Rubius ya estaba cambiado y listo para irse a lo de su psiquiatra puesto a que hoy tenía otra sesión. En estos momentos se encontraba merendando.
—¿Cómo te sientes? —Preguntó Mangel súbitamente.
—Últimamente me preguntas eso demasiado —respondió Rubius sin hacer contacto visual.
—Prácticamente leo tu alma, por algo será que te lo pregunto.
Rubius lo observó un rato, y luego volvió a bajar la mirada hacia su tazón de cereales.
—Todavía sigues sin responder a mi pregunta —comentó el espíritu.
Rubius suspiró, para luego contestar:
—Es gracioso que a pesar que sepas cómo me siento aun así me lo preguntes.
—Ya te he explicado que prefiero que tú seas quien me lo cuentes.
Rubius dirigió su mirada hacia él. La mantuvo así durante un rato, para finalmente responder:
—Tengo un presentimiento muy malo desde que nuestros amigos me dijeron que tenía una sesión con una psiquiatra, y ha estado empeorando desde los últimos días. Tengo mucho miedo, Mangel; muchísimo.
—Siendo sincero, yo también tengo un mal presentimiento sobre todo esto, pero no nos queda de otra que continuar haciéndolo.
(...)
Mangel y Rubius ya se hallaban en el Centro de Salud Mental. No fue una sorpresa para ellos ver a sus amigos sentados en las sillas de la recepción. Últimamente se quedaban siempre hasta que la sesión finalizara para preguntarle cómo le fue, y, otras veces, se iban un rato antes suponiendo que todo había salido bien.
Cuando la secretaria llamó a Rubius, este fue rápidamente al consultorio, con Mangel siguiéndolo detrás.
Al entrar, pudieron divisar a la psiquiatra sentada en su silla, la cual al percatarse de la presencia del peliblanco se le dibujó una sonrisa en el rostro.
—Hola, Rubén. Toma asiento, por favor.
Rubius obedeció a la orden dada y Mangel se posicionó detrás de él.
—Bueno, ¿cómo estás? —Preguntó la psiquiatra.
—Normal. No me siento ni mal ni bien —respondió sin vacilar.
La psiquiatra anotó algo en su libreta antes de continuar con la conversación.
—Bueno, Rubén, me he dado cuenta que hablas mucho de Mangel en todas nuestras sesiones, y eso me hace suponer que la principal razón de tu tristeza está centrada en él. Además, tus amigos me han comentado que desde la muerte de Miguel andas muy deprimido. ¿Te gustaría explicarme sobre esto?
—Uhm... Claro. Pues, como sabes, Mangel es mi mejor amigo desde hace varios años. Fue la primera persona a la que consideré como un amigo verdadero. Por eso, cuando me enteré de su muerte, quedé devastado; no me lo podía creer. Pero, esa no es la única razón, sino también porque no estábamos en muy buenos términos, y saber que murió cuando nuestra amistad se hallaba de esa forma me deprimió aún más.
La psiquiatra asintió.
—Bien. O sea que, podríamos decir, que Mangel era una persona muy especial para ti.
—Demasiado especial. Él era..., mi otra mitad.
La doctora levantó la cabeza y lo miró fijamente. Aparentemente, ese comentario le causó interés.
—Rubén, ¿puedo hacerte una pregunta solo si me prometes que no te incomodarás?
—Depende cuál, pero, vale.
ESTÁS LEYENDO
Almas unidas (Rubelangel)
FanfictionDesde la muerte de Mangel en Karmaland, Rubius se deprimió. Andaba desganado todo el tiempo, y a veces en las noches se echaba a llorar durante horas. Pero nadie sabía qué tanto le afectó la muerte de su mejor amigo, ya que él siempre fingía estar b...