió y se preguntaron qué era lo que sucedía. No fue hasta que Merlon llegó que sus dudas acallaron.

—La concentración de magia incrementó. Creo que finalmente está ocurriendo, muchachos. Hoy es el día.

Al principio no entendieron a lo que se refería, pero cuando divisaron a lo lejos unas figuras monstruosas acercarse hacia la aldea lo comprendieron: hoy su destinto se cumpliría; debían luchar para salvar a Karmaland.

Almas unidas (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora