Capítulo 33

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Rubius despertó abruptamente de su sueño. Estaba realmente confundido así que se tomó un momento para procesar todo. Mangel también apareció repentinamente a su lado y, al igual que él, se encontraba perplejo. Ambos se miraron detenidamente y, al hacerlo, recordaron todo de súbito.

—Tenemos que escapar de aquí, Mangel, aunque no tengo ni idea cómo lo haremos —dijo casi susurrando para que nadie lo oyera.

—Tú no, pero yo sí —respondió.

De repente Mangel desapareció, dejando muy confundido a Rubius. Sin embargo, la puerta se abrió repentinamente y entendió que Mangel la había forzado.

Se levantó de su cama y dio pasos lentos y cautelosos; pasó por la puerta y salió de su cuarto.

Está despejado —le dijo Mangel telepáticamente.

—¿Desde cuándo puedes forzar puertas? —respondió.

—Digamos que tú no eres el único al que le concedieron poderes.

Rubius se escondió detrás de una pared y esperó pacientemente a que unas enfermeras pasaran. Observó a su alrededor y se dio cuenta que había varias de ellas.

Mierda. ¿Cómo salimos de aquí? —Le preguntó Rubius en su mente.

—Tendremos que tomar un desvío por otro pasillo. Hay una salida de emergencia allí; hay menos enfermeros pero más cámaras de seguridad. Afortunadamente puedo arreglármelas con eso.

—¿Cómo sabes todas esas cosas?

—Cuando te perdiste en el psiquiátrico descubrí mucho sobre este lugar.

De pronto, Mangel mostró su presencia nuevamente ante él.

—Sígueme —le dijo, para luego empezar a caminar por el pasillo que había a su izquierda.

Rubius caminó rápidamente por allí. Trataba de disimular lo mejor que podía ya que si lo veían con una actitud sospechosa podrían pensar que estaba teniendo un brote psicótico, y no podía permitirse un fallo como ese.

Unos enfermeros pasaron por su lado así que se escondió velozmente detrás de una pared. Para su suerte no se percataron de ello y avanzaron por los pasillos con naturalidad. Luego de esto, buscó con la mirada a Mangel y lo vio frente a la otra esquina. El fantasma vio a su alrededor y asintió, indicando que no había nadie. Rubius salió de su escondite y continuaron con la marcha.

Para su fortuna no había muchos enfermeros por los extensos pasillos ya que era la hora del almuerzo, por ende la mayoría de ellos estaban en la cafetería o en otros lugares tomándose un descanso. Los que había por los pasillos los lograron esquivar fácilmente escondiéndose en cuartos vacíos o detrás de paredes.

De pronto terminaron en un pasillo que tenía muchas cámaras. Rubius no podía pasar por ahí sin ser visto. Si los de seguridad veían que había alguien fuera de las zonas de recreo o de sus respectivas habitaciones todo su plan se arruinaría.

Hay muchas cámaras por aquí. ¿Por qué? —Preguntó Rubius telepáticamente.

—Las habitaciones de aislamiento están en el otro pasillo. En caso de que alguno de ellos se escape necesitan la mayor seguridad posible. Debemos de cruzar por aquí y doblar a la derecha. Allí seguiremos derecho y daremos con la salida de emergencia.

—De acuerdo pero, ¿cómo haremos para esquivar todas estas cámaras?

—Déjamelo a mí.

Mangel se hizo invisible de nuevo logrando que Rubius se desesperara relativamente. Los nuevos poderes que había descubierto Mangel eran útiles, pero el hecho que desapareciera y reapareciera repentinamente le molestaba.

Almas unidas (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora