44. Sorpresa

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Este capítulo está catalogado para +18 se describen escenas sexuales. Espero que os guste.

Lilith

He quedado con Adán en mi casa, ya he avisado a Nil y Elsa que está noche no molesten, le he preparado una cena un poco especial, pero lo especial va a ser el postre.

Mierda tengo que esconder bien la ropa que utilizaré para el postre. Llevo puesto un pijama que lo tapa todo y una bata, vamos que me ves y en lo que menos piensas es en sexo.

He quedado con Elsa que luego cuando la avise tiene que llamar Nil a Adán para que me de tiempo a cambiarme. Conociéndonos ya se imaginan que es cualquier juego que ha acabado en apuesta.

Suena mi móvil, ahora llevo el de Adán, este a dicho en la empresa que no le funcionaba bien y le han dado otro. ¡Malditas empresas que dan móviles a los empleados sin hacer preguntas, sólo porque son buenos en el trabajo! Con lo tranquila que estoy yo sin teléfono. Miro la pantalla.

Mensaje de Adán:
Hola mi niña, ya voy para casa. Llevo todo el día pensando en ti y en lo que quiero hacerte.

Leo el mensaje y sonrio. Yo también llevo todo el día pensando en él y en lo que le voy hacerle. Escucho como entra el coche en el parking. ¡Venga mi amor que empiece el juego!

Abre la puerta y cuelga la americana, se va desabotona un poco la camisa, me ve en el sofá sentada como los indios, con una taza entre mis manos. Se acerca sonriendo.

— Hola mi niña. — Me da un suave beso en los labios. — Déjame adivinar de que sabor es lo que bebes.

No me da tiempo a decir nada, su lengua se pasea por mis labios, mi boca le da la bienvenida, nuestras lenguas se saludan deseosas, un pequeño gemido sale de su boca. Joder sólo con escucharlo gemir ya mi cuerpo se moja esperándolo impaciente. A este paso no llego ni a mitad de la carrera me quedo en la salida.

— Es el de rosas. — Me dice sentándose al lado mio y rodeando mi cintura con su brazo.
— ¿El qué? — Oh mierda no puedo ni pensar.
— El té, es el de rosas. — Me mira y se ríe. — ¿He acertado?
— Sí, te estás volviendo un experto. ¿Te preparo uno?
— No. Prefiero relajarme contigo. — Coge mi taza y le da un trago, pone mala cara y me rio al verlo. — No me acordaba que te los bebes sin azúcar.
— Anda espera. — Me levanto y traigo el azucarero, le pongo una cucharilla. — Te ves cansado.
— Ha sido un día de locos, muchos clientes, mucho papeleo y todo el día de un lado al otro.
— He ido hoy al ginecólogo. — Me agachó y le quito los zapatos.
— ¿Estás bien? ¿No te abre roto por dentro? — Dice en broma.
— ¡Claro que no me has roto por dentro! Ni que tuvieras un bate de béisbol.
— ¿No te abras mojado cuando te ha hecho la revisión? — Si las miradas matasen ahora mismo lo habría fulminado. — Nena no te enfades, ya sabes que me gusta cabrearte.
— Cariño ya sabes que la primera vez que lo hicimos fue sin condón, luego ya los hemos utilizado, pero no es mismo...
— A mi también me gusta más sin, pero no hay más remedio.
— Pues sí hay remedio. — Su cara se ilumina.
— ¿Píldora?
— No.
— ¿DIU?
— No. Me da asco eso dentro de mi cuerpo durante años, con mis fluidos, los tuyos.
— Vale nena, ya he pillado el punto. — Dice con cara de asco.
— Al final el que más me ha convencido es "Depo Provera", contiene la hormona progestina. Esta hormona evita el embarazo al prevenir la ovulación. Sin óvulo en las trompas, no puede haber embarazo. Te la pinchan y dura tres meses.
— ¿Me estás diciendo que voy a poder perderme dentro de ti?
— Perderte literalmente, por mucho que busquen "tus soldados" no van a encontrar nada.
— ¿Cuando te pinchan? Quiero enviar tropas lo antes posible — Nos reímos los dos.
— Me han pinchado esta mañana, por eso tengo el cuerpo destemplado. — Le señaló el pijama y la bata.
— Que susto me habías dado, ya pensaba que te había poseído el espíritu de una maruja.
— Que gracioso eres, te mereces un premio. — Lo dejo en el sofá y voy a buscar un regalo, se lo entrego.
— ¿Y esto? — Lo coge con recelo.
— Puedes cogerlo sin miedo no muerde. ¿Te acuerdas cuando bajemos a Barcelona que fui hacer unas compras privadas?
— Sí, claro.
— Quería comprar algo para ti, una sorpresa, pero vi esto y supe que te volvería loco. Creo que hoy es un buen día para dártelo.
— No tenías que comprarme nada. — Sus ojos se iluminan al ver un CD de Malu.
— ¿Te gusta? — Su cara es pura felicidad.
— ¡Me encanta! Muchas gracias mi niña.

Si me hubieras preguntado, te hubiera dicho SÍ  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora