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Logan

Me sentía demasiado nervioso, en mis planes no estaba llevar a Sophie a la manada. Era demasiado peligroso, cualquier cosa podía salir mal y terminaríamos expuestos.
Pero tampoco podíamos permanecer en este lugar, mucho menos al saber que comenzaba a sentirse descompuesta.

Imaginaba que el repentino cambio de temperatura y el frio que pasamos la noche anterior, no ayudaron con su salud.
A diferencia de ella, me encontraba en perfectas condiciones, algo que debía agradecer a mi gen lobo.

Pero seguía sin estar tranquilo con su malestar.
Sin dudar al llegar iría a comprar medicamentos para que pueda sentirse mejor lo más pronto posible.

¿Se sentiría tan cómoda, como ahora, si supiera que va a una manada de lobos?
Claro que no, estaría corriendo por todo el bosque, sin importarle su seguridad.

Patrick nos estaba remolcando, mientras Sophie comía una manzana, perdida en sus  pensamientos dementes.
Mis pensamientos también eran dementes, ya que solo pensaba en cosas que aún no habían sucedido y que temía que sucediesen.

-¿Por qué estas tan nervioso? ¿Temes que encuentre un conejo en tu pueblo, convirtiéndome en tu acosadora?-sacudí mi cabeza, ella si pensaba en locuras, no me había equivocado.

-Me gustaría que te convirtieras en mi acosadora, pero lo que me preocupa es tu salud. No creas que no estoy notando como tomas agua cada cinco minutos, por la resequedad en tu boca. Ni como estas transpirando por la fiebre, pero aún así te aferras a la manta, en busca de algo cálido. Quiero llegar y buscar la medicina, solo entonces estaré algo tranquilo.

A pesar de no querer llevarla, no dejo de notar cada cambio en ella y verla de esta forma, no hace sino volverme ansioso.
Incluso sus mejillas han tomado un color rosado, estoy seguro de que la fiebre es alta y no algo leve.

-Me sorprende que lo hayas notado, te preocupas enserio por mi Logan.- ¿Acaso lo dudaba?

-Por supuesto que lo hago. Pajarito, eres lo que más me importa y ahora no puedo explicarte porque, pero enserio lo eres.-frote mis ojos con ambas manos, preguntándome si hice bien en confesarle esta parte de mis sentimientos.

-¿Me lo dirás en algún momento?- gire mi cabeza, aún apoyada en el respaldo del asiento, para verla.

Se veía hermosa, sus labios estaban un poco inflamados y enserio resecos. Sus ojos negros estaban aguados, como si en cualquier momento se pudiera largar a llorar y su pelo, era un verdadero desastre.
Pero a pesar de todo eso, no dejaba de verla como la mujer más hermosa que he visto en mi vida.

Me estaban dando otra oportunidad, para demostrarle que debíamos estar juntos, debía hacer todo lo que estuviera en mi poder e incluso más, para que ella lo viera.
No podía pensar en otra cosa que no sea una forma de conquistarla.

                                      (***)

-¡Jesús todopoderoso del cielo! ¿Esta es tu casa?- escuche, habiéndome abrir los ojos.

Me había quedado dormido durante alguna parte del camino, pero veía que ya habíamos llegado.
Hogar, dulce hogar…

-Si, es la casa de mi familia. Aquí crecí Sophie, hay tantos recuerdos, guardados entre sus paredes.- buenos y malos, pero todos escondidos en cada rincón.

-¿Podemos entrar? Estoy muy ilusionada con ver su interior.- también quería entrar, pero antes debía hablar con Patrick.

-Claro, solo espera que hable con Patrick, o toma- extendí la llave hacia ella- entra tu y ponte cómoda, le pediré que lleve el auto e iré dentro.

No necesito que se lo diga dos veces, ya que tomo la llave de mis manos y dando saltitos subió las escaleras de entrada.

-¿Es tu compañera? No le has quitado la vista de encima desde que llegue. -suspire, volteando a ver al hombre que era como mi padre.

-Lo es, pero no se lo digas a nadie. No estoy preparado para las cosas que los demás dirán.- si ella me rechazaba, no iba a tener resistencia, para soportar las bromas de los demás.

Podrían hacerlo de manera inocente, pero incluso el solo pensamiento de perderla, me partía al medio.

-Tranquilo, no se los diré. Pero es un poco extraña ¿No crees?

-Esta a meses de convertirse en monja, pero a pesar de eso, me confeso que se siente atraída hacia mi. Tengo estos días para convencerla o perderé  a mi compañera.- decírselo a alguien, ayudo a que el peso dentro de mi, se hiciera más liviano. Patrick no dijo nada al respecto y agradecía que no lo hiciera.

-Llevare el auto con Jasón, tú has lo posible por conquistar a tu compañera. Eres apuesto, no lo desperdicies.- dándome una última palmada en la espalda, se fue.

Dando otro suspiro, camine hacia la casa. Subiendo lentamente las ya conocidas escaleras del porche.
Al entrar, encontré a Sophie, mirando las fotos familiares.

-Eran muy hermosos, te pareces mucho a ellos.- sentí mis labios formar  una sonrisa triste, la verdad es que si me parecía y mucho, principalmente a mi madre.

-Eso dicen, que soy igual a mi madre.- ella asintió, dejando la foto, para girar y mirarme.

-Tu casa es perfecta, totalmente hermosa. De pequeña siempre me imagine en un lugar así, en una casa como esta. Pero no es solo la casa, mientras veníamos, veía el lugar y me encanto. Las personas parecen tan agradables y se que esto te parecerá raro, pero me siento como en mi hogar aquí. -este podía ser su lugar, su casa y yo su familia.

-Sophie, tu eres perfecta y ahora ire por tus medicamentos. No creo que vaya a tardar más de quince minutos, pero puedes tomar un baño y tomar cualquier cosa que necesites. Hay ropa en los armarios, no sientas pena por tomar lo que quieras. Dicho esto no puedo resistirlo más, me he estado volviendo loco con solo imaginar lo que estoy a punto de hacer. Solo lo hare esta vez, prometo que si te molesta nunca lo repetiré.- sin darle tiempo a pensar, me acerque atrayendo su cuerpo hacia el mío.

Acerque mi rostro al suyo, dándole una última oportunidad de alejarse, no podía darle otra. Pero ella no lo hizo, por el contrario termino de unir nuestras bocas.
Un beso que empezó siendo un roce, conociéndose poco a poco, para pasar a volverse una lucha de labios, lenguas e incluso dientes.

Si iba a ser el único beso entre ambos, lo debíamos hacer bien. Ella gimió, cuando mi lengua acaricio la suya. Le gustaba y eso era un pequeño paso a mi favor.
Me  sorprendió cuando llevo sus brazos a mi cuello, envolviendo una de sus manos en mi cabello, atrayéndome más cerca.

Mis manos apretando sus caderas, le hacían saber que no había forma de que fuera yo quien terminara este beso.
Pero la falta de aire hizo que ella se alejara, solo un poco de mi. Sin sentirme satisfecho, volví a acercarme mordiendo un poco suave su labio inferior.

-¿Recuerdas que te dije que cuando me besaron no me gusto?- asentí, colocando mi frente contra la suya.- Acabas de cambiar eso, me estas arrastrando al infierno Logan. Siento que me estoy quemando.

También me quemaba y a pesar de estar acostumbrado al fuego, este iba a ser uno que nunca podría apagar.

Por motivos religiososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora