Dos comisarios y un hospital.

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L.J Morgan. Un Morgan no debe fallar.

Como se había hecho costumbre desde hacía unos días, Horacio y Gustabo habían aparecido a la hora del almuerzo en el hospital para comer con L.J y hablar de su día.

Los tres se encontraban en una mesa del jardín trasero del hospital hablando mientras terminaban su comida. Gustabo les estaba contando que durante su patrullaje el día anterior, Volkov había tenido una acalorada discusión con Lara Harris al finalizar con código 3.

-Entonces, va el cabeza hormiga y empieza a gritarle a Lara y decirle que no hace su trabajo bien.- Explicó el rubio carcajeandose en voz alta.- Tú jefa no sabía que decir, se puso tan roja del cabreo como su pelo.

Morgan sabía perfectamente la rivalidad que había entre la directora de la EMS por Volkov desde incluso antes de llegar ella al hospital.

- No me sorprende, Lara se dedica a estar en el Bahamas y dejaros a los demás con los problemas.- Afirmó Horacio masticando su pasta.

Tuvo que reír, pero más que nada porque si no se reía acabaría llorando. Por suerte las últimas semanas Jordi había estado vigilando sus turnos y asegurándose que descansaba lo suficientemente y de que Lara no le exigía demasiado.

- ¿Y tú que tal con el barbas?- Preguntó Gustabo a su hermano antes de fruncir el ceño hacía su ensalada de chía y remolacha.

Horacio sonrió como el gato de Alicia y miró a Morgan directamente.

-Hemos hablado de tí.- Afirmó mientras enarcaba una ceja juguetona.- Le dije que habías dicho lo de Henry Cavill.

Ella se encogió de hombros despreocupadamente. Ahí estaba Horacio otra vez con su fantasías sobre "sentir que ambos tenéis una tensión en el aire".

-No veo porqué eso podría tomarse como una indirecta romántica o sexual.- Repuso sin dejar de mirar al de cresta.

-Si claro, con que intención sueles decir que alguien se parece al actor por el que babeas.- Rodó sus ojos antes de mirar a Gustabo para buscar su apoyo.

-Le concedo el punto a Morgan, probablemente no se conocen mucho y a primera vista podría ser lo más destacable.- "Gracias Gustabo, por entenderlo" pensó ante la respuesta del rubio.

Si bien ella no negaba que la mayoría de chicos que le atraían eran como el comisario tampoco lo conocía realmente para estar enchochada como Horacio parecía dar a entender.
Greco tenía una cara muy apolínea: la mandíbula marcada, los labios gruesos y carnosos, los ojos avellana grandes y expresivos y aquella barba que lo hacía ver como un vikingo. Además su cuerpo seguro era delito, los hombros anchos, unos brazos fuertes, el torso seguramente perfectamente trabajado, un culo respingón que muchas personas envidiarían y las piernas largas y musculosas. Era un Henry Cavill rollo vikingo y poli.
Pero su físico de poco servía con una personalidad de mierda, y hasta ahora ella había visto al hombre siempre enfadado y borde, exceptuando la noche que hicieron las paces.

- Esa tensión de la que tu hablas hasta ahora era una tensión violenta, apenas hace una semana que firmamos la paz.- Explicó intentando que Horacio no le diera importancia.

Al contrario, Horacio frunció su ceño y comenzó a decir que "él sabía perfectamente lo que había sentido" para acabar su comida con rapidez. Cuando se dieron cuenta ya eran las dos y media y los tres debían volver al trabajo.
Morgan acompañó a ambos a la puerta principal y comprobó como Volkov pasaba con el patrulla para recogerlos. El comisario ruso la saludó cordialmente con un asentimiento y ella le sonrió para saludarle igual.

Se sumergió en su trabajo, que aquel día se resumía a comprobar el estado de su paciente de la fribrosis. Sus compañeros de Chicago le habían indicado un tratamiento que era eficaz para frenar la enfermedad en pacientes jóvenes y adultos con buenos resultados. Solo esperaba poder ver resultados pronto y no salir del cuarto de la mujer llorando hacía el despacho de Jordi.
Aquel día era tranquilo en el hospital, lo que solía anunciar problemas una vez el sol comenzaba a esconderse.
Por desgracia, a pesar de ser una ciudad moderna y muy bonita, Los Santos tenía un problema de criminalidad bastante grave. Entendía como de desesperados estaban en el hospital por contar con otra cirujana fija, siendo que había mas heridos por armas blancas que enfermos o accidentes.
Estaba lista para ir a tomarse un café y continuar con los expedientes de sus pacientes cuando la puerta principal de urgencias se abría con gran estruendo.
Al girarse comprobó como Gustabo llevaba agarrado por sus hombros al comisario ruso con una gran brecha en su cabeza, bailando entre la inconsciencia y la consciencia.

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