41. Presentaciones Oficiales

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Nil

Ya he acabado de trabajar, iré a ducharme y después pasaré a ver a Elsa. La verdad que la amante de mi marido ha dado en el clavo con Elsa, me conoce muy bien y sabe mis gustos.

Llamada entrante de Elsa. Es extraño que me llame a esta hora.

Nil:
— Ciao amore mio. — Quiero sorprenderla. — Come hai dormito?
Elsa:
— Bene Bene. — Contesta en voz baja.
Nil:
— ¿Estás bien? — Le pregunto preocupado.
Elsa:
— Ha venido un tío muy raro, nunca lo he visto antes. — Dice nerviosa.
Nil:
— ¿Se ha pasado contigo?
Elsa:
— No, es muy educado, es una mole de tío y ha preguntado por Lilith, cuando le he dicho que no estaba me ha dicho que si no me molestaba la iba a esperar, luego a hecho una llamada y ha dicho que no estaba al del teléfono.
Nil tengo miedo.
Nil:
— No te preocupes cariño, ahora iré para el bar. ¿Sabe algo Adán?
Elsa:
— Sólo te he avisado a ti.
Nil:
— Gracias cariño.
Elsa:
— No tardes, por favor no me fió, me da malas vibraciones.

¿Que estará pasando? Solo espero que no tenga que ver con Joe.
¡Joder es que no dejan vivir tranquilo a nadie!
Encima resulta que el lumbreras de Adán se ha llevado por error el móvil de Lilith y ella tiene el de él.
Al poco rato llegó al bar, saludo en general y me dirijo a la barra, me quedo mirando al tipo, es un armario empotrado.

Se  gira y me mira de arriba abajo.
— ¿Tú eres uno de los amigos de Lilith? — Me habla serio.
— ¿Y tu quién eres? ¿Para qué la buscas? — Le digo plantandole cara.
— ¡Eh tranquilo campeón! — Levanta las manos en defensa.
— Lo que tengas que hablar con ella lo puedes hacer conmigo.

Lilith

Al poco llegó al trabajo, veo una persona sentada en la barra, impresiona verlo por detrás, Nil y Elsa lo miran con desconfianza.

Yo entro dando las buenas tardes a todos, el de la barra se gira a mirarme. Al verlo paro en seco y me acerco a él.

— ¡Qué alegría verte Ángel! — Me da dos besos.
— Hola preciosa. ¿Como te encuentras? — Se acerca para hablarme en el oído. — Tú amigo de ahí atrás lleva todo el rato mirándome mal y diciéndome que lo que tuviera que hablar contigo lo hiciera con el. — Mientras me explica voy mirando a Nil por encima del hombro de Ángel. — ¿Desde cuando tienes guardaespaldas?

No puedo evitar reírme, me acerco a él y le hablo muy bajito, más que nada porque Elsa no tiene ni idea de lo que paso.

— Él es el rompe piernas. — Cojo su brazo. — Ven, te lo presento.

La mirada de Nil se oscurece al ver cómo me dirijo hacia dónde está y cogida del brazo, se retuerce en el taburete y veo que está a punto de atacar.

— Nil te presento a Ángel. — Miro hacia el lado. — Ángel el es Nil y ella Elsa.
— Ya tenía ganas de conocerte, tienes todo mi respeto al igual que tu amigo. — Le da la mano y mira después hacia Elsa. — Encantado señorita.
— Elsa por favor llevanos a la mesa lo que estaba tomando Ángel y un té para mi.

Nos sentamos y Elsa nos sirve las consumiciones, Ángel hace la intención de pagar, pero lo paro con la mano.

— No, yo te invito. — Él asiente, Elsa vuelve a la barra. — ¿Estáis bien? ¿Hay algún problema?
— Estamos bien, ahora que estás aquí llamaré al Moro para que venga, tenemos que hablar contigo. — Lo miro sería, no puedo evitar sentir miedo, él saca su teléfono. — Tranquilizate que no es nada malo, no es nada que tenga que ver con esa mierda molesta.

No sé si sentirme mejor o peor, no sé que tienen que hablar conmigo, veo como marca un número y se pone el teléfono en la oreja.

— Sí, ya ha venido. Esta bien ahora le digo. Te esperamos aquí no tardes. — Cuelga y le da un trago a la cerveza. — Dice el Moro que cuando venga de cara a la gente no lo llames por su nombre, solo por el apodo.
— Está bien.
— No te lo tomes a mal, solo deja que lo llames por su nombre tú, pero ya sabes a que se dedica... Es cuestión de apariencias, no puede dejar ninguna debilidad a la vista, en este mundillo cuando todos te conocen por un nombre en el momento que ven que una persona se dirige con el nombre verdadero lo cogen como signo de debilidad, si quieren hacerle daño no irían a por él, irían a lo que le hace más daño.
— Creo que entiendo lo que me estás explicando. — Le sonrio.

Si me hubieras preguntado, te hubiera dicho SÍ  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora