Capítulo 76. Tocar el cielo

42.1K 3K 140
                                    

Alessio

La luz de la luna provocaba que sus ojos brillaran y cada movimiento de sus caderas me hacía enloquecer mucho más. Aparté mi mano de su boca y me apresuré a colocar su cuerpo boca abajo. Recorrí con mi lengua su espalda hasta llegar a su culo, levanté sus caderas y enterré mi cara allí; deslicé mi lengua por su coño mojado. El sexo con Gina no era solo eso, era un viaje de descubrimiento que cada vez me dejaba aún más sorprendido. Nunca llegaba a obtenerlo todo y parecía que nunca podría saciar mi deseo por ella.

La puse sobre mis caderas y nos volvimos nuevamente uno solo. El sudor mojaba nuestros cuerpos. Agarré uno de sus pezones con mis dientes mientras ella soltaba un gemido. Introduje mis dedos en su boca. Ella chupó y lamió. Mi cabeza voló y su coño se apretó con más fuerza entorno a mi pene. No podía creer que esta mujer era solo mía y que era el dueño absoluto de esta fantasía.

—Voy a explotar —musitó.

Sus movimientos fueron aún más rápidos. También iba a venirme, así que le permití tomar el control. Cubrió mi boca con su mano y yo cubrí la suya con la mía. Entretanto, los dos nos perdíamos en el placer de aquel orgasmo.

Nos dejamos caer sobre la cama.

Acaricié su espalda desnuda. Gina enredó sus piernas con las mías y traté de cubrir parte de su cuerpo con las sábanas. Dejé un beso en su frente y toqueteé su melena. Sus ojos me contemplaban sin reparo alguno. Muchas veces me sentí vulnerable bajo esa mirada y no entendía por qué, pero ahora tenía la respuesta: mi loca obsesión por ella se convirtió en amor.

—¿Qué? —indagó.

Notó cierta inquietud en mi mirada.

—¿Cuándo nos casaremos? —Se removió en mis brazos, pero la sujeté con firmeza para que no pudiese escapar.

—Cuando termine la escuela, ya te dije.

Me dijo eso muchas veces, pero aún sentía cierta resistencia.

Todavía podía percibir el miedo que le provocaba dar aquel paso.

—Escapémonos, entonces —comenté. Me miró con asombro—. Quiero enseñarte algo. Prometo que estarás aquí el domingo por la noche. Solo quiero apartar ciertas dudas de tu cabeza.

Asintió y me regaló una hermosa sonrisa.

Comenzó a quedarse dormida entre mis brazos.

***

El viernes por la tarde pasé por Gina a la universidad y no pude evitar sentirme molesto cuando la vislumbré en la lejanía hablando muy animada con un tipo. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, le dio una palmadita en el hombro a aquel chico y corrió hacia mí. La estreché en mis brazos. Mientras tanto, el hombre en cuestión se detuvo a mirarnos. Mi intensa mirada se encontró con la suya. No tuvo más remedio que seguir su camino. Esta era una de las razones por las que odiaba que Gina fuese a la universidad.

—¿Tienes todo lo que necesitas? —le cuestioné cuando estuvimos dentro del coche.

—A ver —abrió su bolso—: cepillo de dientes, desodorante, ropa interior sexi... —Le arrebaté la ropa interior de las manos y la miré con algo de molestia. Unos estudiantes cotillas se quedaron mirando fijo dentro del coche—. Oye, eso es mío. —Trató de quitármelo, pero me puse en marcha antes de que pudiese hacer otro movimiento.

Llegamos a la pista privada.

Gina me contempló, sorprendida.

Tuvo la oportunidad de viajar en un jet cuando estuvo con ese hombre y que su última experiencia en uno fue terrible y devastadora. Sin embargo, ahora estaría sobre la máquina Lombardi. Era único en su clase. No me fijé en el precio, ni siquiera le pregunté a Alexander cuánto costó. Lo quería para mí y no aceptaría un no como respuesta.

—Ya me imagino a cuántas de tus "amiguitas"... —hizo comillas en el aire— les habrás dado un paseo aquí. —Me miró con desconfianza.

Me encantaba mirarla cuando se ponía celosa.

—Eres la primera —le susurré en su oído y la abracé desde atrás— y la única mujer que se subirá siempre a este jet. —Le extendí ahora la mano para ayudarla a subir.

Nos esperaban unas largas horas de vuelo, de modo que debíamos aprovechar el tiempo.

La asistente de vuelo nos dio algunas indicaciones y tuvo la osadía de regalarme una pícara mirada. Gina se puso roja y se apresuró a acomodarse sobre mis piernas. La mujer llevó sus ojos a sus pies, avergonzada. Me divertía de lo más de lindo con esa escena. Me encantaba ver cómo mi mujer marcaba su territorio. Gina no era de las que se dejaban intimidar, ni siquiera le importaba si tu cuerpo era el de una modelo XS, ella hacía que te sintieras inferior delante de ella.

—Espero que no te vuelvas a atrever a poner tus ojos sobre mi prometido —siseó con los dientes apretados—. Y cierra esa cortina, no tengo deseos de ver tu cara nuevamente.

La asistente hizo con rapidez lo que ella le había mandado, ruborizada de la vergüenza.

Gina y yo quedamos resguardados detrás de la cortina.

—¿No crees que fuiste demasiado dura, mi amor? —inquirí.

Se rio con sarcasmo. Me encantó mirar aquel fuego en su mirada.

—Eres mío. —Llevó sus labios a mi boca y tomó entre sus dientes mi labio inferior.

Se sentó a horcajadas sobre mí y quitó uno a uno los botones de mi camisa. Habíamos discutido esta mañana porque no quería que ella se pusiera aquella falda, pero ahora agradecía que no me hubiese hecho caso. Desabrochó mi cinturón, desprendió el botón de mi pantalón, bajó su seductora mano al cierre y agarró con posesión mi pene. No pude resistirme y la halé con poca sutileza del cabello.

—Si es así como me vas a reclamar como tuyo, hazlo siempre, no me enojaré. —La miré con una sonrisa maliciosa dibujada en los labios, hice a un lado sus bragas y entré en ella.

Sus pequeños gritos resonaron en aquel reducido espacio.

Me moría por llegar para poder mostrarle lo que había en aquella habitación, aunque por ahora simplemente me ocuparía de hacerla tocar el cielo.

La Oscura Obsesión de Alessio✔ (Libro #1 serie Oscura +18) Disponible en AmazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora