7.

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Summer

-¿Tu hija?- no era tan difícil de comprender ¿Qué tenía de malo? Dylan era perfecta.

-Eso te dije Benjamín, mi hija- respondí, haciendo énfasis en las últimas dos palabras.

Me quedó mirando, tratando de absorber lo que eso significaba, para mi era normal.
Desde que me había enterado de que Dylan venia en camino, había dejado toda la mierda donde merecía estar, lejos de nosotras. Pero al parecer, el pasado siempre vuelve dispuesto a morder un pedazo de nuestro trasero y ahora estaba lidiando con lo peor del mío.

-¿Qué edad tiene tu hija, Summer?

-Dylan tiene cuatro años.- la verdad es que eran cuatro años y cinco meses, pero eso no venia al caso.

-¿Porqué no esta contigo? ¿La secuestraron? Diablos Summer, pudiste denunciarlo y no involucrarte en esta jodida mierda.

¿Acaso él creía que no lo había intentado? ¿Qué de eso ser posible, hubiera accedido a trabajar nuevamente con el idiota asqueroso de Alex?
Había intentado huir, pero el bastardo nos había encontrado y se había llevado a Dylan con él, mientras sus dos secuaces me arrastraban entro de una sucia camioneta.

Cuando se digno a darme la cara, amenazo con no volver a dejarme verla, sabia que era capaz de hacerlo, por lo que debí aceptar.
Entiendo el hecho de que Benjamín creyera que pedirá ayuda para que el robo salga bien, pero no lo permitiría.

¡Alex Sherman , podía irse a la mierda, con todo y sus malditas deudas!

-No confió lo suficiente en ti aún, no se si me ayudaras o me terminaras de encerrar cuando esto acabe. Te he dicho más de lo que le he dicho a cualquiera. Tampoco es que he hablado con muchas personas desde que llegue aquí, pero debes saber que en verdad necesito tu ayuda y que si optas por darme la espalda, lo hare sola.- esa era una decisión que no iba a cambiar en mucho tiempo.

-Nunca dije que no te ayudaría.

-Tampoco dijiste que lo harías.

-Estoy tratando muy duro de comprender lo que sucede. Eres una ladrona de bancos, aunque te estén obligando ¿Comprendes en verdad, los problemas que se te vendrán encima, si los atrapan?- asentí, no era tonta, sabia muy bien en que problemas me estaba metiendo.- Ahora me dices que este tal Alex, secuestro a tu hija de cuatro años, para chantajearte.

-Mira, se que todo esto suena extraño y es normal que dudes de mi, pero estoy hablando enserio. Planeaba buscarte para hablar sobre esto, pero anoche te encontré en el bar y no pude perder mi oportunidad de acercarme a ti.

-¿Entonces no estabas interesada en mi, sino en mi protección?- no me gusto la forma en la que lo dijo, no solo me había acercado a él por eso motivo. Solo Dios sabia lo difícil que se me estaba haciendo no tomarlo.

-No solo era tu protección, diablos comisario, es un hombre en serio muy atractivo. Pero este no es momento para que me ponga a resaltar lo atraída que me siento, ahora tengo una prioridad.- antes de que pudiera seguir parloteando sobre lo que él me provocaba o inventar alguna maldita razón, para no ceder y tener un poco de buen sexo, me beso.

Su beso no era gentil, claro que no. Este era un hombre que sabia lo que quería y en este momento con sus labios contra los míos, su lengua haciendo una competencia con la mía y su gran dureza, chocando contra mi abdomen, sabia que lo que deseaba, era un poco más de mi.
Para ser sincera eso no me molestaba, yo lo quería todo de él, incluso más, ahora que sabia la forma en la que podía besar.

-Espera, no hemos terminado de conversar.- me aparte solo un poco antes de volver a besarlo con el mismo hambre que él me demostraba.

Envolví mis piernas a su alrededor, cuando me levanto, como si pesara veinte kilos. Me sentía flotando, no podía atraerlo más hacia mi, a pesar de querer fundirme, en su duro cuerpo.
Al llegar a la habitación, fui lanzada hacia la cama, haciéndome revotar. Lo vi sacar su camiseta, dándome una mejor vista de su abdomen, verdaderamente marcado. ¿Es que enserio no se daba cuenta de las ganas que tenia de pasar mi lengua por allí?

-Sabes que soy un lobo, Summer ¿Qué más sabes de los de mi especie?

-No se absolutamente nada, no hice tiempo a investigar esto a fondo.

-Si hago esto, te marcare ¿Estas de acuerdo con eso?- no tenia ni una maldita idea de que demonios significaba, pero era lo último que me preocupaba.

No podía pensar en otra cosa que no sean sus labios en mi, cada beso quitaba otro poco de sentido común. Me dejaba ansiosa y anhelante del siguiente.

-Has lo que quieras, solo no vayas a detenerte.- jadeé, trabajando muy duro en quitar sus pantalones.

Al ver la desesperación con la que trabajaba, Benjamín, se apiado de mi. Termino de quitarnos a ambos la ropa y colocarse un condón, para volver a atacar con su boca, ahora mis pechos.
¿Cuanto tiempo este hombre llevaría sin tener sexo? Si era así habitualmente, estaba inscribiéndome para repetir.

Una de sus manos se dirigió a la parte interna entre mis muslos, acariciando suavemente, antes de introducir dos dedos dentro de mi. Grité ante la intrusión, pero rápido comencé a moverme acorde a su ritmo.
Estaba a nada de venirme, cuando su mano se retiro, siendo reemplazada por su miembro. Sin embargo el grito que solté no fue a causa de la embestida, sino al fuerte pinchazo en mi cuello.

¿Acaso el comisario jugaba rudo durante el sexo? Sea como sea, también podría jugar. Por lo que clave con fuerza mis uñas en su espalda, mientras capturaba su labio entre mis dientes.
Lejos de sentirse molesto, sonrió, deslizando su mano por mi brazo, hasta que nuestras manos se unieron.

-¿Te lastime Summer? Si lo hago, solo dímelo y me detendré.- no había forma de que eso pasara.

-No lo haces, solo comienza a moverte.- suplique, elevando mis caderas.

Benjamín, comenzó a levantar sus caderas, saliendo de mi de manera tan lenta que estaba tentada a volver a rasguñarlo. Pero entonces volvió a hundirse en mi.
Contuve el aliento a sentirlo tan profundo en mi interior, era increíble la forma en que ahora sentía sus constantes embestidas.

-Summer, mírame- no tarde en obedecer a su orden, mirando la intensidad en sus ojos.

Estaba volviéndome loca con su ritmo, lo quería aún más rápido. Clavé mis talones en su trasero, dándole una jodida idea de lo que necesitaba.
Gracias a los cielos sus embistes se volvieron aún más furiosos, llevándome al borde y esta vez si caería.

-¡Benjamín!- grité, arqueando mi cuerpo contra el suyo. ¡Si, oh diablos, si!

Le llevo solo otras dos estocadas venirse y caer sobre mi cuerpo, nuestros latidos chocaban salvajemente contra el pecho del otro, mientras nuestras respiraciones salían agitadas.

-Podría quedarme así tumbado por siempre, eres demasiado cómoda.- no me importaba, no mientras aún lo sentía dentro de mi.

-Yo también, pero me temo que aún no terminamos de hablar comisario.

-Antes me llamaste Benjamín.- sonreí, atrayéndolo para un nuevo beso.

-Pero estábamos en un receso, ahora debemos volver a los negocios. Necesito saber si me ayudara comisario ¿Lo hará?

-Lo hare, ahora déjame disfrutar este momento. ¿Te duele?- acaricio el lugar en el cual había enterrado sus dientes.

-No lo hace ¿Y a ti?- pregunte, acariciando su espalda.- Creo que ambos llevamos heridas de esta batalla.

-Buenas heridas, Summer. Te dejare herirme cuando quieras.

-Lo mismo digo comisario, lo mismo digo.- y estaba segura de que lo dejaría.

Por motivos religiososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora