Capítulo 1

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LINK

Había una luz. Primero era tenue, pero poco a poco se fue haciendo más fuerte e intensa.

"Abre los ojos..."

Una voz. Una voz lejana y distante, que provocó que algo se removiera en mi interior.

"Abre los ojos...", repitió la voz. En esa ocasión sonó clara y nítida.

Y abrí los ojos.

Vi otra luz, borrosa y de color azul.

"Despierta... Link..."

El borrón de luz azul se transformó, a medida que enfocaba la vista, en una extraña... ¿lámpara?

La sustancia líquida que me rodeaba también desapareció. Me incorporé despacio, no sin esfuerzo. Me dolía todo el cuerpo. Aunque podía alegrarme; era la primera vez que sentía algo.

O quizá no fuera la primera vez.

Miré a mi alrededor. Me encontraba en una estancia oscura y circular. Las paredes estaban decoradas con los mismos símbolos que habían tallado en la lámpara que pendía encima mí. Yo estaba sobre una especie de lecho.

Las piernas me temblaron al ponerme en pie, y por un instante estuve a punto de perder el equilibrio. Logré sostenerme de manera casi milagrosa. El hecho de poder mover mi cuerpo como quisiera era una sensación... liberadora.

Me fijé en un pedestal que se erigía frente a mí, a una distancia ridículamente corta. Di un paso, y luego otro, y otro más, hasta alcanzarlo. La construcción pareció activarse al notar mi presencia. Tenía una piedra lisa y rectangular dentro. También la habían decorado con uno de los símbolos que eran visibles en aquel lugar: un ojo del que caía una lágrima. Ese objeto me resultaba vagamente familiar. Forcé la memoria para intentar averiguar el motivo, pero fue en vano.

Dentro de mí solo había vacío y oscuridad.

"Coge la piedra sheikah", intervino la voz. "Te servirá de guía ahora que has salido de tu letargo"

Aunque no sabía nada de ningún letargo, decidí no hacer objeciones y obedecer.

Extendí el brazo y cogí la piedra sheikah, sosteniéndola con cautela entre ambas manos. Y, de repente, la superficie lisa del artefacto se iluminó. Me sobresalté y la observé durante un rato, a la espera de que algo ocurriera. Cuando llegué a la conclusión de que no sucedería otra cosa y la piedra se mantendría en ese estado, sentí una leve decepción. Desvié mi atención de aquel objeto y la dirigí hacia la puerta que bloqueaba la salida. Se abrió lentamente, haciendo que ante mí se extendiera un corto pasillo iluminado por antorchas de brillo azulado.

En aquel mismo pasillo, habían cajas y varios barriles, rotos y con la madera podrida y desgastada por el tiempo.

"¿Cuánto tiempo?", pregunté para mis adentros. No obtuve respuesta.

También me topé con dos cofres. Dentro tenían ropa, ropa que no dudé en ponerme, con dedos algo torpes. Aunque me fuera algo pequeña, aquello era mejor que andar por ahí sin nada.

Seguí avanzando hasta el final del corredor. Allí vi otro pedestal; ese no tenía ninguna piedra en su interior.

"La piedra sheikah te abrirá el camino. Acércala al terminal"

Aquella voz hacía que, por alguna razón, me estremeciera. Era dulce y familiar, y me di cuenta de que... De que me gustaba oírla.

Hice lo que me decía. Con solo un leve contacto, el terminal se activó. "Piedra sheikah verificada", leí. "Se desbloqueará el acceso al exterior."

El Héroe de HyruleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora