Remedy

Si vuelvo a caer.

Os recomiendo muchísimo escuchar las últimas tres canciones añadidas a la playlist de Remedy para leer este capítulo. También os recuerdo que la actualizo cada vez que subo capitulo para acompañar la lectura.
enlace: https://open.spotify.com/playlist/3XIWrVhazYGVqyN9PaLl5B?si=xoVWBJKtS8aDluYSUH8YjQ

-------------

L.J Morgan

La habían llamado a las seis de la mañana desde el hospital. Un chico de unos diecinueve años había sido tiroteado por la organización para la que vendía droga. El joven trataba de reunir dinero para sacar a su madre y su hermano de la ciudad. Era un niño, metido en cosas oscuras. Un niño que solo quería darle a su familia una oportunidad de tener una vida mejor lejos de allí.
Cuando llego al hospital para intervenirlo, la cara de Lara Harris, por primera vez desde que ella trabajaba allí, estaba roja de haber llorado y con gesto pesadumbroso.
Su jefa trato de calmarla, apoyarla para que hiciera lo mejor posible. Y L.J quiso creer que lo conseguiría.
Al quirófano para asistirla habían entrado residentes con los que habitualmente no trabajaba ya que tanto Isabella como Gio no se veían capaces de presenciar aquello.
En la camilla, el joven moreno de pelo rubio permanecía anestesiado, muy pálido y con el pulso pendiendo de un hilo.
Lo había traído el mismísimo superintendente, al que ella había oído gritar en el hall de entrada totalmente frustrado ante la injusticia que había presenciado.
Los policias que se encontraban con él, no eran sus más allegados, por lo que no supieron tratar con su jefe totalmente hecho trizas por ver aún chico que perfectamente podría haber sido Gustabo o Horacio cuando vivían en la calle.
Ella no habló con nadie, solo escuchaba y asentía, trataba de mantenerse centrada, cuando en su cabeza no dejaban de dar vueltas las palabras de su progenitor cuando había suspendido una materia:

"-Un Morgan no debe fallar Lara Jin.- Había dicho el hombre moreno con el gesto serio y el ceño, como siempre, fruncido.

-Lo sé papá, pero es que....- Trataba de decir ella, apenas tenía unos trece o catorce años.

-No hay peros. Las responsabilidades que tenemos para/con nuestro trabajo son algo en lo que no podemos fallar.- Agregó sin dejar el duro tono de voz.

Ella no quería ni mirar la cara de su única familia, pero sabía que su padre se lo exigía siempre que tenían una conversación tan seria como aquella.
Para ser un simple profesor de literatura de una universidad cualquiera, era un hombre serio, de carácter fuerte y demandante, con, por encima de todas las cosas, un sentido muy fuerte de la responsabilidad.

-Si te permites dudar, si te permites fallar, solo estarás contentando a quien desea verte caer.- Dijo esta vez con la voz un poco más suave, con sus ojos grises dejando ver la comprensión pero solo por milésimas de segundo.- Debes recomponerte y afrontar lo que la vida te pone delante Lara Jin, el mundo ahí fuera es diabólico.

Y a ella no se le borraría aquellas palabras nunca aún si quisiera olvidarlas."

Su padre no llegaría a saber cuánta razón tenía.
En aquél momento, fallar significaba que un niño de apenas diecinueve años, en la flor de la vida, moriría dejando a una madre rota de por vida y a un hermano marcado para siempre.
Respiró hondo y tratando de hacer acopio de toda la frialdad de su cuerpo comenzó a dar órdenes a los residentes.

Pero daba igual. Daba igual cuantas balas quitase, porque habría tres trozos de metralla más en el cuerpo del chico que habrían dañado sus pulmones, su corazón e incluso su hígado.
Había entrado dos veces en parada mientras le intervenía. Trataba de resistir con todas sus fuerzas pero, perdía mucha sangre y con sus órganos dañados realmente poco importaba cuantas bolsas de sangre le pusieran para reponer la anterior.
Sus manos trabajaban rápido, pero con cuidado y eficacia, como lo harían normalmente, cuando percibió que su pulmón derecho ya no funcionaba, estaba inservible de la tanta metralla que había recibido.
No le quedó mas remedio que retirarle aquél organo y esperar por mucha suerte que el chico pudiese sobrevivir.
Continuó retirando metralla, tratando de reparar los órganos vitales en el camino.
Era una batalla contra reloj en la que se enfrentaban a la muerte, que parecía totalmente decidida a llevarse al chico.