Alessio
Contemplaba pensativo la vista panorámica de la ciudad. Decidí cancelar aquella demanda. No podía seguir adelante con eso sabiendo que tenía sentimientos por Gina, los cuales iban más allá de lo pasional. Me ponía ansioso el verla de nuevo después de lo de anoche, pero si quería ganármela debía comenzar a comportarme como el hombre que ella se merecía.
—La señorita Stevens ya está aquí.
—Dile que pase —Me acomodé la corbata por enésima vez.
Gina entró, sigilosa. Se me cortó la respiración al mirarla; se recogió el cabello y optó, como siempre, por usar una de esas camisetas con dibujos en el frente y unos jeans gastados, aunque cabía destacar que sus senos se abrazaban a la perfección por aquella camiseta.
Le hice un gesto con la mano para que se acomodara. El ambiente se tornó tenso. Ninguno mencionaría lo de anoche, así que decidí romper el hielo.
—He decidido... —me acomodé en el mismo sillón, pero guardé distancia pese a que me moría por besarla— poner fin a la demanda.
Me miró, confundida.
—Puedo pagarte, por eso estoy aquí.
No podría quedarse callada y por eso aceptó aquella propuesta de los Berlusconi.
—Por eso acudiste a él —dije con notoria molestia.
—Mi trato no es con él.
La observé con sorpresa porque esperaba otra respuesta y reacción de su parte.
—De todas formas —me puse de pie para poner distancia. Me moría por estrecharla en mis brazos y besar sus labios. No quería nada sexual en este momento, aunque con su simple presencia mi pene estaba a punto de salirse de mis pantalones—, el contrato, la demanda, todo lo que te ata a la empresa, queda cancelado.
Observé la lejanía y escuché sus pasos acercándose a mí. Me puse tenso. Cada fibra de mi cuerpo reaccionaba ante ella y eso me desconcertaba. Saberme tan vulnerable no era algo que me pasaba muy a menudo, pero con ella todo era distinto. Apreté las manos en puños a mis costados y me quedé inmóvil cuando la sentí tan cerca.
—¿Qué es eso de la lista? —indagó.
Me tomó por sorpresa y me giré para mirarla. Vislumbré en su mirada que realmente quería esa respuesta.
Corté la distancia que nos separaba y la cubrí con mi cuerpo. Ella media 5'8 y yo llegaba casi a los dos metros, así que tuvo que levantar la cabeza para poder mirarme. Eso me hizo sentir dominante por un momento. Solo tenía que moverme unos centímetros y tendría sus labios sobre los míos. Empotrarla en la pared era algo que me tentaba, pero no quería asustarla. Trató de poner distancia. No obstante, la envolví con mi brazo por la cintura, la sostuve con firmeza y la pegué a mi pecho.
—No es nada. —Acaricié su rostro con mis manos—. ¿Quieres que haga que desaparezca? Haré todo lo que me pidas —le propuse.
No podía creer que aquellas palabras salieron de mi boca.
—¿Qué haces con las mujeres de esa lista? —cuestionó con convicción, aunque su respiración se había acelerado.
—No quieres saberlo. —Pasé el pulgar por su labio inferior.
Trató de soltarse, pero la sostuve con más fuerza. Aquello la enojó, sin embargo, había ciertas cosas que era mejor que ella no supiera. Deslicé mi mano por su espalda y la puse en su trasero. Levantó las cejas ante mi atrevimiento, mas no la apartó. Le gustaba esta intimidad entre nosotros. Ella me tenía comiendo de la palma de su mano.
—Vas a seguir haciéndolo, entonces —soltó con decepción y se apartó de mí, dejándome más duro que el piso bajo mis pies—. Ya entiendo. Eso de que harás todo lo que te pida, son palabras sin fundamento. —Agarró su cartera y caminó hacia la puerta. Intenté seguirla, pero me clavó su dura mirada y me detuve—. Espero que disfrutes tu cumpleaños —satirizó.
Se perdió detrás de la puerta sin dejarme explicarle que ella era la única en mi lista de deseos.
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La Oscura Obsesión de Alessio✔ (Libro #1 serie Oscura +18) Disponible en Amazon
Roman d'amourGina Stevens es una modelo curvy estadounidense que ha escalado por su cuenta. Tomó la decisión de irse a vivir a Italia, donde se ha convertido en una de las modelos más solicitadas. Sin embargo, no todo es tan hermoso y maravilloso. El día de su f...