Extra: Not without my little friends.

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Horacio

Aun siendo una persona relativamente calmada en lo que se refería a temas pareja, el chico de cresta estaba en una encrucijada.
Durante los últimos meses que había salido con Viktor, no parecían tener discusiones que duraran más de unas horas, y casi siempre sobre tonterías. Pero desde hacía unas semanas su novio y él no paraban de discutir sobre sus mascotas.
Horacio amaba a Perla y Pablito como si fueran sus propios hijos, cosa que el peligris respetaban totalmente, pero al pasar tiempo con su novio se veía obligado a llevárselos con él a casa del ruso. Ambos animales al encontrarse emocionados en un nuevo lugar, se volvían como locos, corriendo de un lado a otro, causando pequeños destrozos y ruidos.
Al principio, Volkov era comprensivo y trataba de calmarlos, pero con el tiempo perdió la paciencia y comenzó a enfadarse, incluso llegando a gritarle un día porque sus snobs vecinos pijos le habían regañado por el ruido de los animales.
Él no podía defender la situación de otra manera que no fuera con que era porque eran animales y era natural, pero esa misma cantinela ya hacía a su pareja perder la paciencia.

"- Los vecinos me conocen y me respetan, sería una falta de respeto y educación traerlos para que hagan escándalo y rompan mis cosas.- Dijo el ruso en un descanso en comisaría.

Horacio, bastante triste, trató de convencerle de que no pasaría nada si los llevaba, comprometiéndose a educarlos mejor, pero nada sirvió porque ya se había armado una de mil demonios.

-¡Son mi responsabilidad y los quiero! Como pretendes que los deje en casa solos.- Bufó dejando la comida por la mitad en su plato.

-Me da igual, no voy a tolerar más quejas de los vecinos, ¿sabes acaso cuanto valen los apartamentos en ese edificio?- Atacó el ruso siendo más frío de lo que quería.

Al escuchar aquello, el de cresta, ahora, morada se calentó más, haciendo que sus mejillas se enrojecieran de la ira.

-¡Pues que os jodan a ti y a tus vecinos ricos!- Gritó saliendo del comedor con un portazo."

Desde aquel día sus encuentros con su pareja habían sido bastante fríos llegando incluso a no hablarse durante dos días. Definitivamente la situación no le gustaba un pelo, pero tampoco sabía como llegar a un acuerdo.
Despertando de sus pensamientos, volvió a la realidad con Greco contándole desde el asiento del conductor la mala semana que había tenido su novia.

-Los dos primeros días apenas dormimos unas cuatro horas, pesadilla tras pesadilla.- Explicó el de barba comprobando que su binomio le estaba escuchando.- Pero bueno ahora está bastante bien y volverá al trabajo pronto.

-Eso es genial, tengo ganas de verla.- Murmuró Horacio mirando sus manos nerviosamente.

Greco, como buen rey del Volkacio que era, se dió cuenta enseguida de que algo no iba bien aun cuando Horacio no había mencionado nada.

-¿Qué ha pasado con Volkov?- Preguntó el comisario, mirando la sorpresa surcar el rostro del chico.- Vamos, no hay que ser muy listo, estáis distantes esta semana.

Tras suspirar sonoramente el chico de cresta le contó hasta el último detalle del bache de su relación, para finalmente transmitirle su miedo a que las cosas acabaran mal por no conseguir un acuerdo.

-En un pacto de paz ambas partes deben ceder un poco sabes. Deberías hablar largo y tendido sobre eso con él, sin discutir.- Recomendó el barbudo con voz suave mirando unos segundos a los ojos de Horacio. Él entendió lo que el mayor le aconsejaba y asintió tratando de ordenar sus ideas.- Queda con Volkov, L.J y yo nos encargaremos de Pablito y Perla esta noche.

-¡GRACIAS, GRACIAS!- Chilló emocionado mandándole un mensaje a su pareja rápidamente.

Greco por su parte aparcó el patrulla delante de comisaría y cogió su teléfono para llamar a su novia, poniéndolo en altavoz cuando esta respondió.

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