Alessio
Doblé mi camisa hasta los codos y los apoyé sobre mis piernas. Mirar aquellas fotos me desconcertaba y sentía cómo la rabia comenzaba a crecer dentro de mí. Gina no podía verme, pero eso no significaba que yo no podía verla. Tenía ojos sobre ella las 24 horas del día. Sabía lo que hacía desde que se levantaba, hasta que se iba a la cama. Sí, era un maldito maníaco obsesivo. Estaba encabronado por la osadía de aquel tipo. Se atrevió a tocarla cuando le dejé muy claro que no se atreviera a hacerlo.
—Por lo que pude percibir, la señorita Stevens estuvo muy incómoda con la situación. Creo que mantendrá al tipo alejado. No será un problema.
Agarré la fotografía y la rompí en varios pedazos. Mis deseos de hacerle lo mismo a aquel hombre no se quedaron atrás.
—Ya sabes lo que tienes que hacer si se vuelve un problema —le dije a la persona del otro lado de la línea.
—Sí, señor Lombardi —contestó.
Colgué la llamada.
Me volvía loco. Los Berlusconi habían comenzado a ventilar cosas del pasado de mi padre. Muchas tenían que ver con la muerte de mi madre y las sospechas de la policía en un principio de que el cáncer no era lo que acabó con su vida, pero al final todo se aclaró, o eso me había dicho mi padre. Estaba muy joven en aquel entonces y fui testigo de las crisis que tuvo mi madre. Nunca dudé de las causas de su muerte.
Ahora realmente no estaba seguro de nada.
Alexander entró en mi despacho. Me mudé en definitiva a la casa de mi madre. Aquí no tendría interrupciones como en casa de mi padre y podría pensar mejor en la estrategia que usaría para terminar del todo aquella guerra con los Berlusconi. Esa familia arrastraba una oscura vida, la cual era toda la base de su fortuna. Sus empresas eran una tapadera, pero nadie pudo llegar al fondo del asunto. Estaban bien escudados: jueces pagados y policías corruptos, todo con tal de mantener su estatus intachable.
—La cosmética está con todas las de la ley, pero en Berlusconi Enterprise existen algunos baches. —Me entregó unos documentos que mostraban transacciones a terceros algo extrañas.
Un nombre en la lista me dejó frío.
—¿Qué hace el nombre de Gina aquí?
Se quedó callado por un momento. Lo que iba a decirme no era bueno.
—Al parecer, Camilo le hizo firmar aquellos documentos cuando estaban comprometidos. A mi entender, Gina no tiene idea de que esa cuenta existe.
Lancé la carpeta contra la pared, pues ahora el juego en verdad se trancó. Si seguía adelante con mis planes, Gina podría ir a la cárcel, o peor: los Berlusconi intentarían desaparecerla.
—Es mejor que trates de llegar a un acuerdo. Si todo esto se destapa, ella saldrá muy mal parada.
Me puse de pie y caminé de un lado a otro con ansiedad. Toda esta mierda era mucho peor de lo que pensaba.
—¿Crees que podré protegerla? —le pregunté con temor a su respuesta.
—Deberías pensar en no volver a ella —contestó con mucha sinceridad.
—¡Eso nunca! —Impacté mi puño sobre el escritorio—. Aunque sea lo último que haga, volveré a ella, ¿entendiste? —Asintió sin mediar palabra y se marchó.
Tomé una de las fotos en las que Gina se encontraba saliendo de su edificio y no pude evitar acariciarla. La extrañaba demasiado. No sabía si podría soportar la distancia que nos separaba. Debía hacer una de mis jugadas y asumir las consecuencias.
***
La cena anual de beneficencia era uno de los eventos para que todos los ricos alimentaran un poco más su ego. Aquí competían por quien más dinero donara o por quien tenía la mejor esposa trofeo, aunque muchos descarados llevaban a sus amantes. A nadie le importa nada en este mundo, solo hablaban entre susurros y luego se saludaban entre sí con hipocresía sin importar que cada cual se clavara un cuchillo por la espalda.
Crecí en este mundo, pero nunca me sentí parte de él. Aprendí a sobrevivir dentro de este nido de fieras convirtiéndome en la cabeza de la manada. Nunca me dejé intimidar. Nada se me quitaba o negaba. Me convertí en un maldito dolor de cabeza para algunos empresarios que al final terminaron estando de mi lado. Utilicé esas conexiones para hacer mi movimiento de aquella noche.
—¿Qué hiciste? —indagó Alexander entre dientes y vio cómo sacaban con disimulo a los número uno en la lista de los Berlusconi.
La mirada del patriarca Berlusconi y la mía se encontraron en ese instante. Una sonrisa apareció en mi rostro. Aquello fue un golpe para ellos, porque si a Leo Piantini y Rusco Belo les daba la gana de decir todo lo que sabían sobre ellos sería solo el comienzo de una larga pesadilla, así que era mucho mejor llegar a un acuerdo, que era lo que en realidad buscaba con esa movida.
Necesitaba sacar a Gina de esa lista, ese era mi único objetivo, y no me importaba a cuántos debía hundir. No me importaba ver la sangre correr si fuese necesario.

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La Oscura Obsesión de Alessio✔ (Libro #1 serie Oscura +18) Disponible en Amazon
RomanceGina Stevens es una modelo curvy estadounidense que ha escalado por su cuenta. Tomó la decisión de irse a vivir a Italia, donde se ha convertido en una de las modelos más solicitadas. Sin embargo, no todo es tan hermoso y maravilloso. El día de su f...