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Ben

Cuando los policías llegaron, expliqué que al llegar, encontré a Summer inconsciente y el cuerpo de Wallas Leiva, completamente destrozado. No había explicación a la pregunta de ¿Qué había despedazado al comisionado? No podía decir que me había convertido en lobo y lo había asesinado sin ninguna culpa o remordimiento, tampoco podían acusar a Summer, ya que en el estado en que se encontraba, con suerte y podía moverse.
Aunque era la única sospechosa, no había manera de que encarcelara a mi compañera. Moví cada maldito contacto que tenia, para que pudiera aguardar los resultados en libertad. Eso es algo que conseguí, gracias a la ayuda de Haley. Aún me preguntaba ¿Cómo demonios esa chica me había disculpado, por no haber movido un dedo cuando estuvo atrapada en la prisión? Pero es algo que siempre le agradecería.

Cuando quise llevar a Summer al hospital, esta se negó fervientemente a ir, por lo que terminé dejándola en el departamento de bomberos al cuidado de Abby y los demás. Hubiese querido quedarme con ella, pero aún debo enfrentar a un malnacido y descubrir donde esconde a la pequeña Dylan.
Ahora mismo, mientras lo miraba, con su pose altanera, arrogante y orgullosa, quería repetir lo que había hecho con el comisionado.

-Si lo que esperan es una confesión, no diré nada sin mi abogado.

-Busco algo parecido, aunque más importante, que te conviene decirme si no quieres que rompa tu asqueroso rostro…

-Comisario esto no es correcto.-ignoré al oficial Díaz, quien aunque estaba aquí por protocolo, no iba a poder detenerme en caso de golpear a este infeliz.

-Y nadie, ni siquiera  un jodido abogado, podrá impedirlo.- termine señalándolo.

-¿Cree que le tengo miedo? Si me toca el más perjudicado será usted, no yo.

-¿Dónde esta Dylan?- pregunte para sorpresa de ambos, Díaz no tenia ni una maldita idea de quien era la persona por quien preguntaba, pero Alex lo sabia muy bien.

-¿Cómo sabes de ella?- entonces su expresión soberbia cambio a una de puro enojo- No me jodas, esta jodida desgraciada.

-No es lo más correcto chantajear a una madre, secuestrando a su hija de cuatro años, solo para hacerla ayudarte a robar cuatros malditos bancos.

-¡Es mi hija! Si quiero que este conmigo, nadie me lo impedirá.

-La tenencia la tiene su madre, la niña ni siquiera lleva tu sucio apellido, sino el de Summer. No te preocupaste por ella en todos estos años ¿Y ahora quieres hacerme creer que te importa? No soy un idiota, así que dime ¿Dónde demonios la tienes?

-¿Y tu que papel pintas en todo esto? ¿Acaso eres el nuevo compañero de cama de esa maldita cualquiera?

-No vuelvas a referirte a ella de esa manera.

-¿O qué?

-Lo mejor es que nos calmemos, estamos aquí para que nos des una declaración y la localización de la menor, no se busque más problemas señor Sherman.- medio Díaz, tratando de evitar que ataque al hombre frente a mi.

-No pienso decirles una mierda, díganle a la cualquiera de Summer que no volverá a ver a mi hija, que se olvide de ella.

En ese momento me importaba una mierda todo, hice lo que me nació, golpeé su rostro contra la mesa de la sala de interrogatorios, dejándolo en un desastre cubierto de sangre.
Esto no era nada en comparación con lo que le haría si no me decía donde encontrar a la pequeña.

-Comisario, esto no hacia falta. No podemos golpearlo.

-Silencio Díaz, si no quiere terminar este interrogatorio fuera de la sala.

Alex tenia su cabeza hacia atrás, tratando de evitar que su nariz siguiera sangrando, pero fallaba miserablemente, ya que esa parecía una canilla abierta.

-Tendrás tantos problemas por esto maldito imbécil, no puedes tocarme, perderás tu maldito trabajo.

-¿Crees que eso me importa? Si no me dices lo que quiero saber, no me detendré, no me importa el cargo, ni siquiera si me levantan una causa por esto. No imaginas cuanto disfrutare desfigurarte.

Él sabia que estaba diciéndole la verdad, lo veía en mi. Si me ponían a elegir entre mi trabajo y Summer, no había mucho que pensar.
Ella necesitaba a su hija, todo lo que hizo fue por su bienestar, no estaba permitiendo que este desperdicio de ser humano se saliera con la suya.

-Hágalo, porque no pienso decirle nada. Summer puede irse al infierno y rogarle al mismo diablo que le diga donde esta su hija, que ni él lo sabrá.

-Veo que no valoras tu miserable vida.

-La valoro, pero en este momento lo que más me importa es arruinarle la existencia a esa traidora. Pensar que estuve enamorado de ella y ahora veo que no vale nada, solo busca a quien le convenga en cada situación. La ayude cuando escapo de ese maldito orfanato y ¿Cómo me pago? Alejando a mi hija y vendiéndome, esa perra no vale ni mierda.

-Ultima vez que te lo pregunto ¿Dónde demonios esta Dylan?

-Púdrete poli- borre la sonrisa que tenia en su rostro, golpeándolo nuevamente contra la mesa.

-Basta comisario, lo matara.- Díaz estaba nervioso, asustado por quedar pegado en lo que yo hacia.

-¿Estarías tan tranquilo si fuera tu hija?- pregunte, conociendo la debilidad que Díaz sentía por su familia.

-Seguramente estaría haciendo lo mismo que usted. Pero no vale que ensucie sus manos por alguien como él.

-Todo esto fue organizado por Wallas Leiva, a él deben buscarlo. Nos dio toda la información de los bancos, bueno eso hasta que Summer se incorporo.

-El comisionado esta muerto, lo encontramos despedazado en la tarde.- cuando Díaz le informo las nuevas noticias a Alex, este por fin entro en razón. Vio que su socio esta vez no podría sacarlo de este problema.

-Si les digo donde esta, quiero un maldito trato.

-Eso no se va a poder, habla o será más doloroso para ti.

Vi como dudaba entre responderme o seguir con su actitud arrogante, pero luego de observar al oficial junto a mi y ver que este no haría nada para defenderlo, cedió.

-Leonardo Tock- dijo, antes de apretar su nariz y volver a echarla hacia atrás. Si seguía sangrando de esa manera, no tardaría en perder el conocimiento.

-Es otro de los detenidos, fue uno de tus compañeros en estos atracos. ¿Qué tiene que ver él en todo esto?

-Dylan esta en su casa, siendo cuidado por la madre de él.- sonrió con suficiencia, antes de caer sobre la mesa.

Tal y como imagine, no tardo en perder la conciencia, había perdido mucha sangre, aunque no me importaba.

-Búscale un médico, voy por la pequeña.- palmeé la espalda de Díaz, antes de salir a buscar a Dylan.

Por motivos religiososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora