49. Verdades Que Salen A La Luz

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Lilith

No sé que és lo que realmente está pasando pero Adán, Nil y sus madres están muy tensos, todos intentan disimular para que Elsa y yo no nos sintamos incómodas, aunque ya es tarde pero intentamos disimular y quitarle hierro al asunto.

— Adán dale a tu madre y a Maruja el pastel que hemos traído. — Lo miro sería. — Dime que lo has sacado del coche. ¿Porqué lo has sacado verdad?
— Nena está en la nevera. — Me mira y se ríe. — ¿Tú crees que se me podría olvidar después del por culo que has dado con el pastel? — Lo fulmino con la mirada.
— ¡Adán! ¿Qué forma es esa de hablarle? — Lo regaña Fina.
— Qué estoy de broma. — Le contesta mientras va a la nevera.

Nil se levanta con el y ayuda a recoger la mesa, no nos dejan hacer nada a nosotras. Nil y Adán cuchichean en la cocina, los dos salen con mala cara, uno lleva el pastel y el otro los platos y cucharas.

— ¿Quieres un té de los tuyos? Te los he traído. — Su voz es dulce.
— ¿De verdad que me los has traído? — Le digo sorprendida.
— Claro mi niña, me he dado cuenta que eres un desastre haciendo maletas, así que la he tenido que hacer por los dos.
— ¿Ya vas a empezar con el tema maletas?
— No os preocupéis esto es el pan nuestro de todos los días. — Elsa les dice a las mujeres que nos miran.
— Nena si por ti fuera solo traerías lo puesto. — Me dice en el tono de resignación.
— Si te parece me voy a traer todo el armario como vosotros, que parece que os vais para meses. — Los miro a los tres. — Es ganas de ir cargado, que cojais lo necesario lo veo normal, pero lo vuestro es exagerado.
— ¡Pero tu no has cogido ni lo necesario! — Dice Nil. — No te has traído ni una chaqueta con el frío que hace aquí.
— ¿No has traído chaqueta? — Me pregunta Elsa.
— No. Ninguno de estos dos me dijo que hacía frío y que estábamos cerca de unas montañas con nieve. — Defiendo mi postura. — ¿Acaso a ti te lo dijeron? — Le pregunto a Elsa.
— No, pero estamos en diciembre es lógico que haga frío.
— ¡Menos mal que habla alguien con sentido común! — Dice Adán volviendo con las cajas de las infusiones en la mano. — Gracias Elsa, hay momentos que creo que el ilógico de los dos soy yo. Ahora explicaselo, a ver si a ti te escucha.
— De nada amigo, pero te tengo dicho que yo no la convenzo de nada, me da miedo cuando se cabrea. Además dentro de poco será mi jefa otra vez.
— Es que le gusta mucho mandar. — Dice Nil con rintintin.
— No me busquéis que me encontráis pronto. — Les digo molesta. — Os estáis aprovechando que están vuestras madres delante y me muerdo la lengua.
— Por nosotras no te cortes, nos gusta ver como ponen a éstos dos chulos en su sitio. — Me dice Fina.
— Fina tu nuera es como nosotras. — Se ríen las dos. — Esta es de las nuestras.
— Ten cuidado pequeña que si te muerdes te envenenas. — Suelta Nil.
— ¿Por qué no discutes un rato con tu marido? Y me dejáis tranquila. — Ya estoy perdiendo la paciencia.
— No discute conmigo porque ya lo hace contigo, tú eres más divertida que yo. — Me da un beso.
— Ya sé que soy más divertida que vosotros. — Ahora vamos a jugar todos. — Por cierto cariño tienes que dejarme las llaves del coche esta noche, o vamos a buscar el que me han alquilado.
— ¿Para que las quieres?
— Ten cuidado hermano que ya va a tu punto débil. — Le dice Nil.
— Es evidente para que quiero el coche. Parece que no me conoces. — Le sonrió. — Está noche tenemos... ¡"Noche de chicas"!
— ¡¿Qué?! — Gritan todos.
— Ya me habéis escuchado. Como no les habéis dicho nada a vuestras madres que veníamos, pues me las llevo a tomar algo, así nos conocemos mejor las cuatro.
— ¡Oh hijo! Me has traído la mejor nuera que podía imaginar, ¡Maruja que salimos esta noche y encima acompañadas! — Me rió al ver las caras de todos.
— ¡Podemos llevarlas al club y luego al karaoke! — Dice Maruja a Fina, las dos se van emocionando por momentos.
— Luego llamo y les aviso que vamos para que nos reserven nuestra mesa. — Comenta Fina.
— Espera que no sabemos si a ellas les gustan los striptease.
— Que cosas dices mujer, a todas les gusta ver unos buenos cuerpos moviéndose. — Maruja asiente con la cabeza, pensando que menuda tontería había dicho.
— Adán cariño dale las llaves a Lilith. — Le dice la madre de Nil.
— ¿No podéis dejarlo para mañana? Estamos cansados del viaje. — Dice Nil.
— Yo prefiero mañana. — Dice Elsa.
— ¿Cansados del viaje? — Los miro. — Que cojones tenéis, la que tendría que estar cansada soy yo que soy la que ha conducido.
— Las mejores noches de chicas son las que salen solas, como esta. — Dice Fina.
— Nena yo te dejo las llaves, pero... ¿Tienes ropa para salir por la noche? — Me mira riéndose. — ¿Qué te pondrás el pijama o el chándal que has traído?
— Claro que tengo ropa, lo que llevo puesto. Me doy una ducha, me pongo bragas limpias y las pinturas de guerra. Y quemamos la noche.
— ¡Así se habla! — Grita Maruja.
— ¡Ese es el espíritu! — Dice Fina, las dos me aplauden.
— Espero no tener que ir a buscaros a la comisaría. — Dice Adán.
— ¿Hijo por qué siempre estás con lo mismo? Solo fue una vez.
— Cualquiera que te oiga Adán va a pensar que siempre estamos detenidas.
— Mejor les explicamos lo que pasó, porque a saber que habrán dicho estos dos. — Nos dice Fina.

Si me hubieras preguntado, te hubiera dicho SÍ  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora