54. Realidad Paralela

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Israel

Hace rato que Adán se ha ido con Lilith, los voy observando desde el cristal del balcón, Ángel también les va echando un ojo, al principio se veían bien, pero de repente vemos como la coge de los brazos y la zarandea.

— Me parece que voy a ir a fumar fuera.
— Aún es pronto para salir a fumar. — Ángel me mira serio, sé que quiere salir en busca de Adán. — Sólo intenta aguantar un poco más y luego te acompaño.
— No creo que pueda... Ya me conoces.

No sé cuanto tiempo voy a poder retenerlo, esté tiene la mecha muy corta. Aquí hay algo muy raro, tengo un mal presentimiento.

Por lo que puedo ver desde aquí Lilith está bastante entera, en cambio Adán no para de llorar y se ve muy nervioso.

Ya vuelven, ella anda delante de él y hay bastante distancia entre ellos. Se abre la puerta y entran los dos, tienen los ojos rojos e hinchados, sobretodo Adán.

— ¿Todo bien? — Le pregunta Ángel a Lilith mientras mira a Adán con recelo.
— Todo perfecto no te preocupes. — Le dice Lilith. — Voy a ponerme otra cosa y nos podemos ir cuando queráis.
— ¿Estás segura que nos podemos ir ya? — Le digo.
— Sí, estoy muy segura. Hemos hablado y ya sé ha aclarado todo. No vamos a alargar más esta agonía.
— Fíjate por dónde vamos a alargar la agonía. — Habla Adán, se acerca más a ella. — ¡Tú no vas a salir de esta casa! ¿Lo has entendido?
— Adán por favor, lo hemos hablado fuera.
— Ya sé lo que hemos hablado y te vuelvo a repetir que de aquí no te mueves.
— Me tengo ir y se acabo el tema, ahora déjame.

Ángel y yo ya estamos en alerta para quitar a Adán.

— Siento mucho que hayáis hecho el viaje para nada, pero os aseguro que no voy a dejar que se vaya. — Nos dice Adán. — Os podéis quedar aquí estos días, estáis en vuestra casa.
— ¿Qué está pasando aquí?
— Ángel no me preguntes a mi, eso tienes que preguntárselo a ella.
— Ángel no pasa nada. — Dice Lilith.
— No soportó las mentiras Lilith, ahora di que está pasando.
— Te estoy diciendo que no pasa nada, ahora voy a cambiarme.
— ¿Por qué no les dices lo que pasa?
— Cállate Adán.
— No me voy a callar Lilith.
— Si te vas a callar, hemos acordado que esa conversación quedaba entre nosotros. — Nunca la había visto así, se miran los dos con mucha dureza.
— Adán. — Él me mira, sus ojos están pidiendo ayuda. — ¿Qué sucede?
— Lilith por favor, diles la verdad. Merecen saberlo, todos los que estamos aquí te queremos...
— ¡Vete a la puta mierda Adán! ¡Cierra la boca de una puta vez!
— Yo me iré a la mierda pero tu de esta casa no vas a salir, si tengo que encadenarte lo haré, el que te saque de aquí primero tiene que matarme.

Ángel coge a Adán para golpearlo, Lilith se lanza a él.

— ¡Ángel no! Suéltalo por favor, a él no.
— ¿Por qué sigues protegiendolo? — Le recrimina.
— No se merece que le golpees, ya sabes que no lo voy a permitir.
— Entonces di que está pasando, estáis agotando mi paciencia.
— ¿Te acuerdas que tenemos un trato? — Le recuerdo.
— Me acuerdo Israel.
— Parte del trato es que tienes que ser sincera y no escondernos nada. — Le hablo serio y con firmeza.
— Lo que pasa es que mis padres quieren verme.
— ¿Y por qué se ha puesto así Adán?
— Se ha puesto así porque no se fía de ellos, no quiere que vaya a verlos. — No me mantiene la mirada.
— ¿Y qué quieren hablar? — Dice Ángel.
— Supongo que quieren arreglar las cosas...
— ¿Supones? Es decir que no te lo han dicho.
— Son mis padres, si me necesitan mi obligación como hija es ayudarlos.
— Cariño no tienes ninguna obligación con ellos. — Le digo más calmado, necesito ganarmela otra vez. — No son de fiar y tu lo sabes.
— Lo sé, pero necesito un acercamiento. Necesito el cariño de mis padres. ¿No podéis entender eso? — Nos mira, sus ojos están cristalinos. — Sólo iré a pasar unos días y si veo que no han cambiado volveré a mi casa.

Si me hubieras preguntado, te hubiera dicho SÍ  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora