Capítulo 12. Aplastar

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Alessio

Los ojos gatunos de Gina me miraban con intensidad. Quería terminar con la tortura que era mirar sus labios. Quería reclamarla aquí y ahora, pero me asustaba su rechazo. Otra maldita primera vez pasaba en mi vida. Quería que ella viniera a mí sin ser obligada y que me deseara tanto como yo la deseaba.

Con Gina no funcionaría mi lado animal. Ella simplemente era otro nivel.

Apartó mis manos de ella y comenzó alejarse. Sabía que llamaría a la policía, mas no podía darme el lujo de meterme en más problemas. Tenía que bajar la guardia, pensar con la cabeza fría y no permitir que mis bajos instintos la alejaran más de mí.

Esta noche me disculparía y me iría. Era lo que debía hacer.

—Lo siento. —Le di la espalda y me pasé la mano por el cabello en señal de frustración—. Volveré solo cuando tú me lo pidas. —Posé mi mirada en ella.

No podía descifrar lo que sus ojos me mostraban.

—Voy a casarme —manifestó con voz inestable—. Si no quiere que llame a la policía, es mejor que se vaya, señor Lombardi.

Las luces de un coche iluminaron la habitación. Se trataba de Alexander.

Caminé hacia la puerta y miré a Gina una vez más, pero no le dije nada. Me sentía perdido. No sabía cómo actuar frente a ella, y aquello me frustraba. No saber cómo tratarla me hacía sentir un perfecto idiota. Sin embargo, lo único que tenía claro era que aquella mujer de curvas pronunciadas tenía que ser mía.

—Quiero el mejor y más costoso traje para el sábado —informé en cuanto me subí al vehículo.

Desde ese día daría el primer paso para poseer a Gina.

***

Aquel viernes mi mente estaba en todos lados menos en el trabajo. Una nueva colección venía en camino y eso solo significaba la planificación de un nuevo desfile para la presentación de los diseños. No obstante, yo no estaba en el asunto. Solo pensaba en todo lo que iba a pasar al día siguiente. Era incierto y desconcertante, pero me arriesgaría. Debía alejar a Gina de aquella escoria que no la merecía.

—Señor Lombardi.

Todos los presentes en aquella reunión me miraban con atención.

—¿Sí? —Intenté concentrarme.

—Queremos saber si las telas pueden comprarse al mismo distribuidor. Son de muy buena calidad.

—Revisen los costos y gastos de envío, seguro han variado. Sin embargo, si su tela es la mejor, entonces invertiremos.

—También Paolo quiere hacer modelos en talla grande. —Contemplé a Henry, uno de los encargados de diseño junto a Paolo—. Le ha encantado trabajar con Gina Stevens. Dice que es demasiado maravillosa y que quiere que ella modele sus diseños.

Escuchar su nombre me puso algo tenso, cosa que no pasó desapercibida por mi padre. Él se encontraba a mi lado. El patriarca Lombardi ya no tenía voto en esta empresa, pero sí voz. Por eso estaba como asesor en todas las reuniones. Asimismo, se hallaba al tanto de muchas cosas de mi vida y quizá conocía mis intenciones con Gina.

—Creo que estamos de acuerdo. Si Paolo quiere eso, perfecto. Damos por concluida la reunión.

Todos se apresuraron a tomar sus cosas para salir y ponerse a trabajar. No era un jefe hijo de puta. Siempre escuchaba a mis empleados y los trataba con respeto. Muy, pero muy diferente a mi padre, que aprendió aquella lección demasiado tarde. Ya era demasiado viejo y yo su único hijo, así que quedé a cargo cuando la compañía le quedó demasiado grande.

—Me enteré de que es una buena muchacha. Pronto se casará con Camilo Berlusconi.

Lo miré con fastidio, pues solo escuchar aquel nombre me irritaba.

—No sabes nada, padre. —Me puse de pie con intenciones de salir del salón, pero me detuvo al agarrar mi brazo.

—Déjala tranquila. Ya una vez le hiciste mucho daño a alguien.

Aparté con brusquedad su mano de mi brazo.

—Esa puta y su familia se lo merecían.

Con aquello di por terminada la conversación y salí de allí más determinado en aplastar a Camilo Berlusconi.

La Oscura Obsesión de Alessio✔ (Libro #1 serie Oscura +18) Disponible en AmazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora