Capítulo 72. No hay vuelta atrás

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Alessio

Esperé con impaciencia que aquel hombre llegara. Miré cómo la lluvia aumentaba su furia, igual como crecía la mía dentro de mí. Le advertí a ese sujeto que controlara a su hijo y le dejé bien claro que si intentaba otra cosa contra Gina no sería tan amable como la última vez. Percibí el temor en su voz cuando contestó mi llamada. Estaba decidido a quitar a Camilo del camino sin importar la maldita forma en la que debía hacerlo.

—Alfredo Berlusconi está aquí.

Lo escuché entrar con recelo en mi oficina y dejé el vaso de whisky sobre mi escritorio. Me giré para mirarlo. Pude darme cuenta de que él no estuvo al tanto de las acciones de su hijo. Este hombre no sabía siquiera de lo que su hijo era capaz.

—Una estadounidense secuestrada y traída a territorio italiano, ¿cómo crees que terminará para tu hijo, Alfredo? —Me acerqué a él despacio y me acomodé de igual manera en uno de los sillones.

—No tenía idea. Le dejé bien claro que no se metiera contigo y que dejara a esa chica en paz. Realmente no sabía que era capaz de hacer algo así. —El sudor perlaba su frente.

Muy en el fondo él reconocía que todo esto era culpa suya.

—Aún no he involucrado a las autoridades, antes quería hablar contigo. Teníamos un trato que se rompió cuando Camilo se atrevió a hacer lo que hizo. No quiero mancharme las manos, pero si debo hacerlo, sabes que no temeré.

Su mirada hacia mí fue como daga filosa. En realidad, él sabía por qué se encontraba aquí.

—No me vas a pedir que lo haga —manifestó con voz temblorosa.

Me puse de pie y me acerqué, amenazante.

—Sé que te interesa mucho más mantener oculta tu doble moral y que no te arriesgarías ni siquiera por tu hijo a dejar que se te escape de las manos lo que tanto te ha costado. Si lo hago yo —lo agarré del cuello de la camisa—, tu familia solo será un recuerdo de lo que es hoy. Si lo haces tú, prometo olvidar todo esto. La decisión es toda tuya, Alfredo Berlusconi.

Me miró lleno de rabia mientras tecleaba un número en su teléfono. Podría decir que me sentí mal, pero no era así. La mala hierba se cortaba desde la raíz y Camilo Berlusconi era un mal hasta para su propia familia, así que no me importaba el destino que le esperaba, tampoco los medios que debía utilizar para deshacerme de una vez por todas de él. Había sobrepasado el límite de mi paciencia y cuando eso pasaba, el demonio dentro de mí no descansaba hasta ver a aquella persona acabada.

—La llevó a la casa que compraron en las afueras. Contacté a mi informante en la policía y le dije que se encargara. —Lo observé con desconfianza—. Puede acompañarme si así lo desea.

Tomé mi chaqueta y caminé detrás de él.

Debía ver con mis propios ojos cómo caería esa escoria.

***

Las patrullas rodeaban todo el lugar.

Alfredo se alejó de inmediato de mi lado para acercarse a uno de los oficiales. Lo conocía, ya que estuvo en la fiesta de graduación de la hermana de Gina y luego en la casa de sus padres al día siguiente. Me reí con ironía porque las apariencias casi siempre nos engañaban. Quién iba a decir que aquel agente de la ley estaba asociado a la mafia italiana. Me hizo un gesto con la cabeza para que me acercara a ellos. Caminé en su dirección.

—Él dice que la dejará ir si usted va por ella. —Apreté las manos en puños y sentí la rabia correr por mis venas. No podía creer que al muy idiota le quedaban aún ganas de seguir jugando contra mí. Cometía un grave error—. Dispararemos a matar. Asegúrese de ponerse usted y la mujer a salvo.

Contemplé a Alfredo, quien se encontraba con el rostro contrariado. Nunca se imaginó que aquel día sería el último que vería a su hijo con vida.

—Te dije que lo mantuvieras lejos de mi mujer. Este es el precio que debes pagar para mantener tu corona. —Dejé que me colocaran el chaleco antibalas y llevé mis pasos a la entrada de la casa sin mirar atrás.

No había vuelta atrás.

La lluvia se intensificó y los truenos resonaron con fuerza. El momento se convirtió aún más aterrador. Tenía miedo, pero mi temor era más por la mujer que se encontraba bajo las garras de aquel demente, porque pudiera encontrarse lastimada o algo peor. Camilo nunca fue un rival para mí y tuvo que llegar hasta este punto de cobardía para poder sentirse grande, cuando en realidad lo único que se hacía era cada vez más pequeño.

Llegaría hasta al final, nada me detendría.

La Oscura Obsesión de Alessio✔ (Libro #1 serie Oscura +18) Disponible en AmazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora