Capítulo 13. El compromiso

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Gina 

Estaba feliz, nerviosa y algo asustada. Me miraba al espejo sin poder evitarlo. Aunque me devolvía una imagen totalmente favorable, aún me sentía inquieta.

Deyna entró en la habitación, me recorrió con la mirada y me regaló una gran sonrisa. No confiaba en ella, pero no tenía a quien acudir en momentos como este y mi familia solo podría venir a la boda.

—Camilo está recibiendo a los invitados. Ya han empezado a llegar. ¿Estás lista?

Tomando una larga respiración, salí.

El jardín había quedado de ensueño. Gracias a Camilo, por ser un Berlusconi, asistirían muchas de las personas importantes de toda Italia a este evento. Eso me ponía aún más nerviosa, pero me propuse disfrutar esta noche. Era mi noche y la de Camilo, todo tenía que ser perfecto, nada podía salir mal.

—Elegiste un color perfecto —soltó Deyna para elogiar mi vestido, pero sentía que había algo detrás de sus palabras—. Le hace mucha justicia a tu figura.

Le agradecí con una sonrisa y caminé hacia donde se encontraba Camilo.

Camilo me agarró por la cintura y me miró con devoción. Me sentí un poco avergonzada y saludé de la misma forma a las personas con las que conversaba. Eran el duque y la duquesa de Berlish, o algo así. Saber aquello me dejó algo sorprendida. Nunca antes había estado frente a unos duques.

—No sabía que eran conocidos del señor Lombardi —comentó la duquesa.

Miré donde sus ojos estaban puestos. La mirada de aquel hombre chocó con la mía.

—¿Tú lo invitaste? —indagó Camilo con los dientes apretados.

—Claro que no —contesté de mala manera.

En ese instante, Deyna pidió nuestra atención.

—Atención, por favor. Pueden acomodarse para continuar con la velada. —Camilo y yo caminamos al centro del jardín. Allí se encontraba nuestra mesa. Pasé por alto la presencia de aquel hombre. Nada podía empañar esta noche—. Llevo tres años y medio trabajando con Gina. En este tiempo nos hemos vuelto muy cercanas —La observé y le regalé una sonrisa—. Es genial que viniese a encontrar el amor tan lejos de casa. Por eso he preparado un pequeño vídeo para los novios recopilando los momentos que han pasado juntos. Por Gina y Camilo. —Alzó su copa.

Todo lo hicimos también mientras comenzaba a reproducirse el vídeo.

Las primeras imágenes fueron maravillosas; eran fotos de los instantes que Camilo y yo pasamos juntos, los cuales eran memorables. Agradecí en mi interior a Deyna por aquel espléndido gesto. Sin embargo, de la nada la pantalla se oscureció y luego apareció el nombre de Camilo en grafiti, seguido de unas imágenes de él que nunca en mi vida imaginé ver. «Los viajes de Camilo», decía el siguiente grafiti. Apareció una imagen de él teniendo sexo anal con una mujer a la que le habían cubierto la cara. Así fue una fotografía tras otra. Yo estaba en shock. Me fijé en que Deyna corría para apagar el reproductor. Entretanto, parecía que me arrancaron el alma.

—Gina —escuché decir a Camilo, pero estaba tan perdida que su voz la oía lejana—. Gina —repitió.

En un momento de lucidez, lo miré a los ojos. Sabía que los míos se encontraban cristalizados y que me echaría a llorar.

Me descalcé y comencé a correr sin rumbo fijo.

Comencé a alejarme de aquella pesadilla.

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