Alocaos.

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L.J Morgan

Había trabajado dos turnos de casi veinticuatro horas en una semana para asegurarse de que podría disponer del sábado y domingo libres para disfrutar al máximo de la despedida de soltero que le habían organizado a Horacio.

"Cuando orgullosamente le contó a Greco sobre la celebración él sorprendido quiso tratar de cambiar sus planes, pareciendo casi ansioso.

-¿Estás segura que es este viernes?-Cuestionó el barbudo sin camiseta, mirándola apoyado en la puerta del baño mientras ella hacía su rutina facial antes de dormir.

-Si, lo he confirmado con Gus y Horacio.

-¿No puedes cambiarlo para el fin de semana que viene?-Insistió el moreno acercándose a ella para rodear su cintura desde atrás.- Podríamos tomarnos el fin de semana libre e ir a Sandy.

-Ya tenemos la reserva para la cena y la limusina, además Horacio no quiere que se le junte la boda con la fiesta.-Explicó Morgan girándose para encarar a su pareja.- ¿Por qué es tan importante este fin de semana?

-Hace un año de nuestra primera cita oficial y ... un año juntos, quería hacer algo especial.-Admitió con duda el chico bajando su mirada hacía la cintura de la chica donde sus dedos trazaban círculos en la piel contraría.

-Venga nene, podemos hacerlo el fin de semana que viene ¿vale?-Trató ella de animarle dándole pequeños besos en el pecho."

Con el paso de los días él se resignó, y por su lado, convenció a Conway y Volkov para tomar algo juntos la misma noche.
En cuanto a su relación podía decir que iba mejor que nunca, y tras su propio cumpleaños ambos habían tomado la decisión de instalarse juntos permanentemente. No dudó ni un segundo de terminar el contrato de alquiler de su casa en el sur, coger los bártulos que le quedaban y acomodarlos para una vida de dos. Era muy feliz.
Greco había estado un poco raro en las últimas dos semanas, quedándose pensando mirando a la nada en algunos momentos, pero no era nada que la preocupara en demasía, solo le daba su espacio para pensar.

La mañana pasó cono cualquier otra mañana de noviembre. Se empezaban a presentir los primeros brotes del invierno, ya que cada vez hacía un poco más de frío, pero aún así los días seguían siendo lo bastante soleados para que el frío no importara mucho. 
Con dedicación había limpiado la casa y cocinado, incluso tuvo tiempo de ducharse antes de que llegara el comisario del trabajo para empezar a prepararse para la noche.

-¿Has visto el jersey que me regalaste en Navidad?-Cuestionó él con cotidianidad entrando en el cuarto donde ella maquillaba.

-Creo que... Jesús.- Se interrumpió al alzar la vista del espejo y ver su novio con solo calzoncillos, dejando a la vista todo su cuerpo por dónde aún resbalaban algunas gotas de agua, con su pelo húmedo cayendo sobre sus bellas facciones. Greco era un puto bombón.

-No te distraigas nena o llegaremos tarde, ¿mi jersey?-Rio el más alto acercándose a ella para fingir que le secaba la baba.

-Imbécil... Tiene que estar en el segundo cajón de la cómoda, tú lo planchaste antes de ayer.-Bufó volviendo a aplicar la sombra melocotón en su párpado.

Mientras seguía a lo suyo oyó un sonido de victoria del chico al encontrar la prenda para después sentir el peso del contrario en la cama.

-¿Tengo que dejarte en casa de Horacio en Vespucci?

-Si, todos nos reuniremos allí para que la limusina de alquiler nos lleve al restaurante.- Concretó dejando los artilugios de vuelta en el neceser, satisfecha con su aspecto. Había elegido un vestido terciopelo de color negro corto y ajustado, nada muy loco para la ocasión, y lo combinó con sus botas militares de tacón, maquillaje melocotón y dejando su pelo rizo al natural.- ¿Vas a cenar por ahí con Papu y Rusky?- Preguntó de vuelta levantándose de la cama para enfundarse el vestido ya que no había querido mancharlo de maquillaje.

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