Capítulo 37: Lamentos Del Alma✓

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Kashi...

¿Qué sucede Naru-Chan?—. Preguntó el hombre con vestimenta ANBU arrodillándose ante el menor.

¿Es cierto lo que dicen esos niños?, ¿Qué soy un demonio?...

Era horrible la forma en como pensaba Naruto a la edad de 5 años. Fácilmente pudo haber sido manipulado, pero, gracias a qué Kakashi siempre estuvo para él, Naruto eligió un buen camino.

No,... Eres un humano... Eres Uzumaki Naruto, él hijo de Minato-Sama y Kushina-Sama... Y... También eres como un hijo para mí, después de todo, siempre he cuidado de tí, Naruto... Siempre estaré para tí...

Naruto se encontraba recostado en una recamara del Templo Nakano. No era para nada un secreto que toda su vida había sido una tortura para él, aún así, nunca se a rendido ante ella, al contrario, cada día se levanta con la esperanza que el Mundo Shinobi sea mejor que el día anterior, que tan siquiera por un solo día lo dejarán de tratar como un fenómeno por ser el Jinchūriki Del Kyubi. 

Desgraciadamente, eso no pasará, o no, hasta que él mismo se encargue de los Akatsuki.

—Kashi...—. Susurró entre lágrimas mientras apretaba la almohada que estaba abrazando.

Flashback...

Yo no soy un moustro—. Comentó levantándose. —Solo estoy adelantado a los demás, siempre estaré un paso adelante... A pesar que no soy ese tipo de persona que piensa antes de actuar.

Termino por decir el Uzumaki. Él comenzó a caminar con calma, asta quedar al lado de Kakashi-Sensei.

La Exasperación... La Rabia... El Dolor... Incluso al hombre más bueno, lo termina desquiciando por completo... Y lo termina convirtiendo en la persona más cruel que alguna vez hayan imaginado.

Naruto miró a su nuevo sensei, Itachi solo asintió diciendo. —El Genjutsu está listo.

Esa simple frase le basto, para qué Naruto se desplomara en los brazos de Kakashi. El peliplata lo tomó entre sus brazos sin comprender muy bien lo que estaba pensando.

Naruto había comenzado a llorar descontroladamente. —¡Kashi!... ¡No Soy Lo Suficientemente Fuerte Para Hacer Esto!—. Exclamó aferrándose al chaleco gris de Kakashi. —¡No soy ese chico fuerte que todos piensan que soy! ¡No soy ese Jinchūriki temido del que todos hablan! ¡Ni siquiera estoy cerca de poder dominar a Kurama-Kun por completo, pero... Aún así estoy dando lo mejor de mí! ¡Y sé que eso no será suficiente! ¡Nadie va a aceptar a mí verdadero yo!... ¡Nadie! ¡Nadie va a dejarme en paz!... ¡No mientras tenga conmigo al Kyubi!... ¡No Mientras Existan Los Akatsuki!

A Kakashi se le derritió el corazón al escuchar como aquél chico Rubio de ojos azules y de sonrisa impecable, se empezaba a desmoronar entre sus brazos. Hatake apretó sus brazos, reconfortando el abrazo, acercando su cabeza a los mechones rubios del Uzumaki.

Tú más que nadie, sabe lo que le sucede a los Jinchūriki cuando les extraen su Bijuu. No puedes rendirte Naru-Chan... Haz llegado tan lejos... El Yondaime estaría orgulloso de tí, Naruto...

Kakashi-Sensei... Todo este tiempo he tenido miedo... He fingido, he... He tenido miedo, de ¡Morir todo éste maldito tiempo!...—. Exclamó alzando la voz en la última parte. —Desde que tengo conciencia, he tenido una extraña sensación en mi pecho, como sí algo lo estuviera presionando... Es... Extraño... Quiero decir...

Sí perdonas, puedes seguir adelante... Pero la tristeza te detendrá.

No... Puedo... Simplemente... ¡No Puedo!... ¡No Puedo Hacerlo!...

No llores tan vergonzosa mente, el llanto no va a cambiar nada, el mundo no es amable con nadie...—. Naruto pasó ambas manos por la cintura del peliplata mientras enterraba su cabeza en su pecho. —Pero sí llorar te hace sentir mejor, llora todo lo que necesites, desahógate y sigue adelante, como sí nada estuviese pasando.

Kakashi dió un rápido y pequeño beso en aquellos mechones rubios de Naruto. —Llora todo lo que necesites... Pero prométeme que no dejaras que ellos de maten—. Murmuró con delicadeza.

Lo... Prometo.

El peliplata dejó salir un largo suspiro antes de hablar. Míralo de ésta manera. Sí tú no haces éste sacrificio, ¿Quién más lo hará?, Naruto, les estás haciendo un gran favor a todas las aldeas. Tal vez suene cruel, pero a estas alturas, ya no tienes nada que perder. Aún así, nosotros te estaremos esperando en la aldea, ese es tú hogar, Naru-Chan...

El rubio soltó al peliplata, retomando su postura, para secar sus lágrimas que no dejaban de salir, con sus manos y parte de las mangas de aquel uniforme Akatsuki.

Con la voz entrecortada, habló apenas con hilo de voz. —Ni siquiera se que es un hogar.

Aquel lugar donde piensen en tí y te extrañen, ése será tú hogar—. Contestó.

Fin Del Flashback.

—Kakashi-Sensei...—. Susurró entre lágrimas mientras apretaba la almohada que estaba abrazando. —No soy lo suficientemente fuerte... Solo... Lo he aparentado todo éste tiempo.

Itachi había estado escuchando aquellos murmullos entre sollozos del Uzumaki, él quería ir a consolarlo, pero no sabría que decir, siempre fué de pocas palabras, aún que realmente, su mente había comenzado a divagar.

Itachi se recargo al lado de la puerta de la habitación donde se encontraba Naruto. Recargó su espalda en la fría pared del pasillo.

—Y... ¿Sí Sasuke siente lo mismo?—. Susurró para si mismo, deslizándose por la pared, hasta llegar al suelo. —¿Qué clase de hermano he sido?...

—Xime.

Nota: Este Capítulo Si Es Canon.
Es una perspectiva de que las personas más fuertes tienen su lado inseguro y exactamente eso quería mostrar, a estas alturas del Fanfic es entendible y comprensible.


¡Gracias Por Leer!

𝐉𝐢𝐧𝐜𝐡𝐮̄𝐫𝐢𝐤𝐢 © || 𝐔𝐳𝐮𝐦𝐚𝐤𝐢 𝐍𝐚𝐫𝐮𝐭𝐨 || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora