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Nika

Al despertar, tarde en darme cuenta en donde me encontraba, era tan irreal amanecer en mi propia habitación, que debí mirar reiteradas veces a mi alrededor.
Mire al techo, aún con la cabeza en mi almohada, recordando la noche anterior. Era un lobo por fin, uno que dejaría cada desabrida aventura sexual y se dispondría a ser una mejor persona, una que siquiera se pareciera a la sombra que hoy son mis padres.

Recordaba la conversación que había tenido con mi madre y aunque no me gustara admitirlo, estaba en lo cierto, estaba tan jodido como ellos. Quizás no me perdiera en el alcohol, pero me perdía en mujeres, mujeres de las cuales luego no recordaba ni su nombre.
Eso no estaba bien, eso estaba realmente mal, había caído en mi propio circulo vicioso. Pero yo veía mi problema y desde hoy, haría lo posible por encontrarle una maldita solución. No seré como mis padres, yo si saldría de este basurero de malas decisiones y pocas ganas de seguir adelante, en el que ellos se habían estancado.

Sentía pena por ellos, pero al mismo tiempo sentía tanto enojo ¿Por qué darle a un niño una vida como esta? ¿Por qué seguir juntos si veían que no funcionaba? Aunque para ellos si lo hacia, a veces creía que eran felices con su estado de toxicidad.
Yo no era feliz y estaba cansado de esta pequeña Chernóbil, estaba comenzando a mutar, convirtiéndome en algo que en serio detestaba.

Me levante, dirigiéndome al baño a ducharme, debía salir cuanto antes, si mi padre llegaba a despertar, solo tendría más problemas.
Cuando acabe me vestí, y salí, encontrándome solo a mi madre en la sala.

-No tienes que irte tan rápido, esta bañándose. -explicó haciendo un gesto hacia su habitación.- Ven conmigo Nika, debes comer algo.

-Preferiría evitar encontrarme con mi padre, sabes como se pone y dudo que esta mañana sea diferente.- recordaba la manera en que los había encontrado la noche anterior. Ella quizás se mantuvo consciente, pero mi padre, él era una historia diferente.

-Estaba bastante molesto al despertar, el dolor de cabeza es algo insoportable en las mañanas, pero estoy segura de que esta vez no se la cobrara contigo.- yo no estaba tan seguro de ello y tampoco me quedaría a comprobarlo.

-Debo ir a la escuela mamá y ya estoy llegando tarde- mentí descaradamente-Tomare una manzana y talvez luego compre algo por allí. Trata de descansar ¿De acuerdo?

-No me gusta que ya no compartas siquiera la mesa con tu propia madre, solo por el miedo que le tienes a tu padre.- murmuro una vez que le había dado la espalda.

Cerré los ojos, sabiendo que estaba en lo cierto. No era que le tenia miedo a él, pero si temía lo que pudiera hacer y golpear a mi padre, era lo peor que podría suceder.
Podría ser un rebelde, un chico malo, un maldito mujeriego, pero tenia respeto por la familia y a pesar de la manera en que elegían destruirse, era mi padre y siempre lo respetaría.

-Solo quiero evitar un enfrentamiento madre, por eso prefiero irme y volveré en la noche.

-¿Ya estas huyendo? ¿Qué pasa hijo? Comenzare a creer que tu madre tiene razón y temes a tu padre.-apreté las manos a mis costados, notando como el enojo solo se elevaba a través de mi. Pero de todas formas, prefería morder mi lengua. - Estoy hablándote, será mejor que me respondas.

-No es eso padre, solo debo llegar a horario y en la tarde trabajare. No huyo de nadie, solo tengo obligaciones de las cuales encargarme.

-Sigue engañándote hijo, no te voy a contradecir. Pero espero que mañana despiertes antes y te sientes en esta maldita mesa a desayunar con tus padres. No me obligues a despertarte yo mismo.

-Lo hare padre, ahora en verdad debo irme.- no espere a que ninguno respondiera, antes de salir y montar mi motocicleta. No podía seguir soportando el falso ambiente de familia feliz que mi padre y mi madre trataban aparentar.

No había conducido más de cinco minutos, cuando me detuve golpeé con ambas manos el manubrio. Estaba malditamente cansado.

Cuando llegue a la escuela, eran pocas las personas que allí se encontraban. Quizás había apresurado un poco más de lo que creí mi llegada.
Pero no fue eso lo que más llamo mi atención, sino el particular y exquisito aroma a canela, que flotaba en aire, como instándome a encontrar su fuente.

Sin esperar un minuto más comencé a recorrer el lugar, mientras más avanzaba, más fuerte se volvía y mayor era mi ansiedad.
¿Qué posibilidades había de encontrar a tu compañera el día siguiente a tu transformación? Demasiado pocas, por lo que debía sentirme afortunado.

Había evitado el tener que pasar por la exhaustiva búsqueda, fue ella quien apareció y me daba el mayor impulso a mi cambio. Cambio del cual cada vez estaba más convencido.
Vi a Adarah correr escaleras arriba y me detuve aspirando el aire, mi compañera se encontraba cerca, pero no era ella. ¿Pero porque correría? Eso solo me llevo a preguntarme ¿Si seria a mi compañera a quien pensaba molestar? De ser ese el caso, no me importaba que haya sido mi amiga durante años, no le iba a permitir tocarla.

No espere el grito de terror que lleno el silencio, uno que congelo mi sangre. Pero lo que menos espere es que alguien cayera desde el piso superior sobre mi, mucho menos que mi lobo enloqueciera al descubrir, que quien me aterrizo encima era mi compañera, la única que desprendía ese aroma que estaba enloqueciéndome.
Ahora no tenia dudas, Adarah la había empujado y de no haber estado aquí podría estar lastimada.

Cuando comenzó a maldecir, quite el cabello que cubría su rostro, descubriendo que mi compañera no era otra, sino la pequeña Dylan Dalt. La única chica con la que nunca había cruzado más de dos palabras y quien ahora tenia mi vida en sus manos.

-¿Te encuentras bien?- pregunté recordando que había sido lanzada desde arriba.

-No, pero me encargare de que tu novia este aún peor. Esta vez cruzo la línea y quiso matarme.- entonces pareció recordar que ambos seguíamos en el suelo, con ella sobre mi- Caí sobre ti ¡Oh por Dios! ¿Te lastime?

-Estoy bien Dylan, recuerda que soy un lobo y que si me lastimaste, cosa que no hiciste, sanaría en un rato.

-Pero aún no eres un lobo, no te has convertido...

-¿Quién te dijo que no lo he hecho? Anoche fue mi transformación Dylan.- y al parecer el destino se había encargado de poner a mi compañera en mis brazos, lugar donde intentaría tenerla mucho tiempo.


Por motivos religiososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora