Capítulo 23

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Ruby intento abrir los ojos cuando la luz del sol entró a través de la ventana, se quiso tapar de nueva cuenta con la sábana blanca que logró jalar, pero se sentía diferente a las que solía usar, se destapó y abrió los ojos. Estaba en una habitación que no logró reconocer, era más grande que la suya y frente a su cama había un gran televisor, buscó su celular y lo encontró sobre la mesa que estaba al lado de esa cama.

Evidentemente no estaba en casa de Brian, porque era igual de pequeña que la suya y no tan pulcramente blanca, tampoco se trataba de la habitación de Ricky, la suya tenía pintadas las paredes de color crema.

— ¿En dónde estoy?— se sentó en la cama y sintió un dolor en la cabeza.

Prendió su celular, ya pasaban de las 10 de la mañana.

— ¡Demonios! Stefan me va a matar— se puso de pie, todavía llevaba aquel hermoso vestido azul.

Abrió la puerta y volteó a ver primero a la izquierda y luego a la derecha, tratando de encontrar su camino, logró ver las escaleras del lado izquierdo. Mientras caminaba por el pasillo se dio tiempo de observar a su alrededor, antes de terminar de bajar reconoció la sala de la casa de Tom.

— ¿Cómo...?— se preguntó.

— ¡Ruby! Justo estaba por ir a despertarte— Tom salió de la cocina.

— ¿Por qué no estoy en mi departamento?— fue lo primero que preguntó ella mientras se trató de acomodar el cabello, seguramente lucía fatal.

— Porque tú y Amanda ayer se pasaron con las bebidas— Tom se acercó a ella y la tomó por la cintura, le dio un beso en la mejilla. –¿Cómo estás?

— Tengo un poco de dolor de cabeza... Dime que ayer no hice ninguna tontería— pidió ella.

— No hicieron nada malo, solo bebieron muchísimo. Ven, vamos a desayunar— Tom la llevó hasta el comedor y se encargó de acomodar su silla, él se sentó frente a ella y esperaron algunos minutos hasta que les llevaron su desayuno.

— Stefan me va a matar si no llego a las 11— dijo Ruby antes de beber un poco de jugo.

— De hecho acabo de hablar con él, dijo que puedes llegar a la una— Tom comenzó a comer sus huevos fritos.

— Gracias, Tom. Voy a pasar por mi departamento para cambiarme— Ruby comenzó a comer sus hot cakes.

— Espero que no te moleste, pero le pedí a la persona que limpia tu departamento que trajera algo de ropa de tu casa. Estoy seguro que no tardará en llegar— Tom le sonrió.

— Pensaste en todo, ¡eh!— Ruby le sonrió, amaba que Tom fuera tan atento con ella.

— Incluso pensé en el terrible dolor de cabeza con el que ibas a despertar, por eso te traje esto— Tom sacó un par de aspirinas de su bolsa. –Pero primero termina tu desayuno.

— Tom, ¿estás seguro que no hice nada de lo que me pueda arrepentir?— le preguntó Ruby una vez más, ella no estaba acostumbrada a beber de esa forma y estaba segura que había hecho algo.

— Pues mientras veníamos en el taxi dijiste que me amabas— Tom le contó como si fuera cualquier cosa.

Ruby se comenzó a atragantar con la comida. No había hecho nada malo, pero vaya que dijo algo que aún no sentía... o eso creía.

— Lo... lo...— comenzó a tartamudear.

— También te amo— le respondió él y estiró su mano para alcanzar la suya.

You Could Be MineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora