Remedy

Extra: We, the family.

Horacio mira fijamente su teléfono sin verlo realmente. Pensó que podría distraerle mientras acompañaba a un inconsciente Greco en la habitación del hospital.
Hacia apenas unas horas que Morgan había aparecido ojerosa y pálida para quitarle el respirador y cambiarlo por una simple mascarilla de oxígeno, para que los pulmones comenzasen a trabajar solos otra vez, le había explicado ella. Durante todo el proceso observó atentamente como su amiga trataba con absoluto cuidado y cariño al barbudo que no despertaba, para luego besar su frente una vez hubo terminado.
El de cresta estaba casi seguro que su amiga se pasaba los días en el hospital, tanto por el trabajo como para cuidarle. Parecía no haber dormido en los tres días que el moreno llevaba en aquella habitación con olor antiséptico.
Ellos por su parte se turnaban para quedarse con él las máximas horas posibles, ya que fueron informados de que se le quitaría la sedación a medida que se recuperase y pudiera respirar por si solo, no querían que despertara desorientado y solo.
Silenciosamente imaginaban que en cuanto esto ocurriera la doctora morena dejaría de aparecer, como si temiera la reacción del chico.

Volkov solía acercarse a verle lo más que podía sin sentirse agobiado, ya que los hospitales le traían el peor de los recuerdos, pero siempre en compañía de su novio.
A veces cuando Horacio bajaba a por algo de comer a la cafetería, le hablaba, por recomendación de su pareja,  contándole sus días de trabajo o como creía que su relación avanzaba perfectamente y ya no temía amar o dejarse cuidar.
Ahora que no recibía las continuas bromas de su compañero no dejaba de pensar en lo mucho que las echaba de menos y como en el último año Greco se había convertido en alguien fundamental en su vida.

Tanto Conway como Gustabo no eran muy abiertos en cuanto a demostrar su aprecio por los demás por lo que les resultaba más difícil visitar al barbudo y quedarse por horas viéndole en ese estado sin poder materializar en palabras lo mucho que deseaban que volviera a estar como antes.
Gustabo simplemente le contaba cosas graciosas del día de trabajo, como haría normalmente con él, imaginándose que diría el comisario en cada situación. Mientras Conway permanecía en silencio hasta que antes de irse hablaba seriamente con él sobre los motivos por los que tenía que recuperarse. Siempre le recordaba cuanto le echaban de menos.

-Vuelve al trabajo pronto supernena.- Decía sin rastro de sarcasmo en su voz.- Morgan te quiere y se está desviviendo aquí para que tengas los mejores cuidados. Has tenido la suerte de tu vida, créeme.- Finalizaba todos los días antes de abandonar el lugar hasta el día siguiente.

Todos ellos habían notado perfectamente como la doctora parecía respirar para cuidar de él tras aquel trágico día, como si él único sentido de su vida en aquel momento fuera ese. Por su parte trataban de facilitarle el trabajo todo lo posible, echándole una mano cuando le revisaba, llevándole comida, ya que parecía haber olvidado comer para cuidarle, o preocupándose de que fuera a casa a dormir y tomarse tiempo para si misma. Pero daba igual, siempre les evitaba con excusas rápidas y una sonrisa cansada, como si nada estuviera pasando, cuando claramente no era así.

-¿Qué crees que pasará con ellos cuando despierte? -Cuestionó Volkov mirando a su novio mirar distraído el teléfono, llamando su atención de inmediato.

Ambos permanecían en silencio, sentados en los sillones, esperando a que alguna señal les indicase que Greco mejoraba.

-N-no lo sé Viktor. Las cosas que han pasado van a marcar su futuro, pero no se para bien o mal.- Murmuró el de cresta mordiendo su labio con tristeza en la mirada.

El peligris sintiéndose culpable por entristecer al chico le invitó a acercarse para sentarse en sus piernas, abrazándolo inmediatamente, revolucionando las mariposas de su estómago cuando sus ojos conectaron, como si no llevasen siete meses saliendo, era maravilloso.