Alessio
La casa de mi madre se volvió mi refugio de nuevo. Aquello era un golpe bajo a mi autoestima de mierda. Me alejé de todo, incluso de aquel deseo insaciable que corría por mis venas. Había pasado un mes completo desde lo sucedido con Gina y el otoño comenzaba a ser notorio. Las hojas empezaban a perder su color y pronto dejarían de ser parte de los árboles, así como yo, que en un abrir y cerrar de ojos dejé de ser parte de su vida.
—Señor Lombardi —Dya me sacó de mis pensamientos—, el señor Alexander está aquí.
Hice un gesto con la cabeza para que lo hiciera pasar.
La colección de otoño estaba a punto de ser lanzada, pero yo seguía metido en mi autodestrucción. Desde aquella vez con Deyna, no pude tocar a nadie. Eso alertaba a mi asistente y también le regalaba cierto alivio. Yo era un dolor en el culo para él. Me encerré en mi burbuja. Eso me daba miedo, pues cuando explotaba salía de ella mucho peor de lo que había entrado. El monstruo era cada vez más terrorífico.
—Toma. —Alexander lanzó una carpeta sobre la mesa—. Aunque Gina me cae como una piedra en el estómago, investigué algunas cosas. Estoy aburrido de verte con esa cara de mierda.
Lo miré, confundido.
—Te dije que no quería saber nada de esa mujer —siseé con los dientes apretados.
—¿Si quiera le diste el beneficio de la duda?
—Tú fuiste quien me dijo que ella solo era buena para usarla. Me querías lejos de ella. ¿Qué dices ahora? —Le sostuve la mirada y Alexander hizo lo mismo.
—Aquí no está todo claro —hizo caso omiso a mis palabras—, pero presiento que lo de esa noche fue algo malo. —Me dio la espalda y caminó a la salida.
Escruté la carpeta sobre la mesa. Tenía el membrete del hospital San Raféele. En el borde ponía el nombre de Gina Stevens-examen toxicológico.
La agarré y la abrí con rapidez. Lo primero que leí fue sobre el alucinógeno encontrado en su sangre. Al pie del reporte, en las notas del médico, había algo escrito que me heló la sangre.
Estamos ante un posible caso de violación. La víctima no recuerda nada y no pudimos encontrar muestras de semen. Por inconsciencia de la paciente, se bañó y eliminó las evidencias.
La carpeta resbaló de mis manos y los recuerdos de aquel día llegaron a mi mente, específicamente un extraño mensaje que recibí de Deyna unos minutos después de haber recibido aquellas fotos. «Quiero ver a la bestia», había escrito. Todo fue muy claro en ese instante. Aquella mujer jugó su carta, pero nada podía quedar oculto bajo la sombra de la verdad.
—¿Dónde está Deyna ahora? —le cuestioné a Alexander cuando contestó la llamada.
—Debe estar en su oficina. Sabes que se queda hasta tarde cuando se acerca un desfile.
Colgué antes de que pudiera interrogarme.
Tomé las llaves del coche y le di algunas instrucciones a Dya antes de marcharme. Me encontraba perturbado. Un millón de cosas horribles pasaban por mi cabeza, pero no podía mancharme las manos. No podía ir y matar a aquella zorra, eso sería demasiado fácil y le estaría haciendo un favor. Quería verla sufrir. Quería que se arrastrara como la rata que era.
Dejé el auto en la entrada y me apresuré a entrar en el interior del edificio. Hacía días que no pasaba por aquí. Todo marchaba a la perfección, excepto por la perra mentirosa que tenía como reclutadora.
Abrí la puerta con un estrépito y ella se sorprendió al mirarme. La cerré de la misma forma y me aproximé, amenazante. La agarré del brazo y la lancé hacia el sofá que adornaba la oficina. Parecía excitada, pero no vine a cogerla, eso no lo haría nunca más.
—Ahora vas a decirme con lujo de detalle lo que le hiciste a Gina.
Sus ojos se abrieron con sorpresa. Sola se delató.
—No sé de qué habla —contestó con descaro.
—Te voy a refrescar la memoria. —La agarré con agresividad de la barbilla, saqué mi teléfono y le enseñé las fotos que no tuve las fuerzas de borrar. Ahora entendía por qué—. ¿Quién es el hombre que está abusando de Gina? —La apreté con más fuerza. Ella estaba a punto de las lágrimas—. ¿Quién es tu maldito cómplice?
—Camilo —sollozó—. Él consiguió el alucinógeno y sabía cómo entrar a su casa. Yo sabía que ella no estaba allí, ya que la vi salir con usted aquella tarde. Solo le di la información y tomé las fotos.
Me aparté de ella y caminé hacia la puerta. No podía seguir respirando su mismo aire.
—Recoge tus cosas.
—Alessio, déjame explicarte. —Se lanzó a mis pies.
La empujé.
—Recoge tus cosas y lárgate. No intentes irte fuera de la ciudad, lo sabré.
Cumplía mis amenazas y ella lo sabía. Si había alguien que estaba al tanto de lo vengativo que era, era ella. Aun así, se atrevió a meterse con el diablo y quiso jugar una partida que al final le salió muy cara, la cual era el comienzo de su pesadilla. Se atrevió a meterse con lo más sagrado en mi vida. La lastimó no solo emocional, sino físicamente. Yo no era de los que dejaba pasar esto. Camilo Berlusconi y Deyna Fiorella al fin conocerían lo más oscuro de mí.
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La Oscura Obsesión de Alessio✔ (Libro #1 serie Oscura +18) Disponible en Amazon
RomanceGina Stevens es una modelo curvy estadounidense que ha escalado por su cuenta. Tomó la decisión de irse a vivir a Italia, donde se ha convertido en una de las modelos más solicitadas. Sin embargo, no todo es tan hermoso y maravilloso. El día de su f...