Capítulo 78. Mi amor por Gina

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Alessio

5 meses después

Aquella mañana estaba siendo de locos. No recordaba la última vez que me levanté tan temprano, pero a sinceridad no pude dormir nada. Estaba ansioso. Mi padre no estaba siendo de mucha ayuda; tomaba su copa de whisky con las piernas cruzadas sentado en el sofá de la habitación del hotel. No sabía por qué la universidad tuvo que poner la graduación justo este día.

—Míralo desde la siguiente perspectiva —se puso de pie y caminó hacia mí—: no tendrán que hacer doble celebración. —Lo miré de mala manera.

Levantó los brazos en señal de rendición.

—Estoy asustado —admití—. Quiero que todo sea perfecto.

Se acercó de nuevo y me miró a los ojos.

—Todo saldrá bien. Es mejor que te apures si quieres llegar a la ceremonia. —Escrutó su reloj—. Conociendo a Gina, ya debe estar poniéndose roja del coraje.

Miré mi reloj, solté un improperio y me apresuré a salir del dormitorio.

Alexander esperaba por mí en la limosina y me regaló aquella mirada altanera que tanto detestaba. Él odiaba esperar y yo odiaba tener que soportar su actitud tan arrogante, pero ya esta era una historia vieja. Hoy no podía comenzar con mal pie, pues estaba total y rotundamente prohibido, así que no dejaría que aquel hombre me robara la paz.

—Felicidades. —Extendió una pequeña caja hacia mí—. Al fin lo hiciste, Lombardi. Al fin encontraste el equilibrio en tu vida. —Podía sentir el sarcasmo en sus palabras, pero también cierto alivio. Él sabía que no me metería en más problemas. Tenía la certeza de que Gina me mantendría controlado—. Es una suite en Dubái. Lo tienes todo, de manera que pensé en regalarte una luna de miel de lujo. Además, también sé que lo olvidaste.

No pude evitar la carcajada que escapó de mis labios. El muy maldito sí que estaba pendiente hasta del más mínimo detalle. A decir verdad, con tantas cosas olvidé por completo la luna de miel.

—Gracias —dije con toda sinceridad—. Gracias por todo, Alexander.

Si hubiese sido una persona de abrazos, me hubiese lanzado a los suyos, pero con aquel pequeño asentimiento de cabeza me bastaba y sabía que era de forma recíproca.

Las inmediaciones de Columbia se encontraban repletas de personas, pero como la que yo buscaba brillaba con luz propia, la vislumbré hablando muy animada con su familia y algunos amigos. Caminé hacia ellos. Sus ojos fueron como dos rayos de luz cuando se encontraron con los míos. Era hermoso saber que era el único dueño de aquella sonrisa y que tendría la oportunidad de compartir mis noches con semejante diosa. Sí, señores, Alessio Lombardi se convirtió en un pendejo enamorado. Se apartó del grupo y corrió hacia mí. Tuvo que sostener el birrete para que no se le cayera y la atrapé justo cuando sus brazos se enredaron en mi cuello. Se veía radiante, tan hermosa que parecía un ángel. No sabía si era por el hecho de que en unas pocas horas sería mi esposa. La amaba mucho más. Aquí, en este momento, quería que el tiempo se detuviera para que no terminara. No quería soltarla. No quería que escapara de mis brazos.

—Ven, te voy a presentar a mis cachondas compañeras que se mueren por conocerte.

Viré los ojos y dejé que me arrastrara con ella hasta donde se encontraban.

La tomé por la cintura y le regalé una sonrisa simpática a las chicas. Sus miradas no fueron para nada recatadas, incluso una de ellas se atrevió a guiñarme el ojo, cosa que no pasó desapercibida por Gina, quien ni siquiera se mordió la lengua para ponerles freno.

Me encantaba ver cómo se encendían sus mejillas cuando se molestaba.

—Vamos, zorras, mantengas sus garras alejadas de mi hombre. —Todas soltaron unas carcajadas hipócritas.

Entretanto, nos alejamos del grupo.

Lo hizo para taparles la boca. Disfrutaba ser usado por ella.

Hicieron un llamado para todos los graduandos. Gina me dio un beso corto y se apresuró para unirse a los demás. Me aproximé a la familia de Gina y su madre me abrazó con sutileza. Nuestra relación se hizo fuerte, los prejuicios quedaron en el pasado y por primera vez sentí que pertenecía a un lugar. Lo ausente que estuvo la mayoría del tiempo mi padre ya no me dolía. Incluso estar con ellos me hizo reconsiderar mi relación con el patriarca Lombardi. Los Stevens me habían ensañado que, sin importar los errores, la familia siempre sería la familia por sobre todas las cosas.

***

Genave ni siquiera me dejó despedirme de Gina cuando finalizó la ceremonia. Dijo algo sobre peinado, maquillaje y vestido de novia que yo no podía ver. Puse cara larga, pero esto la incentivó a alejarla más rápido de mí. Acepté el hecho de que solo vería a mi prometida camino al altar.

Sentí cómo los nervios hacían su entrada triunfal.

Alexander y mi padre charlaban de manera animada. Mientras tanto, yo miraba el pedazo de papel que tenía en mis manos. No era bueno con las palabras y estaba totalmente bloqueado. Aunque lo haría, sabía que cuando el instante llegara y ella estuviera frente a mí, cualquier cosa que dijera iba a quedarse corta. No obstante, tenía que escribir los malditos votos o Gina me sacaría los ojos.

—El juez llegará en media hora —me avisó Alexander.

Puse toda mi atención en el papel en blanco sobre aquella mesa.

Plasmaría en esa hoja todo lo que sentía y pondría en palabras mi amor por Gina.

La Oscura Obsesión de Alessio✔ (Libro #1 serie Oscura +18) Disponible en AmazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora