Capítulo 26. No iré

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Alessio

Pasé la noche en vela contemplando el rostro de Gina. Su labio inferior estaba hinchado; aquello era mi culpa. No pude resistirme a chuparlo y ahora mismo era demasiado tentador. Aparté la mirada de ella y la clavé en la ventana. Aún estaba oscuro afuera, pero el amanecer se acercaba. Cuando volví a posar mis ojos en ella, me miraba con detenimiento y sorpresa.

Con rapidez, salió de la cama y se miró de arriba abajo. Le había colocado el vestido, pero la ropa interior era mía. Sabía que tenía un debate interno. Sin embargo, con lo que pasó en el bar, dudaba. Con lo que pasó anoche, quedó más que confirmado que yo le gustaba.

Salí de la cama y dejé al descubierto mi desnudez. Me aproximé hacia ella. Necesitaba sentirla y tocarla antes de que se me escapara.

—¿Qué más pasó anoche? —indagó y se alejó de mí.

Supe de dónde venía su pregunta.

—Sigues intacta —contesté.

Di otro paso hacia ella. Parecía estar aliviada, y aquello me desconcertaba. Las mujeres hacían fila para llegar a estar en la intimidad conmigo, pero Gina no era así y las cosas entre nosotros habían pasado porque yo no le di otra opción.

—Ven conmigo a Italia —dije a solo unos centímetros de ella.

Dio un paso atrás.

—¿Ir a Italia? ¿Por qué? —preguntó con incredulidad.

Me acerqué aún más. Su mirada recorrió mi abdomen hasta llegar a mi pene. Le gustaba, y eso me llenaba de satisfacción. Apartó rápidamente sus ojos cuando se dio cuenta de que la había atrapado.

—Puedo darte todo, Gina. Tendrías todo a tus pies.

Levantó la mano; pedía que hiciera silencio.

—No lo entiende, ¿verdad? —soltó con tono brusco y siendo formal—. Acabo de terminar mi compromiso de la manera más cruel y despiadada. En mi cabeza no paro de dar vueltas a esa noche. Pienso que la persona que me hizo eso no tiene corazón.

Me contempló, acusatoria.

No dejaría que viera cómo sus palabras me afectaron.

—Te hizo un favor —dije sin más.

—Cuanto se nota que usted no tiene ni idea de lo que es un compromiso, de haberle entregado el corazón a alguien y que este lo haya pisoteado. ¿Qué va a saber usted de eso, señor Lombardi?

Pude ver el resentimiento en su mirada. Me hubiese gustado decirle que la entendía y que a mí también me habían roto el corazón, pero preferí callar.

—¿Eso es un no, entonces? —resollé con los dientes apretados.

Apresurada, recogió sus cosas del piso.

—No iré. No tengo nada que hacer allí y mucho menos con usted.

La tomé por el brazo antes de que pudiera dar un paso más y la pegué a mí con poca sutileza. Agarré su rostro del mismo modo y nos sostuvimos la mirada.

—Escucha bien, linda: serás mía. Tú serás quien venga a mi suplicando.

La solté y ella salió casi corriendo de la habitación sin mirar atrás.

***

Traté de conciliar el sueño, pero tenía demasiados pensamientos en la cabeza y uno de ellos era que Gina odiaba a la persona que puso aquel vídeo. Si se enteraba de que fui yo, todo esto, toda esta locura, todo este desenfreno y el poco, muy poco avance que tuve con ella, se iría a la mierda. Debía mantener oculto aquello. Nunca podría enterarse de ello, por ende, debía desaparecer todas las pruebas.

—¿Puedes cubrirte? —escuché decir a Alexander. Me miré y me cubrí con una de las almohadas—. ¿Cuánto durará este capricho tuyo? —cuestionó sarcástico—. Tienes una empresa que no se manejará sola.

Resoplé y dejé caer mi cabeza sobre la almohada.

—No es un maldito capricho —espeté con toda sinceridad. Me sentía también enojado. Estaba molesto conmigo mismo por sentir tantas cosas por esta mujer—. No es una más de la lista.

Me observó con cierta sorpresa, pero sabía que aún no me creía.

—De todas formas, debemos volver, sino yo arrastraré tu culo a Italia y sabes que no te va a gustar.

Salió de la habitación sin más.

Cumpliría su palabra. Alexander podía ser muy mezquino a veces y se encontraba a mi lado para mantenerme a raya, aunque sabía que se encontraba más que cansado de mi mierda.

Debía verla antes de irme, pero utilizar a Deyna ya no funcionaría y pedirle que me viera voluntariamente tampoco era una opción. No obstante, yo era Alessio Lombardi y no había imposibles para mí.

Antes de irme mañana, volvería a besar sus labios, pero no tenía intenciones de que fuese la última vez.

La Oscura Obsesión de Alessio✔ (Libro #1 serie Oscura +18) Disponible en AmazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora