47. El Viaje

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Adán

Ya ha llegado el día en que voy a presentar a Lilith a mi familia.
Sé que está bastante nerviosa pero lo disimula.

Hay veces que me pone negro, nos vamos para cinco días, todos llevamos una maleta, esta solo se llevaba un par de pantalones, un par de camisetas, ropa interior y calcetines, dice que es tontería ir cargado ropa cuando hay lavadoras. He tenido que cogerle ropa y ponerla en mi maleta.

Se le ha metido en la cabeza que no nos podemos presentar con las manos vacías, la veo venir con un paquete bastante grande que pone: El Cisne Pastisseria.

- ¿Qué es eso? - Señalo el paquete.
- Un pastel. - Lo dice tan tranquila.
- ¿Me lo dices en serio? ¿Cómo vamos a llevar un pastel? - Hay momentos que puede con mis nervios.
- Claro que lo digo en serio. - Me da un beso. - Lo ponemos en la bandeja de atrás. ¿Dónde vas a llevarlo? Si lo pones en el maletero no llegará vivo. Piensa un poco cariño.
- A ver nena... - Respiro para tranquilizarme. - Es mucho tiempo de viaje, no llegará bien.
- Que mucho tiempo Adán. - Me mira como si estuviera loco. - Cariño que vamos a Huesca, no vamos a la otra punta del mundo. En menos de tres horas estamos allí.
- ¿Como que en menos de tres horas? Nena que vamos en coche, no vamos volando.
- Hombre a tu velocidad podemos tardar todo el día. - Pone el pastel en la bandeja.
- Claro y si vamos a la tuya en una hora ya hemos llegado.

Me voy a buscar cosas que faltan por poner en el coche, Nil esta tonteando con Elsa.

- Tío ya podrías llevar cosas.
- Ya lo haces tú. - De verdad que vaya viaje me espera. - Yo estoy mimando a mi amor. Ya podías tomar ejemplo y dejar de discutir con Lilith.
- ¡No me des el viaje! Mea y caga antes de salir, estira ahora las piernas porque no podemos parar mucho ya que Lilith lleva un pastel.
- ¡Un pastel! - Grita Elsa. - Si llegará derretido.
- Pues explicaselo a tu amiga, a mi no me escucha.
- Yo no discuto nada con ella, me da miedo cuando se enfada.
- Gracias Elsa por tu apoyo.
- De nada amigo. - Se ríe.

Entra Lilith como un terremoto.

- ¿Hacemos un pensamiento? ¡Como se derrita el pastel por vuestra culpa, os vais a enterar!

Manda huevos, por nuestra culpa, menudos cojones tiene. La sigo a la habitación, la cojo por atrás.

- ¿Sabes que cuando te pones así de mandona y cabezona me excitas mucho? - La acerco para que pueda notarme. - Mira como me pones. Podríamos echar uno rapidito, para aliviar tensiones.
- ¿Por qué me dices esas cosas? Sabes que no puedo resistirme a ti. Uno muy rápido.
- Lo que tu digas.

Cierra la habitación, mientras me baja el pantalón y el bóxer se va quitando las bambas con los pies, le quito el tejano y las bragas, la toco y ya está preparada para que la haga mía.
Cuando estamos a punto de llegar al orgasmo pican a la puerta.

- Cuando acabéis nos vamos. - Se escucha al otro lado a Nil.
- ¡Vete a la mierda Nil! - Le grita Lilith. - Y tu no pares. ¡Dale más duro!

Hago lo que me pide, la penetro sin piedad, la escucho quejarse un poco, como si le hubiera hecho daño, pero a la segunda que entro con fuerza me rodea con sus piernas y me gime al oído.

- Me tienes loca, te estoy esperando.

Noto como sus contracciones abrazan más a mi polla, como va saliendo más líquido de ella y me corro dentro de su coño. Ha sido un polvo rápido pero ha estado maravilloso.

Antes de salir de ella la miro, no me canso de mirarla, la beso y la abrazo.

- Cada día eres mejor. No me canso de ti, necesito más de ti.
- Cariño levanta, tenemos que irnos. - Nos dirigimos al baño de su habitación para limpiarnos. - Cuando volvamos no te voy soltar. No nos vamos a poner mover al otro día. - Me besa. - Al final se va a derretir el pastel sin haber salido de casa.

Si me hubieras preguntado, te hubiera dicho SÍ  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora