Todos miraban a Rubius anonadados y confundidos. Todavía no entendían nada de la situación. Antes consideraban a ese muchacho como desaparecido y, de pronto, estaba frente a ellos, con el mentón en alto y recto, sin ninguna expresión más que un semblante serio. ¿Cómo era posible que hacía apenas unos meses veían a un joven deprimido, desarreglado, enojado con la vida, sin querer hacer nada más que acostarse en su cama y llorar todo el día, y ahora tenían ante sí uno seguro y serio, recto como un soldado? ¿Cómo era siquiera imaginable que antes Rubius estaba tan desalineado, de mal humor, sin querer hablar con nadie, sin ser capaz de expresar la gran tristeza que sentía, y ahora se aparecía repentinamente, sin ningún tipo de aviso, en un caballo blanco con fachada de señor de clase alta? Sinceramente, no entendían nada, y esperaban que al menos su amigo pudiera explicarles la situación.
—Bueno, como veo que nadie va a atreverse a preguntar algo, seré yo quien lo haga. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué has vuelto sin avisarnos? —Preguntó Lolito, sin tratar de disimular el enfado con el que cargaba desde su visita al cementerio.
—No me pueden replicar nada; si les hubiese avisado ya habría cinco guardias sosteniéndome, enviándome de nuevo al psiquiátrico, ¿o me equivoco? —soltó abruptamente, sin intentar siquiera de decirlo con tacto.
Sus amigos se hallaban impactados por el tono de voz que usaba. Se le notaba realmente confiado, y eso era casi imposible de imaginar hacía unos meses.
Lolito iba a objetar, pero Vegetta no se lo permitió.
—¿Cómo lograste escaparte del psiquiátrico? Es más, ¿cómo conseguiste librarte de los guardias?
—Esas son preguntas sin relevancia, Vegetita. ¿Cuándo harán la que verdaderamente importa?
Todos se quedaron callados, pensando a qué demonios se refería. No obstante, Auron dijo:
—¿Por qué estás aquí?
Rubius chasqueó los dedos, indicando que había dado la respuesta.
—Exacto. Esa sí es la que interesa.
Willy rodó los ojos y suspiró, ya algo frustrado.
—Déjate de juegos y habla de una vez.
—No es a mí a quien me deben de preguntar por qué estoy de vuelta, sino a sus amigos Fargan y Alexby. Ellos me llamaron.
Todos se giraron, mirando atentamente a los dos oficiales de policía.
—¿De qué está hablando? ¿No era que se hallaba desaparecido? —Interrogó Luzu, realmente desconcertado.
—Así era, pero resulta que Fargan sabía muchas cosas que yo no. ¿Quieres explicarte? —respondió el comisario, mirando de reojo a su compañero.
Fargan carraspeó y comenzó a relatar.
—Oculté a Rubius todo este tiempo. Yo hice que lograra escapar de los guardias y lo envié a una casa en otro pueblo para que viviera allí por tiempo indefinido. Alex y yo tuvimos una plática con Merlon, así que les conté que sabía dónde estaba, por lo que lo llamé para que viniera, puesto a que debíamos hablar. Le expliqué la situación en la que nos encontrábamos y la razón por la que debía de volver. Por eso ahora estamos aquí, para charlar sobre ello.
Todos se quedaron pasmados al oír esto. Después de días buscando a su amigo por distintas partes, preocupándose incansablemente por cómo estaría, resultaba que Fargan conocía su paradero y que, además, fue él quien lo sacó de la aldea.
De la nada, todos se hallaban gritando, preguntándole cien mil cosas por segundo a Fargan, totalmente confundidos por la nueva información recibida. «¿Por qué lo hiciste?», «¿No entiendes que él está mal?», «¿Acaso le crees que está Mangel todavía aquí?», «Tú fuiste quien dijo que Rubius podía no estar bien psicológicamente, entonces ¿por qué ahora lo apoyas?»
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Almas unidas (Rubelangel)
FanfictionDesde la muerte de Mangel en Karmaland, Rubius se deprimió. Andaba desganado todo el tiempo, y a veces en las noches se echaba a llorar durante horas. Pero nadie sabía qué tanto le afectó la muerte de su mejor amigo, ya que él siempre fingía estar b...